No sé si Cantinflas pueda
ser considerado patrimonio histórico de la humanidad pero en relación a
Latinoamérica no cabe la menor duda que sí lo es. Cantinflas ha hecho (y hace)
reír a distintas generaciones que habitan diversas geografías, al tiempo que
tiene una rara virtud reservada a los grandes: en sus mejores películas es
posible reírse con carcajadas de estreno aun de aquello que se recuerda por
haberlo visto infinidad de veces.
Una de sus peculiaridades más
notables es la manera de hablar. Tal es así que desde hace varios años el
Diccionario de la Real Academia Española introdujo el verbo “cantinflear” al
que define como: “Hablar de forma disparatada e incongruente y sin decir nada;
actuar de la misma manera.” Gracias a esa locuacidad inconducente y al doble
sentido de sus palabras, Cantinflas salía adelante ante cualquier situación
conflictiva que se le presentara, logrando escabullirse de los problemas
mientras generaba un sentimiento de enorme simpatía hacia el personaje. Luis
González cita uno de sus discursos más desopilantes.
A
nadie pudo haber escogido Lombardo (Toledano) mejor que a mí para solucionar la
solución del problema... Como dije, naturalmente, si él no puede arreglar nada
y dice mucho, a mí me pasa lo mismo... ¡y ahora voy a hablar claro! ¡Camaradas!
Hay momentos en la vida que son verdaderamente momentáneos... Y no es que uno
diga, sino que hay que ver. ¿Qué vemos? Lo que hay que ver... No digamos...
pero sí hay que comprender la psicología de la vida para analizar la síntesis
de la humanidad, ¿verdad? Yo creo, compañeros, que si esto llega... porque
puede llegar y es muy feo devolverlo... Hay que mostrarse como dice el dicho...
Debemos estar todos unidos para la unificación de la ideología emancipada que
lucha... ¡Obrero!, proletario por la causa del trabajo que cuesta encauzar la
misma causa... y ahora, ¡hay que ver la causa por la que estamos así! ¿Por qué
han subido los víveres? Porque todo ser viviente tiene que vivir, o sea el
principio de la gravitación, que viene a ser lo más grave del asunto....
Existen diversos puntos de
vista en cuanto a lo que significa “cantinflear”. Para algunos es perderse en las palabras y no decir nada,
mientras que otros –más cercanos al análisis del discurso- ven en ello una
marcada intencionalidad que, a diferencia de lo que sucedía con el personaje
original, está muy lejos de resultar simpática. Al respecto Joaquín Antonio
Peñalosa afirma:
A
riesgo de equivocarme, yo creo que muchos líderes de aquí no pecan de mudez,
sino de tartamudez. Para que me entiendas mejor, te diré que muchos hablan como
Cantinflas. No se entiende lo que dicen, porque no quieren que uno los
entienda. Escamotean los problemas, los hechos, los nombres, las verdades, las
soluciones. No aluden a lo que sucede, sino que eluden la realidad. No son
expresivos, sino evasivos.
Y
como tienen un santo horror a llamar a las cosas por su nombre, prefieren la
bruma, la opacidad, la neblina, la penumbra elusión. ¡Arriba el smog!
“Compañeros
de partido, lucharemos por acabar de una vez por todas, con los enemigos
vendepatrias, las fuerzas oscuras que se oponen al progreso y las doctrinas
exóticas que se mueven fuera y dentro del país.”
All
right. Pero, ¿no hubiera sido más útil para el auditorio y más
digno para el orador que dio la bienvenida a López Pérez, haber explicado
quiénes son esos enemigos en concreto, cuáles son esas fuerzas oscuras, en qué
consisten esas doctrinas, por qué son exóticas y quiénes las auspician?
¿No
te parece que es muy cómodo denunciar en abstracto, y muy estúpido? Como un
disparo al aire. Eludir, yo creo que es tener miedo a la verdad. Y quien tiene
miedo a la verdad no puede ser conductor de palabras, mucho menos de hombres.
De lo anterior es posible
concluir que una cosa en cantinflear en una película y muy otra hacerlo en la
vida política, pero da la impresión de que en ella también hay rollo para rato.
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