martes, 8 de agosto de 2017

Introducción intensiva


Sí, yo entiendo que el tiempo en el cine es escaso y caro pero aún así… Más de una vez me ha sucedido que apenas iniciada la película aparecen unas cuantas líneas que procuran ubicar al espectador tanto en el tiempo como en el espacio en que tienen lugar los acontecimientos, sin embargo en lo que a mí respecta de muy poco me ha servido ese intento compasivo del director que me deja más confundido. En mi opinión el problema se debe tanto a la velocidad con que transcurren esas líneas en la pantalla (proeza inalcanzable aún para destacados alumnos en cursos de lectura rápida) así como por la enorme cantidad de datos que manejan (deben suponer que el público es muy versado en el tiempo histórico en que se desarrolla la película).

Al leer la experiencia de Wislawa Szymborska a este respecto experimenté una especie de consuelo al sentirme acompañado en mis tribulaciones.

La historia es una fuente inagotable de temas, por esa razón el cine bebe de ella hasta saciarse y la utiliza de maneras muy diferentes y con distintos objetivos. (…) Pero la razón principal para desconfiar de las películas históricas son esas terribles introducciones en forma de subtítulo que tienen que introducir al espectador in medias res. Explicaciones que desaparecen siempre demasiado rápido, antes incluso de poderlas terminar de leer o de retenerlas en la memoria.

A continuación Szymborska ofrece un ejemplo del tema que nos ocupa.

Sin embargo, dado que me parecen un subgénero significativo de la literatura cinematográfica, trataré de dejarles aquí una muestra de su espíritu: “A la enigmática muerte de Palliser XXIII, el último rey de los Homínidos, estalló una sangrienta disputa por las Tierras Altas entre el antiquísimo linaje de los príncipes del Pentágono y la camarilla palaciega, al frente de la cual se encontraba el barón de Neanderthal, Cherep I el Chabacano, nieto de la vengativa Filogenia, sobrina del decrépito Hundschwats, el triunfador del valle. Mientras tanto, tras los muros de Shayba, en las orillas del Rubicón, sitiados desde hace 117 años, ha estallado una terrible epidemia de diabetes. Se han roto los tratados con los pequineses. La vida de Gibon el Epígono, el monarca menor de edad de los Bumeranes, está en peligro. El pueblo comienza a cuchichear y a partir para Baden-Baden”…

Se ruega a los directores que tomen nota de las apreciaciones de tan notable escritora y en lo futuro se compadezcan de quienes asistimos al cine.

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