martes, 27 de marzo de 2018

Un librero que no vende


La experiencia sugiere a quien guste mucho de los libros y la lectura que no debería meterse a librero, tal como se desprende de lo que cuenta Émile Faguet –citado por Juan Domingo Argüelles- “(…) Millevolle, en su juventud, era dependiente de librería. Su patrón lo sorprendió leyendo: ‘¡Leéis, joven!, ¡Nunca seréis librero!’”.

Si el librero tiene alta estima y consideración por los libros que posee, no le será nada fácil desprenderse de ellos. José Luis Melero –verdadero conocedor del tema y poseedor de una gran biblioteca- presenta un caso por demás ilustrativo, protagonizado por José Pedro Vindel miembro de una familia con larga tradición en el oficio

El gran Pedro Vindel (1865-1921), tal vez el más importante librero español de todos los tiempos (…) Tuvo tres hijos libreros: Pedro, Francisco y Victoria. (…) Un nieto de Vindel ha sido también librero: José Pedro Vindel. Y un librero muy raro y peculiar, pues nunca quiso vender sus libros.

Para lograr tal objetivo “inventaba cualquier pretexto (…), ponía unos precios desproporcionados para que nadie se los comprara y apenas abría la tienda”. Tanto sus colegas como los bibliófilos –siempre siguiendo a Melero- especulan en relación a las joyas bibliográficas que aun se encontrarían en esa peculiar librería con vocación de pocas ventas.

Este nieto del fundador de la saga aún vive (…) Tiene la que fue su librería –en la calle del Prado, número 7- cerrada desde hace más de 20 años y todos los libreros hacen cábalas sobre las maravillas que puede haber allí y sueñan con joyas bibliográficas heredadas del primer Pedro Vindel.

Concluye José Luis Melero: “La isla del tesoro en el centro de Madrid”.

Interesados en el tema, quedan avisados.

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