martes, 5 de febrero de 2019

Cuando la pasión deviene en prima hermana del fanatismo


Ciertas pasiones alcanzan un carácter totalizador y monoteísta tal como afirma Wislawa Szymborska en su reseña del libro Cuando los manzanos echen flor de Szczepan Pieniazek (Varsovia, Wiedza Powszechna, 1971) cuando señala que “toda pasión exige para sí exclusividad y no se presta a conciliación posible con la anterior”. Y a continuación desarrolla su idea.

Si ahora me enamoro locamente de los árboles y los arbustos frutales, estaré obligada a sentir una enemistad inmediata hacia las veinte mil criaturas vivas que pueden causarles cualquier mal. Adiós a mi antigua simpatía por los alces, ya que devoran las ramitas jóvenes de los huertos. Adiós a mi devoción por las liebres, ya que también son unas glotonas. Por los mismos motivos, debo mostrar a partir de ahora una vívida aversión al corzo y a la ardilla. ¡Que salgan de mi corazón los topos, los ratones y los murciélagos! ¡Fuera de aquí, estorninos, gorriones, cornejas y chovas! Sin el amor por los insectos caminaré un poco más ligera, ya que son tantos que nunca pude adaptarme bien a un grupo tan numeroso. Pero confieso haber sentido, incluso dentro de un grupo como el de los insectos, ciertas afinidades a las que necesariamente tendría que renunciar ahora. Como alimentar la inadmisible, si bien puramente estética, inclinación por la dysdera crocata, una pequeña araña púrpura. Siempre la he considerado como una de las extravagancias más graciosas de una naturaleza que la ha colocado a la vanguardia de la gracia y la desenvoltura. Y ella, mientras tanto, se dedica a extraer los mejores jugos de los manzanos y los ciruelos.

Al llegar a este extremo, Szymborska reconoce sus contradicciones al respecto.

Pero, a lo mejor, no debería traicionar a la dysdera crocata. A lo mejor debería amarla como antes. ¿Amarla a pesar de todo? ¿Amarla mientras estoy mordiendo mi manzanita sana, que es sana justamente porque en buena hora acabé con toda la familia de la dysdera crocata? ¿Seguir amándola de una manera hipócrita y perversa?

Ante tal cuestionamiento, concluye: “Si no es posible de otra manera… Será entonces que todo nuestro humano amor a la naturaleza está corrompido por la hipocresía y la perversión…

¿Y usted que opina?

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