jueves, 26 de noviembre de 2015

El cometa Halley


El ser humano desde siempre ha observado con asombro y temor lo que acontece en relación a los astros. Y es que los diversos fenómenos han sido interpretados como indicios, generalmente negativos, del porvenir.


Según informa Wikipedia, el cometa Halley fue el primero en ser reconocido como periódico y su órbita fue calculada por el astrónomo Edmund Halley en 1705 (ya existían observaciones previas detalladas como las de 1532 y 1682; las primeras de que se tiene noticia fueron las del año 239 a. C.). La misma fuente añade que
 

Halley concluyó (…) que retornaba cada 76 años. Con ello, realizó una estimación de la órbita, y predijo su reaparición para el año 1757. Esta predicción no fue del todo correcta, pues el retorno no fue visto hasta el 25 de diciembre de 1758, realizado por el astrónomo aficionado alemán Johann Georg Palitzsch. En este caso, la atracción de Júpiter y Saturno fue la responsable del retardo. Halley no pudo contemplar el retorno de su cometa, tras fallecer en 1742, dieciséis años antes.

 
Siglos antes habría tenido lugar un curioso episodio que relata Nieves Concostrina y tuvo como principales protagonistas al cometa Halley así como a Alonso de Borja, que al ser elegido papa tomo el nombre de Calixto III.


Día grande para España en el Vaticano el 9 de abril de 1455, porque en esa fecha el cardenal Alonso de Borja fue elegido papa, el primer español que aposentó sus reales en el solio pontificio. (…)
El primer papa español tomó trascendentales decisiones, pero la más extravagante y cómica, no de su papado, sino de toda la historia del Vaticano, fue la excomunión de un cometa. Calixto III excomulgó al cometa Halley, ese que sólo se deja ver cada setenta y tantos años y que tuvo la mala suerte de pasar justo cuando estaba Calixto IIl. Pero el asunto no quedó en mera anécdota, porque además de excomulgar al cometa, el papa ordenó a la cristiandad que el rezo del Ángelus, además de al amanecer y al anochecer, se hiciera también al mediodía. Y hasta hoy.
Cuando el papa llevaba un año en el trono, los astrónomos corrieron a advertirle que en la bóveda celeste había un cometa grande y terrible, con una cola de color amarillo que parecía una llama ondulante. Textual. Calixto III buscó sus propias explicaciones al fenómeno: aquello era un signo de la ira de Dios porque los turcos acababan de apropiarse de Constantinopla. Así que tomó varias medidas: primera, excomulgar al cometa; segunda, que todos los príncipes cristianos se unieran contra la invasión musulmana; y tercera, decretar que todos los católicos rezaran el Ángelus a mediodía para hacer desaparecer el cometa o, en su defecto, provocar su caída sobre Constantinopla para exterminar a los turcos de un golpe.
El cometa, afortunadamente, se tomó en serio lo de la excomunión y se largó, porque si llega a caer en Constantinopla, se van a hacer gárgaras no sólo los turcos, también los Borgia, el Vaticano y la cristiandad al completo.


Sin embargo otra nota publicada en Wikipedia desmiente lo anterior afirmando que no hay pruebas de que ello hubiese sucedido (ya se sabe cómo es la gente de habladora).
 

Según una versión conocida por primera vez en una biografía póstuma, y luego embellecida y popularizada por el matemático francés del siglo XVIII Pierre-Simon Laplace, Calixto III habría excomulgado al cometa Halley en 1456, con ocasión de su aparición sobre Europa. La razón de la curiosa medida estaría fundamentada en la tradicional creencia en los cometas como símbolo de mal agüero, que en particular en aquella oportunidad lo sería contra los defensores cristianos de la ciudad de Belgrado, sitiada por los otomanos. Esta versión, sin embargo, carece de apoyo histórico firme. La bula de Calixto III del 29 de junio de 1456, donde solicita las oraciones de los fieles para el triunfo de la cruzada, ni siquiera menciona al cometa. Para el 6 de agosto de 1456, cuando el sitio de la ciudad fue roto por los defensores, hacía varias semanas que el cometa había dejado de ser visible.
 

Las notas curiosas respecto al cometa Halley no acaban allí, como lo demuestra lo acontecido al escritor Mark Twain, según lo describe José de la Colina.
 

El 30 de noviembre de 1835, en Florida, Missouri, EUA, un tal Samuel Langhorne Clemens, a quien la inmortalidad de las letras sólo reconocería con el seudónimo Mark Twain, fue parido en exacta coincidencia con la aparición del cometa Halley. Esto le permitiría decir después, entre burlas y veras, que él era “un misterioso y quizá sobrenatural visitante llegado de Otros Lugares”, y que un día el elíptico cometa, recurrente cada setenta y cinco o setenta y seis años, volvería a cruzar por el cielo para recogerlo y repatriarlo. Y aunque el que sería un gran narrador y el fundador de la novela norteamericana moderna fue sobre todo conocido como un gran humorista, su profecía resultó atinada: S. L. Clemens, el ya celebérrimo escritor Mark Twain de frondosas y blancas cabellera y cejas, de grandes mostachos blancos y fumador sin tregua de pipas de mazorca de maíz, murió el 21 de abril de 1910, es decir en el mismo año y en días antes en que el cometa Halley volvió a visitar los cielos de la Tierra.

 
El temor a sucesos terribles que se predecían en ocasión del paso del cometa y que adquirieron cierta notoriedad en la prensa de la época, llevó a que algunas personas optaran por prevenir esas tragedias con otra, por lo que los suicidios a comienzos de 1910 fueron numerosos. Asimismo en los meses previos al paso del cometa aumentó el número de feligreses que concurrían a los templos con grandes muestras de devoción. Tampoco faltaron los vendedores de píldoras milagrosas que contrarrestarían los efectos negativos que traería consigo el cometa y no está de más precisar que sus ganancias fueron considerables.


El paso del cometa Halley en 1910 coincidió con los inicios de la Revolución Mexicana y claro que la opinión quedó dividida entre quienes valoraron ello como algo positivo y aquellos que, al verse afectado en sus intereses, lo consideraron nefasto.
 

La más reciente aparición del cometa Halley fue en 1986 y se estima que la próxima será en el año 2062.

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