lunes, 14 de octubre de 2019

Así en la poesía como en la vida


Desconozco la teoría del correlato objetivo de T.S. Eliot y sólo tuve apenas noticia de ella por medio de una referencia de Eugenia Rico que llamó poderosamente mi atención.
T.S. Eliot nos cuenta que al buen poeta y al mal poeta los abandonó su amada en un día igualmente terrible, en el mismo banco al lado del mismo lago helado en lo peor del invierno.
Y el buen poeta y el mal poeta estaban de igual modo hechos polvo, reducidos a cenizas, destrozados por dentro y ojerosos por fuera.
Pero la reacción de uno y otro fue muy diferente. Veamos en primer lugar qué hizo el mal poeta, siguiendo a Eliot citado por Eugenia Rico.
Entonces el mal poeta decidió componer su obra definitiva y cantó al lago helado, al terrible día de invierno, a las palabras crueles de la amada que no ama.
Y compuso uno de los peores poemas de la terrible intrahistoria de la poesía.
Los sentires del buen poeta, de acuerdo con la misma fuente, fueron por muy otros caminos.
Y el buen poeta miró ese mismo banco, ese mismo lago, recordó la misma tarde de invierno y con todos esos sentimientos miró un poste de luz. Y compuso su famosa oda a un poste de luz.
Y la gente decía ¿cómo se pueden decir cosas tan estremecedoras de un poste de luz? Y enseñaban el poema a sus hijos. Y sólo nosotros sabemos que el buen poeta no hablaba de un poste de luz, hablaba de la mujer que había amado y que no lo amó, del dolor y la esperanza y la pérdida. Y todo eso a través de un poste de luz.
No hay que ser experto en metáforas para suponer que esto mismo acontece en  múltiples ámbitos de la vida. Así pues, frente a un mismo hecho dos personas reaccionan de distinta manera: para uno aquello constituyó una invitación a estancarse mientras que el otro encontró la forma de trascenderlo. 
Tengo claro que ante tamaño atrevimiento de extender la teoría del correlato objetivo de T.S. Eliot a otros terrenos de la existencia, se podrá objetar -¡y con sobrada razón!- que esto huele mucho a autoayuda. Lo admito pero yo no soy responsable que ésta tenga –y en muchas ocasiones con motivos más que suficientes- tan mala fama.

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