Estos tiempos tan acelerados en que
vivimos invitan a llevar una existencia a las prisas, caracterizada por la
velocidad y la actividad permanente. Ya nos hemos referido a ello (http://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.com/2012/09/en-el-carril-de-alta-velocidad.html).
Pero como en todo hay excepciones y están
aquellos que prefieren vivir a modo lento, tomarse su tiempo antes de encarar cualquier
iniciativa. Seguramente todos conocemos a alguien que entra en esta
clasificación; en lo que a mi respecta evoco a El Fatiga (apodo al que siempre supo honrar). Este también era el
caso del tío Nehemías de quien nos habla Amos Oz.
(…) el tío Nehemías era una persona
lenta a la que no le gustaban los cambios; cuando estaba de pie era casi
imposible hacer que se sentase. Y si ya estaba sentado no había forma de
hacerle levantar. Le decían: Levántate, Nehemías, por favor, ¡hombre!, vamos,
es tardísimo, levántate de una vez, ¿hasta cuándo piensas seguir sentado?
¿Hasta mañana? ¿Hasta el próximo Yom Kippur? ¿Hasta que venga el Mesías?
Y él les contestaba: Por lo menos.
Y se quedaba pensando un rato en eso, se
rascaba, sonreía con picardía, como si hubiese descubierto nuestras
intenciones, y añadía: No hay que apagar ningún fuego.
¿Qué fue de la vida del tío Nehemías? ¿A
qué fuegos se refería? ¿Habrá llegado a su destino más tarde que los demás?
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