Hace
unas pocas semanas tuvimos una nueva oleada de la controversia respecto a la
corrección política que, según algunas opiniones, debe imperar en los cuentos
para niños. Es así que una escuela decidió expurgar de su biblioteca aquellos
relatos que –a criterio de algunos padres y docentes- no cumplen con los
requisitos mínimos de inclusión, perspectiva de géneros y educación en valores.
Da cuenta de ello la nota de Ivanna Vallespín titulada “Vetada La Caperucita Roja por sexista”,
publicada en El País el 11 de abril
de 2019.
La
escuela Tàber de Barcelona, cuya titularidad corresponde a la Generalitat, ha
decidido someter a revisión el catálogo de títulos que forman parte del
catálogo de su biblioteca infantil. Después de analizar los libros destinados a
niños y niñas de hasta seis años decidieron retirar 200 títulos que consideran
“tóxicos” porque reproducen patrones sexistas, lo que supone el 30% del fondo.
En el 60% de los cuentos el problema es menos grave, mientras que solo
encontraron un 10% que estaba escrito desde una perspectiva de género. Otros
centros también trabajan en adquirir libros más igualitarios. (…)
Las
situaciones más habituales que hallaron, abunda [Anna] Tutzó, es asociar la
masculinidad a valores como la valentía y la competitividad. “También en las
situaciones de violencia, aunque sean pequeñas gamberradas, es el niño el que
la realiza contra la niña. Con ello se da un mensaje de quien puede ejercer la
violencia y contra quién”, añade. (…)
La
revisión del catálogo de infantil de la escuela Tàber se hizo el pasado año y
ahora están abordando los que afectan a primaria. En este caso, asegura Tutzó,
no se han planteado retirar ningún título.
La
nota referida aclara que ello no es privativo de una sola escuela e
informa de otras situaciones similares.
La preocupación
por el tipo de libro que leen los pequeños se está extendiendo en muchas
escuelas. En el colegio Montseny de Barcelona también van a empezar a revisar
el catálogo, aprovechando el proceso de informatización. Y también anuncia que
retirarán los que consideren sexistas.
En la
escuela Fort Pienc, el AMPA [Asociación de Madres y Padres de Alumnos] también
ha creado una comisión de igualdad de género que, entre otras cosas, mira con
lupa el contenido de los libros. La escuela no tiene biblioteca, pero el curso
pasado las familias compraron decenas de libros para crear un espacio tranquilo
en el patio para que aquellos alumnos que quisieran pudieran cambiar la pelota
por un libro. Entonces, miraron que ninguno de ellos fuera sexista. “Es muy
importante el tipo de libros que leen los niños porque los libros tradicionales
replican los estereotipos de género y está bien tener a disposición libros que
rompan con ellos”, explica Estel Crusellas, presidenta del AMPA de la escuela
Fort Pienc. Esta madre, además, defiende la importancia de cuidar el tipo de
lectura cuanto más pequeño es el alumno. “Con cinco años los niños ya han
consolidado los roles de género, saben qué es ser niño o niña y qué implica.
Así que es esencial trabajar con perspectiva de género en la etapa infantil”.
No
todas las opiniones coinciden con este punto de vista por lo que hay quienes
consideran que se trata de una exageración. Aun reconociendo que hay muchas
situaciones sociales que deben cambiar entienden que con la censura de libros
no mejorarán el actual estado de cosas.
La
polémica no es nueva, se ha venido dando en diversos países y diferentes
ámbitos tal como lo señala Enrique Ortega Salinas
(…) El
hecho es que una nueva versión musical de la obra de los hermanos Grimm, donde
se cuenta la historia de una chica que es recogida por siete tipos en el
bosque, ya no se llamará “Blancanieves y los siete enanitos”, sino
“Blancanieves y sus siete amigos”. Para los iluminados de la productora De
Montfort Hall, la palabra enano “no es una palabra con la cual la gente se
sienta a gusto”; pero así como el término afrodescendiente ha sido rechazado
por muchos negros y el término no vidente por muchos ciegos, actores enanos han
saltado enardecidos. Warwick Davis (protagonista de Star Wars, Willow y Harry
Potter) ha dicho que “esto no ayuda en nada a los actores pequeños y se trata
de un paternalismo difícil de digerir”.
Ortega
Salinas manifiesta su opinión al respecto: “La palabra enano no es un agravio;
agravio es tratar de ocultar lo inocultable disfrazando la realidad con el
piadoso manto de la cursilería.” A continuación cita a Marcello Giacherinni
quien entonces -y en forma por demás irónica- propone rebautizar a algunos
personajes de cuentos clásicos.
“El joven
pato con otros cánones de belleza”: El
patito feo.
“La
muchacha que ayuda con la limpieza mientras es bullyniada por sus
hermanastras”: La cenicienta.
“La
señora de bien y el hombre que no tiene hogar estable y no quiere trabajar”: La dama y el vagabundo.
“La chica
con altos estándares de belleza en coma”: La
bella durmiente.
“El
individuo con deformación de columna a la altura de los dorsales”: El jorobado de Notre Dame.
“Alicia
en el país de las maravillas pero sin menospreciar a otros países que deben
tener cosas buenas también”.
En el
extremo del abuso deductivo, Sgalazzo propone otro cambio a un clásico: “Alí
Babá y los 40 amigos de lo ajeno”, a lo que Charlieuy saltó diciendo que mejor
sería: “Alí Babá y los 40 pobres desplazados de la sociedad con problemas de
integración”. (…)
Seguiremos
con el tema.
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