jueves, 5 de octubre de 2017

Contraindicación de los uniformes


Entre aquellos que conforman la clase alta están quienes prefieren que las personas que trabajan con/para ellos (la servidumbre, como se decía antes) lo hagan ataviados con riguroso uniforme que deja en claro el lugar que ocupa cada quien.

Pero la historia enseña que esto tiene sus riesgos, tal como se puso de manifiesto en Roma y de lo que da cuenta Wislawa Szymborska.

En Roma, naturalmente, el ciudadano de pleno derecho se distinguía del resto llevando una toga, pero su uso era muy poco frecuente durante los tiempos del Imperio. Por la calle, no era nada fácil apreciar la diferencia entre un individuo libre y otro que no lo era: solía ocurrir que los esclavos salían de casa cubiertos de oro para presumir, mientras que los ciudadanos libres se ponían el primer trapo que encontraban.

Esta ausencia de diferenciación social generó airadas resistencias entre quienes consideraron que ello resultaba francamente intolerable. “Gibbon cuenta –añade Szymborska- que un buen día se presentó en el Senado una moción que pretendía poner punto final a aquella escandalosa situación y votar a favor de un uniforme reglamentario para todos los esclavos.”

Aquel proyecto no prosperó pero no se crea que por razones humanitarias o de nivelación social; Szymborska aclara la cuestión

El Senado desestimó la propuesta no porque amase la democracia sino justamente por todo lo contrario: los esclavos, ataviados todos ellos con uniformes, se darían cuenta de inmediato de su abrumador número… ¡He aquí la complicación!

Lecciones de la historia.

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