Jóvenes vs viejos, confrontación de siempre.
Es usual que se asocie juventud con inmadurez y vejez con sabiduría pero sabido
es que las cosas no son tan así. En este desencuentro de edades, hay viejos que
condenan a la juventud por inexperiente y señalan que para su cura todo es
cuestión de tiempo: esperar que crezcan para que cambien sus puntos de vista.
No falta en esta censura una buena dosis de envidia porque como decía Dalí el
único problema de los jóvenes, es que yo ya no lo soy…
Muchas son las muestras que permiten apreciar
grandes logros que sólo fueron posibles gracias al arrojo juvenil. Sheldon B.
Kopp (Secretos de la liberación personal. México, Editorial Pax-Librería
Carlos Césarman, 1978) presenta su propio testimonio
Recuerdo bien
algunas de mis propias aventuras de joven psicólogo. Mi primer trabajo fue en
una bodega gigante para insanos conocida como Hospital Mental Estatal. La
inocencia me impidió darme cuenta de que los esfuerzos por ayudar a los
pacientes en ese ambiente tragicómico estaban inevitablemente destinados a fallar.
Mi reciente compromiso personal, mi entusiasmo cándidamente ilimitado y mi
exagerada autoconfianza, aun intactos, me permitieron lograr hazañas imposibles,
hacer lo que no se podía hacer. Pasaba horas hablando con hombres y mujeres
insensibles, olvidados, catatónicos irrescatables, hasta que finalmente en
algunos una chispa de vida, volvía a sus ojos largo tiempo vacíos.
Pero con el paso del tiempo Kopp fue
adoptando una postura más realista en relación a su práctica profesional. “Sólo
después que la edad y la experiencia me hicieron más ‘realista’ alcancé una
cordura profesional y ya no pude servir de ayuda a esas pobres almas cautivas.” Y seguramente apreciando los daños que
ocasiona tanto realismo, Sheldon B. Kopp concluye
La vida es muy
aburrida para los demasiado tímidos, para los que carecen de imaginación, para
los que están tan cuerdos que no pueden conferirle un estilo personal, un
propósito individual, color, entusiasmo, diversión y excitación. La búsqueda de
Don Quijote, la peregrinación personal de su loca vida, era vivir, en “el mundo
como es, recorrido por el hombre tal como debería ser”. Si eso significa beber
el vino de la locura, entonces yo digo: “Ven a llenar mi copa.”
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