Señala la prensa que desde este mes de
octubre de 2012 hasta comienzos del 2013 se “celebrarán” (no creo que se trate
de la mejor expresión para referirse al asunto) en el Museo Reina Sofía de
Madrid así como también en el Guggenheim de Nueva York, los 75 años del
mundialmente conocido cuadro de Guernica.
"Guernica" Pablo Picasso |
Para situarnos en el contexto que dio
lugar a esta obra del género de arte doloroso,
es posible citar la palabra autorizada de Marcos Ana quien tiene en su haber el
triste récord de mayor tiempo encarcelado durante el periodo franquista.
Las potencias
nazi-fascistas, Alemania e Italia, no sólo vinieron a ayudar a Franco a ganar
la guerra, sino a usar, a la vez, España como un campo de pruebas, para medir
la eficacia de sus armas en el terreno militar y psicológico de cara a la segunda
guerra mundial que preparaban. Fueron ellos los que por primera vez emplearon
el bombardeo sistemático de las ciudades para aterrorizar a la población civil
e ir cuarteando su moral y su espíritu de resistencia. Ese sentido tuvieron los
bombardeos indiscriminados sobre Alcalá de Henares y más especialmente sobre
Madrid, cuya población sufrió durante tres años en sus calles y en sus casas el
fuego incesante de la artillería y las bombas de la Legión Cóndor. En
un símbolo universal de la barbarie y los horrores de la guerra convirtió
Picasso la destrucción de Guernica, una pequeña villa vasca, sin ningún valor
militar o estratégico. Fue arrasada por la Legión Cóndor para
comprobar y medir la capacidad destructora de sus bombas, según confesó ante el
Tribunal de Nuremberg el propio mariscal Hermann Goering, jefe de la aviación
alemana.
Ello permite concluir que la barbarie
nazi provocó al artista, lo que despeja dudas en cuanto a la autoría de la
obra, tal como lo cuenta Federico Campbell
Durante la
ocupación de París en 1942 tuvo lugar esta escena, cuando los invasores
intentaban congraciarse con los artistas:
-Usted hizo esto
-señaló el oficial alemán, el intelectual policía, el intelectual de Estado.
-No, ustedes
-contestó Picasso.
El oficial se
refería al cuadro. Picasso al bombardeo de Guernica.
Sesenta años después del bombardeo el
gobierno alemán reconoció su responsabilidad por lo que el presidente Roman Herzog
pidió perdón en un acto de desagravio y reconciliación que se llevó a cabo el 27
de abril de 1997 en Guernica. De acuerdo con notas de prensa de la época, el
embajador de Alemania en España dio lectura al mensaje enviado por el presidente
Herzog; un pasaje del mismo decía:
Yo quiero asumir
ese pasado y reconocer expresamente la culpa de los aviones alemanes
involucrados. (…)
Evoco el recuerdo
de aquellas personas a las que aquél día en Guernica les fue quebrada la
felicidad de su vida, destrozada su familia, destruido su hogar, robada su
vecindad. Comparto con ustedes el luto por los muertos y heridos. Les ofrezco a
ustedes, que todavía llevan en las entrañas las heridas del pasado, mi mano
abierta en ruego por la reconciliación.
Las notas de prensa consignan también
lo afirmado por Luis Iriondo quien fuera uno de los supervivientes de la
masacre.
Posiblemente desde
su altura (los pilotos aviadores alemanes) nos veían como hormigas que huían
desesperadamente. Y no pudimos hablarnos. Los hombres y las hormigas no pueden
hablarse… Hoy tenemos otra visita… Ya no hay unos arriba y otros abajo y por
eso, aunque en distintas lenguas, podemos entendernos. Y ahora sí. Ahora
podemos hacer lo que entonces no pudimos. Abrir nuestros brazos y decirles:
Bienvenidos a Guernica, marchemos juntos en paz.
Cabe señalar que esta ceremonia de
reconciliación, así como tantas otras de este tipo, dio lugar a la polémica
clásica en relación al tema del perdón y del olvido sobre el que se presentan
muy distintas opiniones.
Pero volvamos al cuadro. Las
corrientes contemporáneas de teoría del arte otorgan al público que concurre a
los museos un papel cada vez más protagónico en la interpretación de la obra. Hay
hechos que parecen confirmar esta tendencia tal como se desprende de lo que le
aconteciera a Fernando Gómez, quien cita
el comentario que le hizo un guardia de museo. “En 1981, cuando trajeron el Guernica,
de Picasso, lo cubrieron con vidrios antibalas y estaba más vigilado que todo
el museo. En el techo había unos extractores de aire que hacían un ruido
terrible. Un alemán se me acercó y me felicitó por la gran idea de los
españoles: para él el ruido de los extractores era el ruido de los bombarderos.”
No sé si este tipo de instalaciones descubiertas por el público ya tienen algún
nombre que las identifique; caso contrario propongo el de arte involuntario.
Mucho se ha escrito (a pesar del
aforismo que señala lo contrario) acerca de la diversidad de gustos y el
Guernica no fue ajeno a esta cuestión. Hay quienes lo consideran una obra
maestra mientras que para otros no representa ningún valor artístico. Entre
estos últimos podemos situar a Luis Buñuel.
Que nadie me pida
opinión en materia de pintura: no la tengo. La estética nunca me ha preocupado (...)
Lo único que puedo decir es que el Guernica no me gusta nada, a pesar de
que ayudé a colgarlo. De él me desagrada todo, tanto la factura grandilocuente
de la obra como la politización a toda costa de la pintura.
Y no deja de ser una paradoja que el
famoso director de cine, junto con reconocidos literatos, quisiera acabar con
él por los mismos medios que el cuadro denuncia. “Comparto esta aversión con
Alberti y José Bergamín, cosa que he descubierto hace poco. A los tres nos
gustaría volar el Guernica, pero ya estamos muy viejos para andar
poniendo bombas.”
Gracias a que Buñuel y sus amigos no
llevaron a cabo sus propósitos, es que hoy podemos “celebrar” los 75 años del
cuadro que invita a dolernos de aquella tragedia que Picasso no quiso que olvidáramos.
No cabe duda que lo logró.
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