Larga es la lista que enumera los
factores que mantiene unida a la pareja. Que si los hijos, dicen unos; el sexo,
afirman otros; afinidad en gustos; convergencia valoral, religiosa e ideológica;
desempeño de una misma profesión; identidad étnica; etc., también integran la
larga lista.
En este conjunto de razones que hacen
posible la vida en común, no se le ha atribuido a la buena conversación el lugar que en realidad ocupa.
Para fundamentar lo que sostenemos, hemos recurrido a diversos autores que
reparan esta omisión.
Carmen Martín Gaite nos recuerda que
hasta hace algunos años el indicador que manifestaba el primer indicio de un
amor en puerta, estaba dado por el intercambio de palabras.
En mi juventud, cuando un chico y una chica se
hacían novios, se decía que “ya se hablaban”. Yo siempre tuve esta expresión
como muy adecuada a lo que me imaginaba que debía ser un noviazgo de algún
fuste.
Las cosas no iban
por buen camino –continúa Martín Gaite- en el caso de que las palabras comenzaran
a escasear.
Cuando veía a una pareja que se hablaba poco, que
miraba al vacío con las manos cogidas durante horas y horas, pensaba: ¡Pues
vaya novios! No se deben querer nada.
Por su parte J.M.
Coetzee retoma a Tietjens para subrayar no solo la importancia de las palabras
en el vínculo amoroso de la pareja, sino la relación de amigos que la debe
caracterizar.
(…) un comentario que hace Christopher
Tietjens en El final del desfile de
Ford Madox Ford: uno se acuesta con una mujer para estar en condiciones de
hablar con ella. En otras palabras, hacer de una mujer tu amante no es más que
un primer paso; el segundo, hacer de ella tu amiga, es el que importa; sin
embargo, en la práctica hacerse amigo de una mujer con la que no te has
acostado es imposible porque quedan en el aire demasiadas cosas sin decir.
Paul
Auster –haciendo suya la opinión de Joubert- resalta el lugar de la amistad en
toda relación de amor: “Solo
debes elegir por esposa a la mujer que escogerías como amigo, si fuera hombre”,
ya que la buena conversación siempre tiene lugar entre amigos. “El matrimonio es sobre todo una
conversación, y si marido y mujer no encuentran un modo de ser amigos, su unión
tiene pocas posibilidades de subsistir.”
Otro
autor a quien interesa el tema es Ildefonso Julio Zavalla quien cita a Maurois:
“un matrimonio feliz es una larga conversación que siempre parece demasiado corta”.
A ello añade sus sugerencias para innovar la ceremonia del matrimonio civil.
Yo
creo (…) que cuando una pareja se casa, la pregunta fundamental que el oficial
del Registro Civil debería formular al contrayente podría ser ésta:
"¿Estará usted satisfecho con la conversación de esta mujer hasta la
vejez?". Créame (…) lo demás del matrimonio es transitorio...
Asimismo,
se equivoca de punta a punta quien separa la conversación de la sexualidad, tal
como lo precisa Isabel Allende: “El punto G está en las orejas, quien ande buscándolo más abajo pierde su
tiempo…”
Ahora
bien, ¿qué sucede en caso que los temas de conversación comiencen a agotarse, a
reiterarse?, ¿cuándo las palabras ya no dicen?, ¿cuándo todo es demasiado
previsible y al comienzo del relato ya se sabe dónde acabará? En definitiva,
cuando el hastío y la rutina hacen tienda en la pareja. El pronóstico de la
relación pasa a ser reservado y como dice Enrique Jardiel Poncela: “En el amor lo de menos son los insultos. Lo
grave es cuando empiezan los bostezos.” De ahí a la traición –señala Carmen
Martín Gaite- habrá solo un paso.
Lo que busca siempre un enamorado es mantener despierto
el interés del otro, no tanto por su vida como por su palabra, lograr que le
escuche sin pensar en otra cosa. La traición amorosa es, sobre todo, rechazo de
narración. (…)
“No tengo ganas de contar nada”, es el primer
síntoma de anemia, de baja salud amorosa.
Es
Michel Tournier quien profundiza en esta cuestión.
Hay
una determinada idea bastante temible para matar el diálogo de una pareja, y es
la del oído virgen. Si un hombre
cambia de mujer es para encontrar en la nueva un oído virgen para sus historias.
Don Juan no era más que un incorregible hablador -y ésta es una palabra de
origen español que quiere decir que alguien se explica muy bien-. Una mujer no
le interesaba más que el tiempo -desgraciadamente breve, cada vez más breve- en
que le prestaba oído a sus historias. La sombra de una duda sorprendida en su
mirada arrojaba un frío mortal en su corazón y en su sexo. Entonces se iba, se
marchaba a buscar en otra parte la exquisita y cálida credulidad, que era lo
único que le daba auténtico peso a sus bravatas.
Concluye
Tournier situando la traición en el terreno del lenguaje, reconociendo que la
infidelidad está hecha de palabras.
Y
eso demuestra la importancia de las palabras en la vida de una pareja. Además,
cuando uno de ellos se acuesta con una tercera persona se dice que “engaña” al
otro, lo cual sitúa su traición en el ámbito del lenguaje. Un hombre y una
mujer que no se mintieran nunca y se confesaran inmediatamente todas sus
traiciones no se engañarían nunca.
En
fin, que para que la vida de pareja sea duradera es altamente recomendable que
ambas partes se constituyan en buenos conversadores y así ninguno de ellos
querrá renunciar a saber por dónde sigue el cuento.
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