El gremio devenido en corporación exige silencio
solapador entre colegas, solidaridad muda, complicidad de cuerpo. Esto sucede
con agrupaciones legales así como con las que se sitúan al margen de la ley. La
fidelidad a los menos significa traición a los más. Nosotros y ellos; los de
dentro y los de fuera. Al fin que todos tenemos nuestro día para celebrarnos y
agradecernos favores.
Esta peculiar manera de entender la
lealtad habita en casi todos los oficios y profesiones: clérigos, policías, líderes
sindicales, jugadores de futbol, vendedores de crucero, maestros, burócratas,
etc. Pero claro está que sus consecuencias no siempre son de la misma magnitud.
Basta con un ejemplo sucedido en España y que relata, en su personal estilo, Arturo
Pérez-Reverte.
En el ejercicio de la Sanidad, como en
todos los oficios del mundo, hay artistas y chapuceros, gente de bien y
cagamandurrias. (…) Esto viene a cuento porque la hija de unos amigos (…) María,
se llama la enana, tuvo un esguince por el que le escayolaron la pierna. Pero
se lo hicieron mal, inmovilizándole el pie en posición incorrecta, y ahora lo
lleva como una pata de hipopótamo, y tendrá problemas circulatorios -tiene once
años- el resto de su vida.
Después de reprimir sus ganas de actuar
directamente sobre el galeno, el padre de la niña afectada comenzó a recorrer
la vía legal. Sólo que para ello requería el juicio conocedor de los expertos,
que casualmente eran colegas de quien había sido responsable del estropicio.
Empezó a llevar a su hija a diversos
médicos, a fin de que certificaran la desgracia; mas, para su sorpresa, aunque
todos se indignaron con la chapuza, cuando se les pidió un dictamen médico por escrito,
ninguno accedió a proporcionarlo. Hasta hubo quien llegó a decir que no podía,
moralmente, desautorizar a un compañero de profesión. El caso es que la
chiquilla seguirá con su pie fastidiado de por vida, el matasanos que se lo
desgració continúa ejerciendo como si nada, el padre de María está ahorrando
para comprarse una escopeta del doce con cartuchos de posta, y cualquier día
salen todos en los periódicos, pero a lo bestia.
Hay que subrayar –tal como lo hace
Pérez-Reverte- que esta forma de proceder no es exclusiva de los médicos debido
a que “es algo muy frecuente entre las putas, los jueces, los políticos y los
periodistas, por citar unos cuantos ejemplos más o menos respetables”.
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