Cada quien, de
acuerdo a su sensibilidad y sus gustos, reacciona de diferente manera después
de visitar un museo. Pero en algunos casos –tal como el que cita Juan José
Millás- ciertos visitantes perciben que una de las piezas allí expuestas les
trae un mensaje personalizado desde el pasado remoto.
Volvió un par de
veces al Arqueológico, donde se había obsesionado con una humilde pieza prehistórica,
hecha en barro, que parecía empeñada en transmitirle a través de los siglos un
mensaje de su creador.
Pudiera suceder entonces que la persona
de que se trate quede obsesionada con ese objeto portador de un mensaje que
debe lograr descifrar. No sería extraño que, así las cosas, el sujeto visitara
con mucha frecuencia el museo y permaneciera durante horas ante aquel vestigio
del ayer perdido en sus elucubraciones.
Otro caso diferente es el de
quienes pueden identificar un aire de familia con algunos personajes plasmados
en las piezas expuestas; Adam Zagajewski ilustra este caso.
En el Louvre cuelgan de las paredes lienzos de
maestros de diversas escuelas: italianos, holandeses, españoles. Por los pasillos
de las galerías pasan multitudes de italianos, holandeses, españoles, de
rostros que a menudo se parecen asombrosamente a los rostros de los cuadros.
Pero existen situaciones mucho más asombrosas
en las que el visitante se reconoce en un cuadro determinado, ya no se trata de
un parecido sino que es uno mismo quien se encuentra en esa pintura. Eso fue lo
que le sucedió a José Manuel Caballero Bonald y que narra en entrevista de Ima
Sanchis.
En una de mis primeras visitas a
Barcelona me ocurrió un hecho definitivo. Fui a visitar el Museu d'Art
Modern de Catalunya y descubrí un retablo maravilloso, el de san Vicente,
de un pintor catalán de mediados del XV, Jaume Huguet. En él había un personaje
leyendo un libro eclesiástico y, entre los oyentes, estaba yo. (...)
Hice una foto, la amplié y descubrí que
incluso tenía una mancha rosácea, que es una mancha superficial de nacimiento,
idéntica a la mía.
Concluye Caballero Bonald: “Aquel
personaje era tan igual a mí que me asusté y nunca más he vuelto. Temo que ese
personaje haya envejecido tanto como yo.”
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