miércoles, 22 de enero de 2020

De lapsus y gazapos


Cada país puede coleccionar una amplia muestra de ellos y los de los políticos son muy celebrados por la aversión que muchas veces producen entre el personal. En esto -como en tantas otras cosas- si los comete uno mismo, familiares o amigos, enseguida se apela a la indulgencia plenaria; pero cuando la víctima del error (y a veces del horror) es alguien por quien sentimos antipatía, entonces pedimos para él todo el peso de las leyes del buen decir.
José Luis Melero presenta una muestra de la vida política de España.
Algunos de los lapsus y gazapos de los políticos en los últimos años son ciertamente divertidos. (…) los errores de Mariano Rajoy se han hecho ya célebres: dio gracias a las autoridades cubanas cuando estaba delante de las peruanas, (…) y su frase de que “Lo que nosotros hemos hecho, cosa que no hizo usted, es engañar a la gente” dio la vuelta al mundo. 
Pero según Melero mención aparte merece un político catalán de la década de los treinta del siglo pasado.
(…) Joan Pich i Pon, alcalde lerrouxista de Barcelona y gobernador general de Cataluña en 1935. Sus errores y gazapos dieron nombre a un género sublime: las “piquiponadas”. Una de las más célebres es la que pronunció aquel día en que quiso reconocer que había cometido una: “El otro día dije una de órgano…”. 
Es importante tomar en cuenta –de acuerdo a lo que sostiene Melero- que el personaje de marras procedía de un entorno familiar de poca cultura libresca, lo que invita a mayor consideración en relación a sus gazapos.
Pich i Pon fue un hombre hecho a sí mismo, de familia humilde, que apenas sabía leer y escribir y que, por esas cosas de la política, llegó a ocupar los más altos cargos. Anduvo metido en los líos del estraperlo y se exilió nada más comenzar la Guerra Civil. Murió en París en 1937.
Asimismo conviene no olvidar que la fina oratoria de muchos políticos provenientes de círculos sociales selectos y distinguidos, no fue obstáculo para que cometieran todo tipo de corruptelas e injusticias. 
Precisado lo anterior, y siempre citando a José Luis Melero, celebremos los lapsus y gazapos del citado personaje. 
Josep Maria Albaigés, que ha recopilado sus principales piquiponadas en el libro La divertida incultura, declaró que tal vez la más antigua y recordada es la que pronunció en un acto público: “Al oír cantar La Marsellesa, se me erizan los pelos del corazón”. Pero hay otras muchas gloriosas: “Este calor es impropio de estos días. Parece que hayamos entrado en plena calígula”, “Para mí, el tirano más famoso fue el Tirano de Bergerac” o la que pronunció tras asistir a un entierro: “Estuve allí de cuerpo presente”. 
Ya habrá oportunidad de volver con el tema dado que por nuestros rumbos tenemos verdaderas joyas del género que pueden competir seriamente con las aquí mencionadas.

1 comentario:

Pancho Bustamante dijo...

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