martes, 2 de octubre de 2012

Historias del Guernica


Señala la prensa que desde este mes de octubre de 2012 hasta comienzos del 2013 se “celebrarán” (no creo que se trate de la mejor expresión para referirse al asunto) en el Museo Reina Sofía de Madrid así como también en el Guggenheim de Nueva York, los 75 años del mundialmente conocido cuadro de Guernica.


"Guernica" Pablo Picasso
De acuerdo con información disponible en wikipedia, el mismo fue pintado de mayo a junio de 1937 y alude al bombardeo a Guernica del 26 de abril del mismo 1937. “Fue realizado por encargo del Director General de Bellas Artes, Josep Renau a petición del Gobierno de la República Española para ser expuesto en el pabellón español durante la Exposición Internacional de 1937 en París (…)” Su autor el maestro Pablo Picasso no quiso (supongo que el dictador tampoco) que el cuadro estuviera en España durante el franquismo. Es por ello que a lo largo de muchos años permaneció en carácter de custodia en el Museo de Arte Moderno de Nueva York hasta que, de acuerdo a la voluntad de Picasso, pudiera llegar a España a la caída del régimen. En 1981, luego de la muerte de Francisco Franco (acaecida en 1975) la obra arriba a España. Inicialmente se expuso en el Casón del Buen Retiro y posteriormente en el Museo Reina Sofía de Madrid en donde permanece en exhibición.
 
Para situarnos en el contexto que dio lugar a esta obra del género de arte  doloroso, es posible citar la palabra autorizada de Marcos Ana quien tiene en su haber el triste récord de mayor tiempo encarcelado durante el periodo franquista.
 
Las potencias nazi-fascistas, Alemania e Italia, no sólo vinieron a ayudar a Franco a ganar la guerra, sino a usar, a la vez, España como un campo de pruebas, para medir la eficacia de sus armas en el terreno militar y psicológico de cara a la segunda guerra mundial que preparaban. Fueron ellos los que por primera vez emplearon el bombardeo sistemático de las ciudades para aterrorizar a la población civil e ir cuarteando su moral y su espíritu de resistencia. Ese sentido tuvieron los bombardeos indiscriminados sobre Alcalá de Henares y más especialmente sobre Madrid, cuya población sufrió durante tres años en sus calles y en sus casas el fuego incesante de la artillería y las bombas de la Legión Cóndor. En un símbolo universal de la barbarie y los horrores de la guerra convirtió Picasso la destrucción de Guernica, una pequeña villa vasca, sin ningún valor militar o estratégico. Fue arrasada por la Legión Cóndor para comprobar y medir la capacidad destructora de sus bombas, según confesó ante el Tribunal de Nuremberg el propio mariscal Hermann Goering, jefe de la aviación alemana.

Ello permite concluir que la barbarie nazi provocó al artista, lo que despeja dudas en cuanto a la autoría de la obra, tal como lo cuenta Federico Campbell

Durante la ocupación de París en 1942 tuvo lugar esta escena, cuando los invasores intentaban congraciarse con los artistas:
-Usted hizo esto -señaló el oficial alemán, el intelectual policía, el intelectual de Estado.
-No, ustedes -contestó Picasso.
El oficial se refería al cuadro. Picasso al bombardeo de Guernica.

Sesenta años después del bombardeo el gobierno alemán reconoció su responsabilidad por lo que el presidente Roman Herzog pidió perdón en un acto de desagravio y reconciliación que se llevó a cabo el 27 de abril de 1997 en Guernica. De acuerdo con notas de prensa de la época, el embajador de Alemania en España dio lectura al mensaje enviado por el presidente Herzog; un pasaje del mismo decía:

Yo quiero asumir ese pasado y reconocer expresamente la culpa de los aviones alemanes involucrados. (…)
Evoco el recuerdo de aquellas personas a las que aquél día en Guernica les fue quebrada la felicidad de su vida, destrozada su familia, destruido su hogar, robada su vecindad. Comparto con ustedes el luto por los muertos y heridos. Les ofrezco a ustedes, que todavía llevan en las entrañas las heridas del pasado, mi mano abierta en ruego por la reconciliación.

Las notas de prensa consignan también lo afirmado por Luis Iriondo quien fuera uno de los supervivientes de la masacre.

Posiblemente desde su altura (los pilotos aviadores alemanes) nos veían como hormigas que huían desesperadamente. Y no pudimos hablarnos. Los hombres y las hormigas no pueden hablarse… Hoy tenemos otra visita… Ya no hay unos arriba y otros abajo y por eso, aunque en distintas lenguas, podemos entendernos. Y ahora sí. Ahora podemos hacer lo que entonces no pudimos. Abrir nuestros brazos y decirles: Bienvenidos a Guernica, marchemos juntos en paz.

Cabe señalar que esta ceremonia de reconciliación, así como tantas otras de este tipo, dio lugar a la polémica clásica en relación al tema del perdón y del olvido sobre el que se presentan muy distintas opiniones.

Pero volvamos al cuadro. Las corrientes contemporáneas de teoría del arte otorgan al público que concurre a los museos un papel cada vez más protagónico en la interpretación de la obra. Hay hechos que parecen confirmar esta tendencia tal como se desprende de lo que le aconteciera a Fernando Gómez,  quien cita el comentario que le hizo un guardia de museo. “En 1981, cuando trajeron el Guernica, de Picasso, lo cubrieron con vidrios antibalas y estaba más vigilado que todo el museo. En el techo había unos extractores de aire que hacían un ruido terrible. Un alemán se me acercó y me felicitó por la gran idea de los españoles: para él el ruido de los extractores era el ruido de los bombarderos.” No sé si este tipo de instalaciones descubiertas por el público ya tienen algún nombre que las identifique; caso contrario propongo el de arte involuntario.

Mucho se ha escrito (a pesar del aforismo que señala lo contrario) acerca de la diversidad de gustos y el Guernica no fue ajeno a esta cuestión. Hay quienes lo consideran una obra maestra mientras que para otros no representa ningún valor artístico. Entre estos últimos podemos situar a Luis Buñuel.

Que nadie me pida opinión en materia de pintura: no la tengo. La estética nunca me ha preocupado (...) Lo único que puedo decir es que el Guernica no me gusta nada, a pesar de que ayudé a colgarlo. De él me desagrada todo, tanto la factura grandilocuente de la obra como la politización a toda costa de la pintura.

Y no deja de ser una paradoja que el famoso director de cine, junto con reconocidos literatos, quisiera acabar con él por los mismos medios que el cuadro denuncia. “Comparto esta aversión con Alberti y José Bergamín, cosa que he descubierto hace poco. A los tres nos gustaría volar el Guernica, pero ya estamos muy viejos para andar poniendo bombas.”

Gracias a que Buñuel y sus amigos no llevaron a cabo sus propósitos, es que hoy podemos “celebrar” los 75 años del cuadro que invita a dolernos de aquella tragedia que Picasso no quiso que olvidáramos. No cabe duda que lo logró.

 

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