Por
estos días andaré de cumpleaños. No seré demasiado original al decir cosas
como: ¡me parece mentira!, ¡qué rápido se va la vida!, ¡parece que fue ayer que
cumplí 40! y tantos lugares comunes por el estilo. Hace algún tiempo que
integro el gremio de los sexagenarios.
Como
la ocasión lo amerita traigo a colación algunas citas en relación al tema de
los años de vida. Comencemos con Marguerite Yourcenar quien, en una carta
dirigida a Jeane Carayon, dejaba en claro que se sentía de distintas edades
según lo que estuviera haciendo.
Me
atreveré a decirle que no pienso tanto en la vejez; nunca creí que la edad
fuera un criterio. No me sentí particularmente joven hace cincuenta años
(cuando tenía veinte, me gustaba mucho la compañía de la gente mayor), y no me
siento "vieja" hoy. Mi edad cambia (y siempre ha cambiado) de hora en
hora. En los momentos de cansancio tengo diez siglos; en los momentos de
trabajo, cuarenta años; en el jardín, con el perro, tengo la impresión de tener
cuatro años.
Por
otro lado Josep Pla –entrevistado por Salvador Pániker- admite estar casi
avergonzado de los años que sumaba: “Yo tengo una edad descarada, tengo sesenta
y ocho años; una edad absolutamente escandalosa. A esta edad todo es diferente.”
Para
Alfonso Reyes uno de los peligros de contar ya con cierta edad (o ser adulto mayor, gente grande, persona mayor, tener
edad avanzada, o lo que usted guste y mande del nomenclator de nuestro tiempo) reside en tomarse demasiado en serio
a sí mismo atribuyendo excesiva importancia al propio trabajo.
En rigor, los peligros de la “cierta edad” consisten
en eso: en tomarse demasiado en serio a sí mismo, signo evidente de fatiga.
Toda fatiga es gravedad, gravitación, pesantez, pesadumbre. El prudente, ¿o
imprudente?, Bertrand Russell pide a los médicos que manden de vacaciones, que
impongan una cura de aire y de reposo a todo el que cree demasiado en la
importancia de su trabajo, porque éste es ya un primer síntoma de surmenage.
Tengo
mucho que agradecer ante un nuevo cumpleaños y -retomando la sugerencia de don
Alfonso en cuanto a evitar que con la edad enfermemos de importancia- concluyo
haciendo mía la célebre salutación de cumpleaños enviada en cierta ocasión por
Groucho Marx: “Si sigues cumpliendo años acabarás por morirte. Besos, Groucho.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario