En la lucha por la Independencia de
México los diversos bandos en pugna se pusieron bajo la protección de una misma
Virgen pero en diferentes advocaciones. Los españoles reivindicaban a la Virgen de los Remedios (la
“Cachupina”), los independentistas a la Virgen de Guadalupe (la “Virgen India”) y ambas
partes confiaban en la supremacía de su
Virgen.
Alejandro Rosas analiza la importancia
que adquirió la Virgen de Guadalupe entre los independentistas.
El pueblo, los indios y los mestizos se
veían reflejados en la Virgen
morena. Los españoles admiraban la tez rosada de la Virgen a quien atribuían el
triunfo de Cortés en 1521. La primera era la Guadalupana , a la
segunda le llamaban de los Remedios. (…)
Cuando el cura Hidalgo decidió tomar el
estandarte de la Virgen
de Guadalupe, como bandera de la lucha que emprendía en septiembre de 1810, le
dio un sentido religioso a la guerra de independencia. No era imposible
imaginar la respuesta popular: el cura fue visto entonces como un hombre ungido
por la divinidad para liberar al pueblo oprimido.
Durante los 11 años que duró la guerra, la Guadalupana ocupó un
lugar fundamental para la causa insurgente. Al tomar este estandarte, Hidalgo
le otorgó a la lucha un carácter sagrado. Cargaba siempre consigo, entre sus
ropas, una imagen de la Virgen
morena. En los Sentimientos de la nación, Morelos propuso que la
celebración oficial de la “patrona de nuestra libertad” fuera el 12 de
diciembre. Los miembros de una sociedad secreta que trabajaba en favor de la
independencia desde la ciudad de México adoptaron el nombre de los Guadalupes.
Los guerrilleros de Pedro Moreno portaban en sus sombreros estampas de la
señora del Tepeyac, y uno de los jefes insurgentes que resistió hasta el final,
Manuel Fernández Félix, adoptó su sagrado nombre creyendo fervorosamente en su
intercesión para el triunfo final. Él era Guadalupe Victoria.
Por su parte, José Manuel Villalpando
alude a la devoción que en ella depositó don José Morelos y Pavón al considerar
que “sus triunfos militares se debían a la ‘Emperadora Guadalupana’, porque la
nación tenía confianza en ‘el poder de Dios e intercesión de su Santísima Madre
(…)’, diciendo además que Ella castigaría la insolencia de los gachupines”. La
respuesta española -según Alejandro Rosas- no se hizo esperar.
De poder a poder, el virrey Francisco
Xavier Venegas mandó traer la imagen de la Virgen de los Remedios para resguardarla de los
insurgentes, pero sobre todo para enarbolarla como bandera de los ejércitos
realistas. El virrey se veía a sí mismo como Cortés siglos atrás: ante una
situación que parecía irremediable, la Virgen de los Remedios había acompañado al
conquistador hasta el triunfo. Tres siglos después, ¿sucedería lo mismo?
Las medidas del virrey llegaron
demasiado lejos. A la Virgen
de los Remedios se le dio grado militar y desde entonces se le conoció como “La Generala ”. Las monjas del
convento de San Jerónimo la vistieron con los blasones y la banda
correspondiente, y el niño Jesús —que cargaba en sus brazos— también fue
vestido según la usanza. En procesión, la madre de Dios, recorrió la ciudad de
México, mostrando su bastón de mando en una de sus manos, y podía observarse a
su pequeño hijo portando un sable. La
Virgen y su hijo, Jesucristo, en pie de guerra.
Una vez finalizados los actos públicos, la Virgen fue colocada en el
altar principal de la catedral de México. En aquel santo lugar su función era
doble: una espiritual, dar consuelo a los fieles, recibir ofrendas, exvotos o
limosnas; la otra, muy humana, delatar insurgentes. De todos era sabido que los
revolucionarios eran guadalupanos. Aquellas personas que, luego de escuchar
misa en la catedral, no hicieran la reverencia correspondiente ante la Virgen de los Remedios,
seguramente lo hacían ante la
Guadalupana , por tanto eran insurgentes. De ese modo, mucha
gente fue falsamente acusada de rebeldía. Las autoridades no repararon que, más
allá de la banalidad de las cosas del mundo terrenal, había gente que de buena
fe mostraba su devoción a una u otra Virgen sin tomar partido por alguna causa
política.
Egon Erwin Kish también se refiere al
tema.
Dondequiera que
las tropas españolas se apoderan de su efigie, la llevan delante del pelotón y
la fusilan.
”¡Viva la Virgen de Guadalupe y
mueran los gachupines!” es el grito de guerra del cura insurgente Hidalgo y de
sus huestes libertadoras.
El predominio de una u otra se fue
alternando en las diversas fases del conflicto, la Marquesa Calderón de la
Barca anota que en cierto momento la Virgen de los Remedios “fue acusada de
Cachupina. Un general mexicano le arrebató valientemente la banda de generala y
le extendió sus pasaportes, ordenándole que abandonase la República”. Es de
suponer que ante el triunfo de la Guadalupana, los españoles que quedaron en
estas tierras, por un tiempo deben haber sido muy discretos en su devoción
hacia la Virgen
de los Remedios.
Con el desenlace del enfrentamiento
llegó la reconciliación –si no de los bandos, de las Vírgenes- tal lo que señala
Alejandro Rosas.
Al final, triunfó la causa insurgente y la Virgen de Guadalupe. No en
términos religiosos, ni porque fuera mayor la devoción del pueblo por ella;
venció porque era un símbolo de unidad; un elemento que conjuntaba a todos
aquéllos que se consideraban pertenecientes al mismo terruño; aquéllos que
veían la historia desde 1521 como algo común a todos. La Guadalupana era una
Virgen innegablemente mexicana. Con la consumación de la independencia, en
1821, llegó la reconciliación de ambas advocaciones a los ojos de los
mexicanos:
La Morena y La Generala compartirían un
futuro común en un país que iniciaba su andar en la historia.
Aun reconociendo el
predominio alcanzado por la Virgen de Guadalupe es importante hacer notar que la
devoción hacia la Virgen de los Remedios –cuya fiesta se celebra el 8 de
septiembre- se mantiene en diferentes
rumbos del país (Naucalpan, Zitácuaro, Nacajuca, San Juan del Río, Chihuahua,
Acatepec, etc.). En Cholula, el templo que le está dedicado se sitúa en la cima
de una pirámide que aún no había sido descubierta cuando se inició la construcción
del mismo.
1 comentario:
Gracias, el tema es interesantísimo y nadie puede aspirar algún día entender algo de México sin tener en cuenta la compleja semiosis que significan sus vírgenes para el conjunto de la vida social.
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