Constituye un lugar común afirmar que cada
persona es un mundo, de tal forma que reacciona a su manera frente a las
situaciones traumáticas que se le presentan en la vida. Alfredo Moffatt
comparte un testimonio en relación a ello.
En los Estados Unidos recibía pacientes
de Vietnam en el manicomio de Brooklyn; tuve tres con la pierna amputada porque
los vietnamitas hacían trampas con púas de bambú untadas con excremento que les
producía rápidamente una septicemia (verdadera técnica de guerra
bacteriológica). Los tres tipos tenían el mismo traumatismo, sin embargo, uno
eligió deprimirse y se hizo alcohólico. Otro eligió ser el campeón de la
rehabilitación, quería ser el mejor deportista rengo de Nueva York, y el último
dijo: “yo acepto mi pérdida y voy a hacer mi vida normal”.
Sin desconocer la importancia decisiva que tiene la actitud personal, me pregunto si “eligió” es la palabra más
adecuada para explicar la reacción de cada quien. No sé, me quedo pensando que
a veces la vida (dicho de otra manera: la historia personal, familiar, la
genética, etc.) elige por uno.
Pero en fin, el que sabe de esto es Moffatt
quien en tan pocas líneas nos dice tanto.
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