martes, 14 de agosto de 2012

Tiempo de deslindes


No cabe duda respecto al carácter dinámico que asume el lenguaje. Hay palabras que luego de estar de moda pasan gradualmente al olvido; mientras que a otras le sucede lo contrario, en un de repente de tener un perfil bajo llegan a la notoriedad. Este último es el caso de lo que sucede actualmente con el término "deslinde". Al denunciarse o quedar en evidencia algunas situaciones delictuosas, son muchos quienes procuran por todos los medios deslindarse de personas y acontecimientos en un intento –no siempre exitoso- de mantener su credibilidad a salvo. Yo me deslindo, tú te deslindas, él se deslinda… Pero luego de consultar el diccionario es posible concluir que la expresión no es la más adecuada.

Linde: límite entre dos fincas contiguas. Lindar: tener (una finca o terreno) lindes comunes. Deslindar: señalar o determinar los límites. Deslinde: acción de deslindar.

Todo esto suena más que nada a tarea de agrimensores. Sin embargo, bastará con consultar periódicos o escuchar noticieros para entender sus otras acepciones.

En relación al tema recuerdo dos situaciones que tuvieron lugar en la ciudad de Apatzingán, estado de Michoacán. Zona de tierra caliente, con fama de estar bajo fuerte influencia del narcotráfico. Hace muchos años fui a trabajar en aquellos rumbos en los que pude conocer maestros comprometidos con su labor educativa. Coordiné un taller para docentes y di una conferencia dirigida a padres de familia. Al finalizar esta última actividad se acercaron algunos asistentes a expresar sus opiniones o bien a plantear alguna pregunta. El último de todos fue un hombre de mediana edad que lucía -en forma por demás ostensible- reloj, cadena y anillos con apariencia de ser muy valiosos. El diálogo que mantuvimos fue el siguiente:
-Maestro, quiero agradecerle su plática ya que estuvo muy interesante.
-Muchas gracias.
-Pero además, permítame hacerle una pregunta: ¿cuándo se regresa a la
ciudad de México?
-Mañana, en un camión que sale en horas de la noche.
-¿Le puedo hacer una sugerencia?
-Sí, claro.
-Mientras esté en la ciudad no se exhiba.
-¿Cómo?, ¿qué me quiere decir?
-Sí, que no se muestre por allí…
-¿Por qué?
-Lo pueden confundir.
-Pero, ¿confundir con qué o con quién?
En ese momento con un gesto no exento de afecto aquél señor pone una
mano en mi hombro y concluye:
-Maestro, usted debe saber que hay preguntas que no se hacen –dicho lo
cual se despidió amablemente.
Las posibles respuestas pudieron haber sido más de una pero en todo caso la invitación quedó hecha: deslinde preventivo de situaciones que hubieran podido ser riesgosas. Seguí su consejo y el día siguiente lo pasé encerrado en el hotel. Cuando en la noche el camión tomó carretera, respiré hondo, recliné el asiento y dormí como no lo había hecho en el hotel.
La otra situación tuvo lugar años después.

Pocos días –si acaso alguno- como el martes 11 de septiembre de 2001 tuvieron tantas consecuencias en la historia contemporánea. Los atentados terroristas que se produjeron en Estados Unidos alcanzaron una dimensión que hasta ese momento solo era posible ver en películas con gran despliegue de imaginación. Una vez más la realidad le dio alcance a la ficción. Fue entonces que la mirada internacional se dirigió hacia Afganistán como uno de los posibles orígenes de tales ataques.

En lo que pareció ser una muestra más de humor mexicano pronto se generó el rumor de que el alcalde de Apatzingán, preocupado por el cariz que estaban tomando los hechos, había aclarado ante la prensa que la entidad a su cargo no había tenido nada que ver con tales ataques y que las versiones en ese sentido eran totalmente infundadas. Todo pareció quedar en un chiste más, cuando el periódico Reforma del 21/9/2001 en la página 6A publicó, firmada por Adán García corresponsal en Michoacán, la siguiente nota:



Difícil dar crédito a que tal confusión efectivamente haya tenido lugar, pero con esto de que los terrenos de lo increíble cada vez se quedan más despoblados, no está de más evocar este hecho que constituye el mayor deslinde del que tengo memoria.

No hay comentarios: