martes, 15 de agosto de 2017

Escribir, ¿para qué?


Con frecuencia a los escritores se les interroga acerca de su oficio: ¿cómo escriben?, ¿cuándo lo hacen?, ¿por qué escogen el tema? y -claro está que no puede faltar- ¿para qué escriben? Veamos algunas respuestas a esta última pregunta.

Para algunos la realidad no lo es todo. Así Fernando Pessoa –citado por Jorge F. Hernández- escribía “porque la realidad no basta.” 

En otros casos es cuestión de vida y muerte, por lo que Augusto Roa Bastos se sinceraba: “Escribo para evitar que al miedo de la muerte se agregue el miedo a la vida.” 

Hacer frente al aburrimiento y a los momentos críticos de la vida también se ubican entre las causales, según lo sostenido por Enrique Jardiel Poncela: “Escribo, porque nunca he encontrado un remedio mejor que el escribir para ahuyentar el tedio, y en las agudas crisis que jalonan mi vida siempre empleé la pluma como un insecticida.”

No faltó quien devolviera la pregunta, tal como aconteciera con Graham Greene: “A veces me pregunto cómo se las arreglan los que no escriben, los que no componen música o pintan para escapar de la locura, la melancolía, del terror inherente a la condición humana.” 

Rosalía de Castro escribía aun a sabiendas que no hay espacios para la originalidad:

Bien sé que no hay
nada nuevo bajo este cielo,
que antes otros pensaron 
las cosas que ahora yo pienso.

Y bien, ¿para qué escribo?
Bueno, porque así somos,
reloj que repetimos
eternamente lo mismo.
La curiosidad es otra de las motivaciones que mueven al escritor, tal como acontece a Etgar Keret: “(…) el incentivo más grande que tengo para escribir es el de enterarme qué ocurrirá después. Si me quiero enterar, tengo que escribirlo. Yo leo y escribo a la vez. Si supiera lo que va a ocurrir, si conociera ya el final, creo que mi curiosidad se perdería y también la del lector.”
A veces las razones son muchas y de ello da cuenta Octavio Paz: “He escrito y escribo movido por impulsos contrarios: para penetrar en mí y para huir de mí, por amor a la vida y para vengarme de ella, por ansia de comunión y para ganarme unos centavos, para preservar el gesto de una persona amada y para conversar con un desconocido, por deseo de perfección y para desahogarme, para detener al instante y para echarlo a volar. En suma, para vivir y para sobrevivir.”

Ahora lo dejamos por aquí. Volveremos al tema con otras opiniones.

1 comentario:

Maurito dijo...

Para encontrar las raíces. Si las encuentran dejan de escribir