jueves, 10 de agosto de 2017

Cuando enseguida no es enseguida


En otra ocasión ya nos hemos referido a algunas variaciones en las formas de medir el tiempo (http://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.mx/2013/11/el-tiempo-que-transcurre-en-otro-tiempo.html).  Pero ahora Álex Grijelmo nos permite ahondar en otro aspecto de la cuestión.

Las televisiones privadas (…) van a lograr pronto que cambie la percepción general sobre el significado del adverbio “enseguida”.
Anuncian a cada rato: “Enseguida, nuestro invitado sorpresa”. “Las imágenes más esperadas… enseguida”. Y en los programas deportivos: “No os perdáis el macrorresumen del partido de Mestalla, enseguida en #directogol”.

Ante ello Grijelmo quiso verificar la pertinencia de estos anuncios. “He medido alguna vez la duración de esos ‘enseguidas’, y entre el momento en que aparecen los avisos y la llegada de lo prometido pueden transcurrir 20, 25 o 30 minutos.” Ello forma parte de una estrategia cuidadosamente estudiada. “Se trata de una manipulación más que están implantando los hechiceros de las audiencias en la búsqueda de ese efecto pegamento que pretende mantener al público adosado a la pantalla y sin permitirse ir un rato al baño.”

Claro está –según Grijelmo- que el uso de la expresión considerada dista mucho de ser adecuado.

El Diccionario define “enseguida” como “inmediatamente después en el tiempo o en el espacio”. Sin embargo, lo que se suele ver “inmediatamente después” de ese “enseguida” es cualquier cosa menos lo anunciado. Los minutos pasan y pasan, se intercalan eternos cortes publicitarios, tertulias, entrevistas irrelevantes, reportajes de refrito, imágenes en una cinta sin fin que alargan la espera hasta hacerla insoportable… Y “enseguida” equivale a “de seguido”: sin romper la continuidad.

La audiencia, afirma Álex Grijelmo, acepta sin más este estado de cosas pero desconfía de la inmediatez anunciada. “Con el tiempo, eso sí, el público aprende que ‘enseguida’ no significa ‘enseguida’. Que las palabras de ellos no son las nuestras.” Concluye afirmando que la tolerancia ante la televisión no aplica en otros ámbitos. “Pero pobre del camarero que suelte ese mismo ‘enseguida’ falso después de que los comensales hambrientos le pregunten que cuándo estará lista la paella. A él le puede caer la mundial.”

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