viernes, 18 de octubre de 2019

Alegato contra el celibato


Ser aficionado a la búsqueda de libros viejos (como sucede con frecuencia en estos artículos, debería decir antiguos, pero prefiero llamarlos viejos) tiene la enorme recompensa de dar con obras curiosas. Esto le aconteció a José Luis Melero, maestro del oficio.
En 1822 se publicó en Zaragoza un curiosísimo alegato contra el celibato de los eclesiásticos y para permitir al clero contraer matrimonio. El folleto en cuestión se titulaba Disertación histórica, legal y política sobre el celibato clerical y, para no pasar por hereje, el autor escondió su identidad tras unas iniciales que aseguraban su anonimato. 
Con esos pocos datos la cosa ya promete y según Melero: “Lo mejor del libro es que los argumentos utilizados para atacar al celibato eran muy divertidos, aunque el autor los expusiera de forma solemne.” Y pasa a enunciar algunas de estas razones iniciando con la que alude a la edad de quienes lo decidieron (en quienes “ya no reinan vivos los estímulos”).
Recordaba por ejemplo que en el Concilio de Trento, tras una acalorada discusión, el celibato ganó solo por cinco votos, y eso se debió a que los Padres de aquel Concilio no eran jóvenes, pues “siempre que se han tomado medidas en este asunto ha sido por Papas y Obispos viejos; y como en estos ya no reinan vivos los estímulos y apenas tendrían parte en el beneficio de la ley conyugal, no es extraño que hayan votado contra ella”. 
También se apoya en motivos políticos y demográficos ya que “si los 100.000 clérigos inhabilitados entonces en España para contraer matrimonio pudieran casarse, la población española aumentaría, según sus cálculos, en 20.000 personas por año.” No falta –continúa Melero- el argumento de la buena noticia que sería el fin del celibato para tantas solteras y viudas afectadas por la guerra. 
Además, en España, desde 1808 y por razones de la guerra contra el francés, el número de hombres era muy inferior al de mujeres, por lo que había muchas de estas, solteras y viudas, que podrían aliviar su situación si pudieran casarse con todos aquellos clérigos. 
Asimismo, de aprobarse la medida, sería una forma de atender a necesidades inherentes a la naturaleza y de prevenir faltas mayores que tienen lugar al interior de la Iglesia.
Defendía también causas físicas (el hombre, por su constitución, se halla estimulado a unirse con otro “de distinto sexo”), sería un modo de evitar pecados (es mejor permitir aquello que “es más fácil observar que el mandar lo más puro, pero con mucho peligro de infracción”) (…)
El anónimo autor del libro –refiere José Luis Melero- entiende que si se pusiera fin al celibato “muchos nobles y poderosos querrían ser clérigos y no como ahora que los que se ordenan ‘son de casas pobres o lo más medianas’.” 
El juicio que le merece la obra mencionada Melero lo sintetiza en cinco palabras: “Una juerga todo el libro.”

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