Se dio
cuenta del hecho en una nota de prensa de abril de 2017 y el título ya lo decía
todo: “Un conocido actor italiano hizo toda la función pese a no tener ni un
solo espectador”. ¿Cómo empezó la cosa?
Cuando le
dijeron que no había vendido ni un solo billete, el actor, de 65 años,
respondió: “levanten el telón, el espectáculo se hace igual”
“Maestro,
no sabemos cómo decírselo, pero esta noche en el teatro no hay ni un sólo
espectador”. Las caras de las personas que vendían las entradas estaban
pálidas, pero el actor siguió mirando el espejo de su camarín mientras lo
maquillaban. Impertérrito.
Suspiró,
levantó un poco la cabeza y les contestó: “Voy a escena igual, esta noche el
espectáculo se hace”. Su monólogo, de una hora y veinte minutos, lo realizó
íntegro. Y fue una de sus mejores actuaciones. Esta historia es verdadera.
Sucedió el sábado por la noche en el Teatro del Pueblo, de la ciudad de
Gallarate, Italia.
Podía pensarse
que se trataba de un mal actor o de un desconocido en el mundo teatral o de un
principiante, pero el supuesto no trae verdad.
(…) el
actor se llama Giovanni Mongiano, de 65 años. Un actor muy respetado, muy serio
y siempre con público. Salvo esta vez.
El
espectáculo que está presentando se llama Improvisación
de un actor que lee. Una obra irónica que había llegado a su 70°
representación. Mongiano no es un actor del montón. Tiene 45 años de carrera, y
su actitud ha despertado una ola de aprobaciones en el mundo del espectáculo,
que se sintió identificado con ese hombre al que no le importó el papelón de un
teatro vacío.
Mongiano
transformó su actitud en una poética declaración de amor. Y explicó porqué lo
hizo: “Fue un impulso irresistible, debía hacerlo. Un acto de amor pero también
un gesto provocativo y simbólico”.
La foto
del actor, con el teatro vacío, está dando la vuelta al mundo. Su gesto asume
el sabor de una resistencia humana y artística. Y Mongiano lo sabe: “Nunca me
pasó algo igual. Como actor hay que aprender que no importa cuantas personas
hay en la sala, la función se hace por respeto al teatro y a la gente. Cuando
hice esta función sólo había cuatro personas en la sala. Yo sobre el escenario,
el técnico de iluminación, mi asistente y una vendedora de billetes en la
puerta de la sala. Pero ni ella se quedó. Sentí que sonó su celular y se fue”.
Las
sospechas y conjeturas no se hicieron esperar: seguramente el acontecimiento
fue fabricado por el propio actor de
acuerdo a lo que le recomendara alguna agencia de marketing con el objetivo de
ganar presencia pública. Parece que esta suspicacia no tiene sustento alguno.
Alguno
pensó que podía ser un truco publicitario. El actor lo negó: “Un invento. Yo ya
había cobrado mi contrato con anticipación. Podía haberme ido tranquilo a cenar
y no hacer el espectáculo. Si lo hubiera hecho, esa noche habría tenido
pesadillas. Y dormí magníficamente”.
¿Por
qué no llegaron los espectadores? Se presentaron varias explicaciones al respecto.
Nadie
sabe porqué sucedió lo del teatro vacío. Esa función era en Gallarate, un
pueblo de 52.000 habitantes que tiene cuatro teatros y siempre están llenos. El
actor culpa a los organizadores y su falta de publicidad, y los organizadores
culpan a la prensa por no haberle dado magnitud al evento.
En la
nota de prensa que informa del hecho se arriesga otra posible causa: “Se nota
que entre lo chabacano y la cultura, muchos eligen lo primero. Lástima.” Y
cierra con una buena dosis de tristeza y nostalgia.
Ahí
arriba del escenario había un actor. Que realizó su espectáculo sin tener
espectadores. En tiempos en donde un reality televisivo junta a millones para
ver la nada, un tipo tuvo el coraje de entregar cultura.
No se
por qué, pero hoy decidí evocar a Giovanni Mongiano y su digna actitud de
resistencia.
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