jueves, 19 de octubre de 2017

Mejillas


Todos los bebés forman parte de una campaña involuntaria de promoción de la natalidad además de tener el poder de inspirar los sentimientos más elevados en los adultos que los contemplan. Josep Pla ofrece su testimonio al respecto y destaca el papel que jugaban sus mejillas. 
Mis padres se casaron jóvenes, a los veinte años, con una salud perfecta. Así, tuve la fama, pocos momentos después de haber nacido, de criatura bien constituida. Ahora, a las criaturas, las pesan muy a menudo y en las farmacias hay, desde hace poco tiempo, balanzas con cuna para pesarlas. En mi tiempo, esto todavía no se estilaba. Si se hubiese hecho, yo hubiera resultado un peso fuerte de la infancia. Mi madre solía contarme que cuando ella o la niñera me sacaban, con el cochecito, a pasear, las parejas de enamorados que encontrábamos se embobaban ante mis mejillas. Las señoritas me hacían fiestas y me decían cosas extrañísimas, con el extrañísimo tono de voz que se usa para hablar con los críos. Después, miraban al joven que tenían al lado, con una media sonrisa como queriendo decir: – Veremos si sale como éste el que me harás…
El joven debía bajar los ojos púdicamente, con un aire de modestia y de exquisita urbanidad. Quizá pensaba: –Haremos lo que podamos…
Me hace gracia pensar que no tuve que hacer más que nacer y salir de paseo por las calles para provocar ideas elevadas y movimientos de calidad en los habitantes de mi villa natal.

La evocación de Pla concluye con un dejo de nostalgia que muchos de sus lectores podríamos hacer propio: “De mayor, no he llegado nunca a producir unos resultados tan convenientes y admirables.” Lástima.

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