martes, 1 de julio de 2014

El Hombre del Corbatón


Siempre han existido –afortunadamente existen y existirán- personas que deciden apartarse de los caminos más concurridos y construir su propia vereda de vida; tal fue el caso del Hombre del Corbatón, personaje típico de la primera mitad del siglo XX. Por aquellos entonces parte del centro de la ciudad de México coincidía con el llamado Barrio Estudiantil. Carlos Monsiváis recrea aquél ambiente
El antiguo Barrio Estudiantil es todavía, a principios de la década de 1950, el espacio para difundir conocimientos disfrazados de tradiciones urbanas. ¿Qué es el Barrio? El espacio donde por siglo y medio se congregan los escritores, los músicos, los pintores, los escultores, los teatristas. Allí se concentran las academias, los estudios de pintores y músicos, las grandes librerías...y, también necesariamente, a partir de las ocho o nueve de la noche, allí florecen las cantinas y los cabarets aclamados y “adecentados” por el cine. (…) En el Barrio Estudiantil se refugia la especie hoy extinta, los Personajes de la Ciudad.
A la ausencia de grandes museos la compensa el tableau vivant, el museo de leyendas en vida. En San Juan de Letrán (…) se ve el Fantasma del Correo, una anciana rigurosamente pintada que reparte sus encantos imaginarios. En los cafés de Bolívar departen los exiliados españoles y el Hombre de Corbatón, defensores sin paga de los pobres encarcelados, el tipo de bohemio despedido del coro de La Traviata.


El Hombre del Corbatón fue un verdadero Quijote del Derecho, defensor de presos de humilde condición que la injusticia de antes –al igual que la de ahora- había conducido a la cárcel. Armando Fuentes Aguirre, Catón, lo evoca con afecto.

Lo recuerdo como un sueño dentro de otro sueño. Era ya anciano ese hombre; lucía un gran sombrero de ala ancha, de los llamados chambergos, que apenas dejaba ver su cabellera blanca, y llevaba una enorme corbata de moño formada por una banda negra que se anudaba en torno de su cuello y le caía sobre la blanca pechera de la camisa.
-Es el Hombre del Corbatón —me dijo alguien.
Personaje señero de la Ciudad de México, el Hombre del Corbatón era conocido por la defensa que hacía de pobres reos de quienes ni siquiera se ocupaba el defensor de oficio. Él los buscaba en las cárceles de la ciudad, averiguaba la justicia de su causa —¡tantos inocentes había en la prisión!— y luego tomaba su defensa sin cobrarles un centavo, sólo por la satisfacción de ayudar a aquellos infelices.
No era abogado, pero en materia penal cualquiera podía litigar, y el Hombre del Corbatón lo hacía con la habilidad del más sabio letrado. Su arma principal era alegar la legítima defensa. (…)
Acabo de leer la autobiografía de El Hombre del Corbatón. Hermoso libro es éste, publicado en 1945. La edición es modesta, modestísima, pero el libro vale oro, igual que el hombre que en él puso sus recuerdos.
Se llamaba José Menéndez. Español, nació en 1876 en Luanco, un pueblo perteneciente a Asturias, cerca de Pravia. (…)
Jovencito, Menéndez fue a Cuba, y de ahí pasó a México. Se enamoró de este país y se quedó a vivir ya para siempre en él.

Por otra parte Marcial Fernández agrega algunos datos acerca de sus primeros tiempos en México y de cómo surgió su vocación de litigante.

Aún sin cumplir lo que hoy se considera la mayoría de edad, José Menéndez llegó al puerto de Veracruz y, en Villahermosa, Tabasco, probó suerte en una compañía teatral ambulante y, más tarde, con tres centavos en el bolsillo, viajó a la ciudad de México, en donde logró sobrevivir de limosnero mientras que, por las noches, dormía en una de las bancas de la Plaza de la Constitución.
Su vida de vagabundo terminó cuando la policía detuvo, por un pleito en la calle de Dolores, a un torerillo amigo suyo. Ese día José Menéndez cayó en cuenta que su mera simpatía y labia (la de él, no la del torerillo) eran suficientes para litigar en este país, de manera que, sin licencia de abogado, empezó a liberar a delincuentes menores, prostitutas, prostitutos, escandalosos en la vía pública y gente del pueblo en desgracia.
La fama de José Menéndez se hizo patente, sin embargo, cuando entre 1908 y 1909 sacó de la cárcel al banderillero español José Traverso Marinerito, asesino del matador de toros gaditano y, a la postre, picador a las órdenes de Rodolfo Gaona, Sebastián Chávez Chano, alegando la “legtítima defensa” del inculpado, lo que se convirtió en palabras del propio Menéndez, en el “ábrete sésamo” de su vida. (…)
Durante la Presidencia de Álvaro Obregón, un abogado allegado al General quiso que se le aplicara al asturiano el Artículo 33 constitucional por ejercer la abogacía sin título profesional, pero cuando El Hombre del Corbatón estaba a punto de ser deportado, la gente del pueblo armó tal escándalo que el Presidente comentó:
“¿Quién es este Menéndez por el que me suplica todo el mundo? Cuando expulsé al Delegado Apostólico no vinieron más que los de la Mitra a impetrar por él…”.


