En su calidad como
estudioso del tema Manuel de Olaguíbel estaba impresionado con el enorme
impulso que habían tomado las publicaciones -tanto libros como revistas y
periódicos- hacia fines del siglo XIX. A continuación transcribimos algunas de
sus anotaciones a este respecto y cabe aclarar que se mantuvo la grafía del
original que data de 1884.
No hay duda en cuanto a que uno de los indicadores para
dimensionar estas transformaciones está dado por el costo de las publicaciones.
“En el siglo XIII, una biblia pequeña manuscrita, valia en Inglaterra 30 libras
esterlinas, ó sean 150 pesos. Actualmente, el precio de una biblia es de un
peso, poco más ó ménos.” Otro indicador es el referente al tiempo que insumía
el proceso de edición.
Los
copistas duraban años enteros para concluir un volumen. Los trabajos
tipográficos eran muy lentos en los primeros años de la imprenta. En la
actualidad un ejemplo nos hará comprender el adelanto en la materia. El dia 30
de Junio de 1877, celebróse en Lóndres el cuarto centenario de la introduccion
de la imprenta en Inglaterra, por William Caxton; con ese motivo presentó Mr.
Gladstone un ejemplar de la Biblia, con pasta elegante y cantos dorados, de
1,000 páginas, compuesto, impreso, encuadernado y remitido de Oxford á South
Kensigton, con otros varios ejemplares, en diez y seis horas.
También llama la atención a Manuel de Olaguíbel la difusión
alcanzada por la prensa en aquellos días.
El
auge en que se encuentra actualmente la prensa periódica, comparado con sus
principios, es verdaderamente notable, y de ello puede darse una idea,
fijándose en un país cualquiera. (…)
Actualmente
se publican en Paris 836 periódicos: de ellos, 65 son politicos, 49 religiosos
(católicos 37, protestantes 10, y judíos 2), 66 de jurisprudencia, 95 de
economía política y comercio, 20 de geografía, 74 de bellas letras, 20 de
pedagogia, 52 de materias literarias y científicas, 68 de modas, 77 de
tecnologia, 75 de medicina, 46 de matemáticas y ciencias naturales, 22 de arte
militar y marina, y 31 de agronomía. Hay, además, 16 venatorios y 4 masónicos.
En
Alemania, sólo la prensa católica tiene en circulacion 368 periódicos y
revistas, impresos en lengua alemana.
Y aunque hoy cueste creerlo, de Olaguíbel evoca otros tiempos
en que los libros estaban encadenaban en bibliotecas y templos para evitar que
fueran hurtados.
Si
nos fijamos en los libros, recordando las épocas en que se encadenaban en los
templos y en las bibliotecas, para que se hiciera uso de ellos pero no pudieran
ser robados; haciendo tambien memoria de los tiempos en que el libro, por su
elevado precio, sólo entraba á la morada de los príncipes, encontrarémos
verdaderamente asombroso el adelanto.
En un análisis como el que nos ocupa, Manuel de Olaguíbel no
podía omitir datos relativos a los volúmenes editados así como al número de
libreros y bibliotecas.
El
año de 1876 se publicaron en Alemania 12,516 volúmenes, habiéndose dado á luz
en 1840 sólo 7,900. El número de libreros en 1820, era de 250; en 1840, el
número se habia duplicado; en 1864 llegó hasta la cantidad de 2,859; y hoy se
calcula que existen 5,500.
Un
último dato respecto de Bibliotecas: en 1776 existian en los Estados-Unidos 29
bibliotecas con 45,623 volúmenes. En 1875 se contaban 163,353 bibliotecas con
44.539,184 volúmenes.
Lo
anterior basta para que pueda formarse idea del progreso que ha alcanzado el
arte tipográfico, y el empeño con que se ve actualmente, en las naciones
civilizadas, la difusion de las luces. (…)
Los
benéficos monges de la Edad Média, cuando cumplian gustosos con sus reglas,
pasando su vida en la oracion y en el silencioso trabajo del Escritorio, estaban animados por el
mismo espíritu que los literatos del Renacimiento, que constantemente salvaban
del olvido los preciosos manuscritos de los clásicos antiguos.
El
mismo espíritu animaba á Guttemberg y á los primeros propagadores de la
imprenta, y despues ha seguido alentado á todos los que han protegido á los
escritores, y han impulsado la formacion de bibliotecas y escuelas.
Finalmente, de Olaguíbel advierte que –de acuerdo a su
criterio- no todas las publicaciones alcanzaban niveles de calidad.
Debemos
convenir en que, si bien es cierto que en nuestra época se publica una cantidad
fabulosa de volúmenes, la verdad es que son muy pocas las publicaciones que en
rigor de derecho pertenecen al género de las editions savantes. (…)
Para
columnas del edificio del renacimiento literario, necesitábanse hombres como
los Aldos y como los Etienne, como los Valls y los Turnebo. Tal era de
escolástica, por decirlo así, la huella que en pos de sí habian dejado no sólo
los profesores científicos, sino los poetas más inspirados, que para poder
entrar á la República literaria era preciso saber el griego, el hebreo y el
latin, y viajar despues de biblioteca en biblioteca, de claustro en claustro,
muchas veces hasta visitar los conventos del extremo oriente.
Es de suponer que de vivir en nuestros días, don Manuel de
Olaguíbel persistiría en este mismo señalamiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario