martes, 15 de enero de 2019

Una investigación que dio pena (propia y ajena)


Uno corre el riesgo de suponer –y por lo visto en forma injustificada- que este tipo de errores no pueden ser cometidos por investigadores altamente calificados pero…

Fue Lourdes Gómez quien hace unos años refirió el caso. El gobierno británico había encargado al Instituto de Sanidad Animal, en Edimburgo, un estudio que implicó cuatro años de exhaustivas investigaciones con el fin de “determinar si la enfermedad de las vacas locas podía transmitirse a las ovejas”. Pero resulta que el citado trabajo

(…) se ha convertido en uno de los más colosales planchazos en la historia de la ciencia oficial. Los investigadores han admitido que las muestras de cerebro de oveja que han utilizado eran en realidad de vaca. El estudio, como es natural, no sirve absolutamente para nada.
El trabajo estaba ya a punto de presentarse oficialmente cuando los expertos se dieron cuenta del error. De no haberse percatado, el trabajo podría haber desatado una alerta alimentaria sobre la seguridad de los productos de cordero, con incalculables perjuicios económicos. (…)

Tal como era de esperar, y siempre siguiendo la crónica de Lourdes Gómez, las repercusiones no fueron menores.

El error arruina cuatro años de investigación enfocada a averiguar si el ovino británico estaba libre del mal de las vacas locas durante la década de los noventa. Pese al fiasco, el Gobierno reiteró ayer [18 de octubre de 2001] que el consumo de cordero no acarrea riesgos para la población. “Me quedé de piedra al enterarme”, declaró ayer el director de la agencia alimentaria británica (Food Standards Agency), sir John Krebs. “Esto desborda la credibilidad”, añadió el portavoz de la oposición conservadora Peter Ainsworth.

Sabido es lo difícil que resulta dar la cara en situaciones de este tipo, en las que lo más a que se puede aspirar es a no salir tan golpeado del evento. Así las cosas quien tuvo a su cargo la ingrata tarea –y seguramente tratando de administrar el control de daños- procuró rescatar lo bueno dentro de lo malo. “Ante el alud de críticas, no siempre formuladas en tono cortés, un portavoz del Ministerio de Agricultura salió al paso señalando que la detección del embarazoso error ha evitado el sacrificio de todos los rebaños de ovejas del Reino Unido.”

Es posible conjeturar que el argumento expuesto no debe haber sido del completo agrado de quienes siguieron el caso.

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