jueves, 8 de marzo de 2018

Demóstenes


De la Grecia clásica nos llegan ecos de la brillantez alcanzada por la oratoria de Demóstenes, así como del enorme esfuerzo que debió realizar para lograrlo. Existen distintas versiones del hecho, citamos la de Gregorio Doval que sigue el testimonio de Plutarco.

En su famosa obra Vidas paralelas, el historiador y biógrafo Plutarco relata la peripecia vital del gran orador griego Demóstenes (384-322 a. C.). Según él, Demóstenes, hijo de un acaudalado fabricante de armas, quedó huérfano de padre a los siete años, viviendo su infancia entre los mimos de su madre con un total descuido de su educación. A los dieciséis años oyó hablar a Calístrato y esto decidió su vocación de orador. Sin embargo, adolecía en los comienzos de su carrera pública de cierta falta de voz, torpeza expresiva, tartamudez debida a una incorrecta respiración e, incluso, de lo que hoy llamaríamos fobia a hablar en público, todo lo cual lógicamente lastraba su arte oratoria. Consciente de sus limitaciones y aconsejado por el actor Satiros, Demóstenes se propuso superarlas con su propio esfuerzo. Para ello, se hizo construir un estudio subterráneo y se encerró en él para ejercitar su voz y perfeccionar su oratoria. Incluso, cuenta Plutarco, se afeitó media cabeza para que su aspecto fuera tan grotesco que le impidiera salir a la calle. Allí pasó tres meses seguidos sin ver la luz del día, practicando sin cesar y declamando con piedras en la boca. El éxito de su fuerza de voluntad aplicada en dicho encierro fue asombroso, a juzgar por su fama de mejor orador griego de todos los tiempos.

A esta historia recurren con harta frecuencia los maestros de oratoria en los cursos que imparten a quienes entrenan para hablar en público. Lo que estos especialistas omiten son las sospechas que el hecho despertó en George Bernard Shaw, quien expresa con su humor característico: “Mucho se ha hablado de la anécdota de Demóstenes que se curó del tartamudeo metiéndose en la boca unos guijarros. Creo que la anécdota es falsa. De haberlo hecho se hubiera roto los dientes. Yo practico otros métodos.”

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