En décadas recientes ha tomado
relevancia el concepto de autoestima (hay quienes prefieren hablar de
autovaloración). Muchos son los expertos que ponen énfasis en la importancia
que adquiere la valoración de sí mismo para el desarrollo personal. Es así como
han proliferado cursos, talleres y encuentros que se centran en esta temática.
Están aquellos que tienen un pobre concepto
en relación a su persona, lo que puede dar lugar a un conjunto de efectos
negativos. Otro caso es el de quienes tienen una adecuada autoestima que
constituye un factor de protección en sus vidas. Las diferencias entre unos y
otros seguramente tienen que ver con temperamento, habilidades personales, carácter,
educación familiar, ambiente, etc.
En un recorrido por su historia personal
Federico Fellini -caracterizando a la región de Romaña a través de sus
personajes- nos presenta a Giudizio.
En el Café Commercio estaba Giudizio, un
retrasado mental que ayudaba a las mujeres a descargar la furgoneta (…) A las
seis de la tarde, Giudizio abandonaba de pronto esos trabajos, por los que nada
recibía, y se iba a dar una vuelta por el paseo marítimo, vestido como un
payaso. Mezclado con los extranjeros, le daban una especie de delirios mundanos.
Luego de darnos a conocer al personaje,
Fellini relata –en tanto protagonista de los hechos- lo sucedido en una ocasión.
Una noche, estábamos en el café
enzarzados en las interminables discusiones de siempre, cuando se oyó en la
calle el chirrido de un auto. Se abrió la puerta y aparecieron tres personas
extranjeras: como Hans Albers con Anita Ekberg y Marilyn Monroe. Todos
mirábamos extasiados la aparición. El hombre, que llevaba un abrigo de piel,
pidió un licor de una marca que no había y se contentó con otra. Una de las dos
mujeres, la más inquietante, miraba al vacío. Después salieron, se subieron a
un auto fantástico y desaparecieron en la noche.
El final de este episodio no tiene
desperdicio
Seguíamos todos embobados, cuando
Giudizio, en medio de aquel silencio, dijo: “Si esa me diera 50 francos, me la
tiraría”. Pretendía que encima le pagara.
Todo parece indicar que el bueno de Giudizio
no andaba necesitado de ningún curso de autoestima.
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