Del mismo modo que sucede con otras tantas anécdotas, existen diferentes versiones de este mismo hecho, tal como la que relata Francisco Burgoa


(…) alguien le informó al Presidente Obregón dicha situación y él sabedor de su fama, preguntó el motivo por el cual lo iban a expulsar del país y le dijeron: “Señor Presidente, es necesario que se vaya de México 'El Hombre del Corbatón' porque se dedica a defender prostitutas!!!” Al escuchar lo anterior, el Presidente Álvaro Obregón, respondió: “a chingá, entonces qué es lo que desean??? Qué se ponga a defender a las diez mil vírgenes???” y dicho esto, José Menéndez se quedó en nuestro país para seguir con su encomiable proceder.

Eso sí, en todos los casos el final es el mismo: el Hombre del Corbatón permaneció en México y siguió litigando a favor de los más desprotegidos. Francisco Burgoa quien se refiere a él como “un artista del derecho por su forma de vivir, su filosofía y su amor a la justicia”, aborda otros rasgos del personaje


El abogado Menéndez (…) era ampliamente conocido en el tristemente célebre Palacio Negro de Lecumberri y en la Cárcel de Belén por la loable acción –y vocación- de defender gratuitamente a los presos que ahí se encontraban. En cierta ocasión llegó un joven que recién acababa de obtener su título de Licenciado en Derecho y se presentó con tono burlón ante “El Hombre del Corbatón”, para hacerle mofa de que él no contaba con título profesional y pretendiendo irse inmediatamente, se despide el joven abogado diciéndole sarcásticamente a José Menéndez: “Adiós abogado sin título” a lo que éste le respondió al instante, haciendo alarde de su astucia: “Adiós título sin abogado”. (…)
José Menéndez decía: “Amo a España como mi primera novia que conturbó mis quince años. Amo a México como la esposa con la que se han tenido los hijos de la carne. El primer amor es difuso, estático, lejano, pero no menos profundo; el segundo es dinámico, vivo, anclado en los soterrados del alma. Son dos amores diferentes y una emoción verdadera”. (…)
“El Hombre del Corbatón” nos dejó una gran reflexión cuando dijo que “el dinero y el poder terminan siempre por corromper al hombre y lo hacen infeliz y tiránico, pues son pocos los que realmente saben utilizarlo sabiamente” y para corroborar lo anterior, decía: “pienso como (Giovanni) Papini: el dinero es el excremento del diablo”. Se dice que los pocos centavos que ganaba, los invertía en el pago de fianzas y cauciones de los reclusos pobres.

Dada su precaria condición económica, comenta Rafael Solana, todas las noches dormitaba en un sillón rodeado de cajas en el teatro Ideal. Y añade Solana que con él muere en 1959 un “último bohemio” (amenaza que felizmente no se hace realidad porque siempre aparece alguien dispuesto a ser otro último bohemio).

Finalmente un dato sorprendente. En la búsqueda de información para estas notas encuentro en internet que:

El Titular de la marca EL HOMBRE DEL CORBATON es:
Televisa, S.A. De C.V.; MX; Vasco De Quiroga # 2000, Col. Santa Fe Zedec. México, D.F.. 01210, MEXICO

Fechas de registro EL HOMBRE DEL CORBATON son:
Concesión: 2005-08-30   Presentación: 2005-07-18   Expediente: 728928 

Cosas veredes…

6 comentarios:

Unknown dijo...

Mi abuela Francisca Lopez Cuevas trabajo con el senor del corbaton voluntariamente por varios anos. Ella me comentaba que habia dias que no tenian dinero para comer pero con visitor la casa de algun exreo conseguian que los invitaran a comer.
Es bueno encontrar algo de historia donde mi abuela participo.

Unknown dijo...

Mi madre me cuenta que conoció a ese personaje el cual defendió a su tío y consiguió su libertad, y mi bisabuela tenía un pequeño restaurante y este señor iba a comer porque le encantaba el sazón de mi bisabuela, que interesante.

Unknown dijo...

Hola. He tratado de localizar ese libro autobiográfico que mencionas y no he podido dar con él. Me interesa de sobremanera leerlo. Sabes dónde puedo encontrarlo?

Unknown dijo...

Mi mamá fue su sobrina, convivía con su familia, Sara su esposa y sus hijos Amparo y José Menéndez Espejo. Quiero el libro!!! Cómo lo encuentro????

Unknown dijo...

Me encantó el artículo, solo una pequeña rectificación, Luanco, está cerca de Avilés, Pravia está algo más distante.Jose Menéndez, fue generoso allí y aquí.Vino a Luanco cuando su madre murió y se regreso a México, renunciando a toda su herencia.Gracias

Unknown dijo...

como se llama el libro de su autobiografía