Seguramente
a causa de la enorme expansión de la economía china, en años recientes han ido
apareciendo escuelas donde se enseña ese idioma. Sin ir más lejos, a tres
cuadras de donde vivo un instituto anuncia sus cursos de chino-mandarín. Y es
que como dice Wislawa Szymborska “vivir en este mundo y no saber nada acerca de
la escritura china es un sinsentido”.
Ahora
bien, la empresa no parece sencilla ya que –continúa Szymborska- es “una
escritura cuyos símbolos no designan sonido alguno, sino el significado de las
palabras”. Y expone a manera de ejemplo que “el símbolo que designa ‘tranquilidad’
se compone de tres elementos pictográficos: tejado, corazón y vasija”, lo que
constituye “un poema microscópico en sí mismo”.
Señala
Szymborska que “en el carácter ideográfico de este alfabeto ha sobrevivido
hasta el día de hoy una pronunciada resistencia a los conceptos abstractos”.
Por otra parte, no pasa desapercibido el machismo vigente en tan milenaria
cultura. “También se ha conservado la antipatía por las mujeres. ‘Disputa’
representa de una manera gráfica y simplificada a dos mujeres; ‘infidelidad’, a
tres mujeres juntas…
Resulta
muy gráfica –siempre de acuerdo con Wislawa Szymborska- la distinción que se
establece entre esposa y amante. “Esposa
es una mujer y una escoba; amante,
una mujer y una flauta.” Y claro que la escritora polaca no podía dejar pasar
la oportunidad de agregar algo a ese respecto. “Desconozco la existencia de un
signo que represente el ideal al que nos conducen todas las revistas europeas
para mujeres: la fusión de la escoba y la flauta.”
Para
concluir estas consideraciones en relación a la escritura china, Szymborska se
pregunta: “Y por último, ¿qué aspecto tiene una máquina de escribir china?
Ahora mismo, me la imagino como un objeto del tamaño de una locomotora que es
transportado de un sitio a otro por ochenta enérgicas oficinistas.” Y añade: “En
tal caso, el símbolo de la oficinista sería la combinación de una mujer y un
dragón.”
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