martes, 23 de febrero de 2016

El compromiso periodístico de tío Ruma


No es secreto para nadie que los variados intereses periodísticos suelen conducir a la manipulación y el maquillaje del acontecer. Larga es la lista de quienes han resistido, tanto en el pasado como en el presente, ante ello.

Hay periodistas muy reconocidos por la lucha que emprendieron, pero también están aquellos que han pasado casi inadvertidos y Héctor Cortés Mandujano nos acerca a la historia de uno de ellos.   

(…) don Romualdo Moguel Orantes, un hombre desesperado por iluminar con la verdad, su verdad, a todos. Nació el 16 de agosto de 1881, en Jiquipilas, y murió en Tuxtla el 16 de julio de 1956, "un mes antes de cumplir setenta años de edad, y 33 años de fructífera actividad periodística independiente" (José Luis Castro A. Lecturas históricas de Chiapas. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México, 2006:169).

Su compromiso con la verdad –siempre siguiendo el relato de Cortés Mandujano- lo llevó a fundar su propio y peculiar periódico.

La Nueva Estrella del Oriente, su publicación emblemática, apareció por primera vez en 1923, "como órgano de propaganda legislativa del Partido Filosófico-Político" (Íbid:170) y, después, ya a cargo suyo, escrito a mano en papel cebolla, tamaño carta, en original y con muchas copias al carbón, permaneció mucho tiempo en manos de la gente que se entrecruzaba en las calles con don Ruma. La Estrella era ilegible las más de las veces. Gustavo Montiel muestra la fotografía y hace la transcripción del ejemplar mil 787, del 12 de julio de 1936 (...) Una misma palabra puede ser escrita de varios modos distintos, las frases no concluyen y, parece, se juntan discursos personales con probables noticias, con defensas de su honradez periodística: "La luminosa estreya; ce asie el i ermano Gustavo; i aumentaré a la Señorita o Señora; ce la i no se firmen honestos; esto, o justo, u honrado sinónimos soi yo".
Sin embargo, la letra "era buena y hasta podríamos llamarla bonita. La redacción a veces resulta(ba) ininteligible, aunque (había) fragmentos absolutamente claros" (Íbid: 150).

Como no pudo ser de otra manera, el periódico era fiel reflejo de su fundador, editor, cronista, impresor y distribuidor; Héctor Cortés Mandujano presenta un perfil del mismo

Era don Ruma, de manera evidente, un hombre enredado en la rebeldía social, harto de no leer lo que él pensaba debía escribirse; un ser humano al límite, empeñado religiosamente en salir a diario y distribuir en forma gratuita lo que daba vueltas en su intrincado laberinto cerebral. Le faltaba, es obvio, cultura y lucidez. Pese a eso se le ha hecho baluarte de periodismo honrado, en comparación con muchos periodistas de su tiempo y de éste, pues su única intención era compartir su pensamiento: no buscaba prebendas ni privilegios. "Era un hombre de aspecto distinguido y modales elegantes; vestía impecable traje claro de dril, camisa limpia, chaleco y corbata; siempre andaba con sombrero y usaba bastón (...); piel blanca, esbelto, delgado, alto y erguido; barba negra y larga" (Íbid: 143). Al encontrar a una persona digna de recibir su manuscrito, "le hacía una pequeña caravana y le entregaba el papel".

Claro está que no faltaron las burlas, tal como lo consigna Cortés Mandujano, que habitualmente cosechan estos personajes tan singulares. “Pese a su atildada presencia y a su educación, dice Montiel, a don Ruma le gritaban algunos jóvenes: ¡Don Ruma, cachetes con pluma, barbas de espuma!” Sin embargo eso no le hacía mella “y él seguía con su autoimpuesta tarea de escribir, de repartir su palabra, de iluminar”. Rosario Castellanos supo de la existencia tanto de don Ruma como de su periódico y en sus Cartas a Ricardo –citada por el mismo Cortés Mandujano- afirma

El loco más conspicuo de esta población es un señor que tiene la manía de hacer un periódico manuscrito y regalarlo en la plaza a quien lo solicite. Se llama “La Estrellita” o algo así y habla indistintamente de Truman y las maestras normalistas, de Corea y la mala costumbre de que las jóvenes usen tobilleras, del problema indígena y las tertulias del hotel Bonampak.

Por su parte Roberto López Moreno señala que el caso de la Estrellita de Oriente fue “único en el mundo —según los límites de nuestro conocimiento—, escrito a mano por su autor, un periodista ya desaparecido recordado por el nombre de ‘El tío Ruma’.”

Y tal como sucede habitualmente lo que fue menospreciado en su tiempo, con el paso de los años alcanza alto valor de mercado y al respecto dice López Moreno: “(…) según afirmaciones de la culta dama huixtleca doña Elodia Molina, grandes empresas periodísticas extranjeras han querido adquirir, al precio que sea, la colección completa de Estrellita de Oriente, pero que por desgracia ésta ya no existe”.

No hay comentarios: