Cuando
la adversidad toca a la puerta de la propia vida (lo que obviamente puede
acontecer a cualquier persona en cualquier momento) existen muy diferentes
formas de reaccionar. Veamos la experiencia de Jimmy Carter por medio de una
nota de Joan Faus publicada en El País
en agosto de 2015.
El
expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter reveló este jueves en persona la
evolución del cáncer que padece. Carter, de 90 años, anunció que se le han
detectado cuatro pequeños focos de melanoma en el cerebro y que los doctores le
han extirpado una parte de su hígado. La primera sesión de radiación para su
tratamiento se iniciará la tarde del jueves en un hospital en Atlanta.
De
acuerdo con sus declaraciones, el expresidente acepta lo que le toca vivir y
está pronto para lo que venga.
En una
rueda de prensa en Atlanta, Carter mantuvo su habitual sonrisa, y exhibió una
fortaleza y serenidad encomiable sobre su cáncer, sus posibles consecuencias y
su legado personal. “Estoy preparado para lo que sea y espero una nueva
aventura”, dijo el que fuera inquilino del Despacho Oval de la Casa Blanca
entre 1977 y 1981. “Esto está en las manos de Dios”, agregó.
Asimismo
lamenta suspender algunas actividades pendientes, sin embargo confía en poder continuar
más adelante con sus actividades habituales.
El
exmandatario demócrata y exgobernador de su Georgia natal explicó que se siente
físicamente “bien” y dijo, entre risas, que se siente “bendecido” por la vida
“maravillosa y gratificante” que ha tenido. Lamentó no poder hacer el viaje que
tenía previsto en las próximas semanas a Nepal para participar en un proyecto
de construcción de viviendas impulsado por su fundación. Y deseó poder seguir
dando clases de religión los domingos.
Asimismo
-de acuerdo con la nota- arregló las cosas de tal forma que, más allá de lo que
suceda con él, continúen en operación los proyectos que ha estado impulsando su
fundación.
Carter
explicó que su nieto Jason -que en noviembre optó a gobernador de Georgia- se
hará cargo del Centro Carter, que creó el expresidente tras su salida de la
Casa Blanca y se centra en actividades de apoyo social y promoción de la
democracia en todo el mundo. Esa labor le fue reconocida en 2002 con el Premio
Nobel de la Paz por sus “décadas de infatigable esfuerzo para encontrar
soluciones pacíficas a conflictos internacionales, avanzar la democracia y los
derechos humanos, y promover el desarrollo económico y social”.
La
crónica también incluye valoraciones personales y políticas de consideración.
Preguntado
por su legado, Carter dijo que la mejor decisión de su vida fue casarse con su
esposa hace 69 años; su mayor lamento, no haber gestionado mejor el secuestro
de estadounidenses en la Embajada de Teherán; y su mayor deseo, que se halle
una solución pacífica al conflicto entre Israel y Palestina. En los últimos
años, Carter se ha mostrado muy crítico con Israel al que ha acusado de
perpetrar un “apartheid” contra los
ciudadanos palestinos.
Una
vez más queda de manifiesto que haber sido un personaje relevante no exenta de
las vicisitudes personales a las que todo ser humano está expuesto, aunque con
mucha frecuencia lo olviden quienes detentan el poder.
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