El clima tiene que ver –y mucho más de
lo que se podría suponer- con los diferentes movimientos sociales; Ildefonso
Julio Zavalla invita a considerar el punto con mayor detenimiento.
Aún no hemos hecho debida justicia a la
lluvia, el viento, el frío y el granizo. Fenómenos vulgares, ciertamente,
que suelen fastidiar al hombre cuando se repiten con excesiva frecuencia o se
mantienen con absurda pertinacia. Pero olvidamos que la lluvia no sólo sirve
para mojar la tierra, y el viento para levantar polvaredas. Otra misión
cumplen, con el frío, y es la de su influencia en los destinos de la
humanidad.
Desde esta perspectiva, la lluvia –de acuerdo
con Zavalla- es un fiel aliado del poder y cuanto más intensa más funcional a
los intereses de los gobernantes en turno.
-Podéis dormir tranquilo, señor. No
habrá desórdenes: llueve...
Cosa bien probada es ésta: la ducha
celestial es el calmante soberano para las agitaciones de la multitud. (…) Bajo
agua no hay sublevaciones, ni turbas incendiarias. Con la cabeza mojada no
nacen las revoluciones. Se resfrían, estornudan... Todo esto requiere tiempo
seco y cielo limpio…
Por otra parte, sostiene Ildefonso Julio
Zavalla, el viento ha tenido un papel fundamental en el devenir histórico.
El viento juega también su papel
histórico. Si las carabelas de Colón no hubieran sido empujadas hacia el sur,
quién sabe cuántos años habrían transcurrido antes de que otro navegante nos
descubriera...
Fue una gran tempestad la que destruyó
la armada invencible. Y por eso dijo Felipe II, con honda amargura:
-Yo mandé mis barcos a luchar contra los
hombres, pero no contra el viento, el frío y las olas.
Y gracias a ese viento terrible que
encrespó el mar y dio cuenta de las naves españolas, se abrió para Inglaterra la
edad de su grandeza. ¿Cuál fue, por ejemplo, el acontecimiento más importante
de la guerra de los 30 años? La muerte de Gustavo Adolfo. ¿Y quién lo mató? La
niebla. En ella se extravió hasta caer en campo enemigo.
Asimismo los fenómenos de la naturaleza
también gravitan -¡y vaya de qué forma!- en los destinos individuales tal como
lo ejemplifica Zavalla: “¿Por qué se hizo monje Martín Lutero y luego sus
teorías conmovieron al mundo entero durante siglos? Pues porque salvó su vida
de un rayo, e hizo la promesa de dedicarse a la religión.”
Más conocida es la influencia del frío en los procesos
históricos y a ello también alude el autor citado.
¿Por qué sucumbió la famosa flota
holandesa ante el ejército francés, y la caballería, -¡la caballería!-, de
Pichegrú pudo tomar a las naves por asalto? Pues, porque hacía frío, y el
hielo inmovilizó a la flota.
El frío derrotó a Napoleón en Rusia, y
el frío, pues, marcó el comienzo de la decadencia del gran corso.
¿Cuál fue el verdadero origen de la Revolución Francesa ?
Dígase lo que se quiera en cuanto a causas políticas y sociales, pero lo cierto
es que sin frío no hubiera habido revolución. Frío y granizo desde los Pirineos
a Flandes, con ruina y desolación; frío que acabó con todas las cosechas y
saturó de hambre, miseria y rebelión al pueblo entero.
Una síntesis de lo anterior le permite a
Ildefonso Julio Zavalla enunciar conclusiones que los analistas políticos
deberían tener en mayor consideración.
El frío es revolucionario, pues; el
viento, oportunista; y la lluvia, conservadora. El frío está con el pueblo y
la lluvia con el gobierno. El frío y el granizo sacan de la casa al hambriento,
y la lluvia lo mete dentro. Si la lluvia es más fuerte que el frío, no hay
revolución. Pero si el tiempo seca, caen las Bastillas y comienzan a funcionar
las guillotinas.
Por tanto sería conveniente que a las
habituales mesas de análisis y debate del acontecer además de los politólogos
se invite a los expertos en meteorología que al parecer tienen mucho que
aportar.
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