martes, 6 de marzo de 2018

Miss Mowcher y Charles Dickens


Es posible aproximarse al perfil de las personas por medio de pequeñas historias y gracias a Emmanuel Carrére conocemos la que hoy presentamos.

(…) las novelas de Dickens aparecían por entregas. Cada fascículo era esperado con una impaciencia sólo comparable quizás a la que provocaron los últimos volúmenes de Harry Potter o las grandes series de televisión. En el desarrollo de David Copperfield apareció una mujer pequeña –digo pequeña porque era enana- una peluquera de nombre Miss Mowcher. Era chismosa, hipócrita y aduladora: parecía haber llegado para convertirse en una gran malvada. Es sabido que mientras mejor está diseñado el personaje malo, más éxito tendrán la película o el libro. En Inglaterra todos aguantaban la respiración esperando las maldades que haría Miss Mowcher.

Hasta allí todo marchaba muy bien…

Pero un buen día Dickens recibió una carta de una mujer pequeña, una enana pedicurista que decía: “A causa de los rasgos físicos que compartimos, la gente que me rodea me ha identificado como Miss Mowcher y creen que soy una malvada; no lo soy, se lo aseguro. Me tienen desconfianza, murmuran cuando paso, recibo cartas amenazadoras, mi vida se ha convertido en un infierno.”

La decisión no era fácil: un cambio en el personaje podría significar el fin del éxito de aquella novela por entregas. Continúa Carrére

Dickens no lo dudó. En lugar de responder que no era su problema o que era una locura que hubiera gente que se atreviera a incluirse en sus libros y reconocerse en ellos, ¿saben qué hizo? Modificó la intriga. La estropeó. Todo estaba dispuesto para que Miss Mowcher fuera mala, el libro necesitaba su maldad. Sin embargo, en la entrega siguiente, se volvió amable, un ángel celestial bajo su apariencia desagradable.

Aquella historia -tal como acontece en algunas ocasiones- terminó bien para todas las partes involucradas ya que “(…) el libro siguió teniendo éxito. Ciertamente más que antes: estoy seguro que le dio buena suerte.” Y concluye Emmanuel Carrére la narración de este relato haciendo un merecido reconocimiento a Charles Dickens.

Es posible que yo idealice los motivos de Dickens al igual que exageré un poco la importancia de Miss Mowcher en David Copperfield. Pero pienso que modificar la realidad soberana de su libro para no lastimar a una mujer pequeña de provincia, no fue sólo el mayor gesto de generosidad sino también la mayor libertad que puede ejercer un escritor. ¿En el fondo la generosidad y la libertad no son lo mismo?

No hay comentarios: