Antes
que nada es importante aclarar que en América Latina la palabra desaparecido se refiere en particular a
casos muy diferentes (y de ello tratará el artículo próximo) de los que
aludiremos a continuación.
Veamos
que sucede, de acuerdo con lo señalado por Michel Tournier, con los
desaparecidos en Francia. “Cada año se denuncia a la policía (…) la
desaparición de unas dos mil quinientas personas” (como el artículo tiene unos
años es posible que ese número haya cambiado). Cuando Tournier se enteró de
ello, comenzó a realizar conjeturas.
Podemos
admitir que la gran mayoría de estos supuestos desaparecidos simplemente quisieron
escapar de una esposa, unos acreedores, un maestro, en general, de un ambiente
opresivo.
Y es
entonces cuando llega la pregunta inevitable: ¿para ir adónde? Según Tournier,
el futuro de los desaparecidos no es muy prometedor ya que con frecuencia entran
en una dinámica muy similar a la del punto de partida.
Muchos de
ellos acabaran “rehaciendo su vida” y acumulando presiones semejantes a
aquellas que les hicieron huir. ¿Cuánto tiempo tardará su pasado en atraparles
de nuevo?
Por
otra parte, el mismo autor señala la posibilidad cierta de que los avances
tecnológicos pongan en riesgo la opción de desaparecer por propia voluntad, lo
que representaría uno más de los tantos recortes a la libertad.
Cuanto
más se organiza y se informatiza la sociedad, más difícil y efímera se hace la
desaparición. Los jóvenes, al tener menos raíces, son los que más fácil la
tienen para desvanecerse eficazmente en la naturaleza.
Estas
situaciones no le son tan ajenas ya que Michel Tournier conoce de primera mano
historias de familias que tienen su
desaparecido.
Conozco a
dos familias cuyo hijo desapareció cuando tenía menos de veinte años, y para
siempre. En los años en que vivía en la isla de Saint-Louis, frecuentaba a los clochards que viven en los muelles.
No
será fácil saber por boca de los propios personajes de esta historia la
repuesta a preguntas como ¿quién eres?, ¿de dónde vienes?, ¿por qué te saliste?
La mayor
parte de ellos se quedaban orgullosamente mudos cuando te interesabas por su
pasado. Casi todos los clochards son
“desaparecidos” de un tipo particular.
Y es
que también, hay que aceptarlo, ¿quién es uno para andar metiéndose en vidas
ajenas?, ¿qué interés puede tener alguien que desapareció por deseo personal en
dar las coordenadas del origen del que un día decidió partir?
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