jueves, 26 de febrero de 2015

Piropos descontinuados


Sabido es que la palabra piropo alude a lo que en un tiempo se llamó cumplido o a una frase halagadora que dirige habitualmente un hombre a una mujer.  Menos conocido es el origen y los cambios que la expresión ha tenido; de ello da cuenta la revista Muy Interesante


(…) antiguamente el piropo era una variedad de granate de color rojo fuego, muy apreciada como piedra fina. O sea, una joya. Tanto Calderón como Quevedo la usaron figuradamente como metáfora de decir palabras bonitas y con este significado pasó al diccionario en 1843. Después, el verbo piropear fue admitido en 1925.
 

Hace poco en una librería de viejo di con una obra peculiar: Piropos seleccionados. Requiebros de todos estilos (México, 1957). El libro, donde no figura compilador ni editor, contiene un conjunto de piropos con el manifiesto propósito de apoyar a quien deseoso de galantear requiriese ayuda. Si bien la edición es mexicana, muchos textos son de indiscutible origen español. No hay que ser muy sagaz para suponer que la vigencia de estas galanterías ha caducado, sin embargo puede resultar interesante transcribir algunos piropos que forman parte del libro citado.  

Los hay de tipo sacrificial: “Aunque no lo crea, sepa que para poderla ver hoy, no me suicidé ayer”; “Quisiera ser peatón imprudente, atravesarme en tu camino, y verme aplastado por este Cadillac.

Algunos formulan invitaciones: “Es usted la alegría andando. Pero ¿por qué no se queda? ¡Con lo tristes que estamos todos!”; “Si es miedosa, venga y siéntese a mi lado, que le contaré una película de esas ‘de agarrarse’, pero que termina bien.

Otros aluden al oficio paterno: “¡Estas sí que son las hechuras de la hija de un sastre que conoce el paño!”; “¿No es cierto, morena, que su papá es fabricante de muñecas de lujo?”.

Los hay cultos: “Con usted ya son ocho las maravillas del mundo”; “¡Son sus ojos tan charlatanes, que arrebatan como la oratoria de García Sanchis!” (Federico García Sanchis fue un escritor y charlista muy reconocido tanto en España como en América).

Abundan los interrogativos: “¿Son de Holanda los quesos del escaparate?”; “¿Quiere asistir conmigo a una boda, vestida de novia?”; “¡Sirena terrestre! ¿Por un casual es usted la presidenta del Club de las incendiarias de pasiones amorosas? ¡Lo digo por lo del escote!”; “¿Esa cruz que descansa en su pecho es un regalo de su amá, o es que piensa ingresar en la orden de las elegantes?”; “¡Diga, encanto!, ¿por dónde se llega a la plazuela de su corazón? ¿Estoy en buen camino?”.

Los ofrecimientos no se hacen esperar: “El día de su aniversario le voy a regalar un ‘neceser’ con todo lo necesario para hacerla dichosa; ¡Amiguita!: ¡Dígame de qué color le gustan los calcetines y mañana asistirá usted al estreno!”; “Yo haría por usted lo que no ha hecho nadie: ¡Matar el tiempo a fuerza de cosquillas!”; “¡Ojalá descargue una tormenta de amores y la pille a usted sin paraguas y a mi lado!”.

También están los comparativos: “¡Eso sí que es agilidad de movimiento y no el ventilador que tengo en casa!”; “¡Eso es carne y no lo que mi madre nos pone en el cocido!”.

El género sugerente es muy recurrido: “¡Ya está arreglado: Arregle un cuartito en su pecho y acépteme por único inquilino! Gracias”; “¡Señora, vaya tranquila, que tiene usted un parachoques a toda prueba! Se lo aseguro”; “¡Si, señora. Presuma cuanto quiera, porque tiene usted unas defensas, un chut y una línea delantera, mucho mejor que la selección brasileña!”; “¡Que Dios le aumente los buenos pensamientos, que lo demás no hace falta!”; “¡Mírese al espejo, guapa, y luego me dirá si tengo razón de callarme lo que no le digo!”;  ¡Por acaparadora de productos naturales, merece que la encierren en compañía de mi persona!”; “¡Niña! Cuando vaya a la iglesia no olvide confesarse de los pecados que me hace cometer a mí”; “Tiene usted unos ojos, unos labios, unas manitas, unas… sí, y unas… no que sí… Bueno, ¿lo dejamos para mañana?”.

Claro que no podían faltar los atrevidos: “Contigo al Polo, ya veríamos allá cómo calentarnos”; “Sí, señora Ándese con cuidado, que según los beneficios que presente el balance, el fisco le meterá mano”; “¡Por favor, chula, no muevas tanto la cuna, que me vas a despertar el niño!

Y concluyo esta selección con una pequeña muestra de piropos desopilantes: “¡Es usted la primera mujer que he visto con los ojos más grandes que los pies!”; “¡Tiene usted más gracia que un estornudo contenido!

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