La
cuestión acerca de ¿qué leer? adquiere relevancia dada la presencia de diversos
gustos e intereses. Simon Leys nos cuenta la experiencia de dos grandes
expedicionarios en relación a ello.
Las
personas prácticas y los hombres de acción en especial tienden a menudo a
desaprobar la ficción literaria. Consideran la lectura de literatura creativa
una actividad frívola y debilitante. En este sentido, es bastante revelador,
por ejemplo, que el gran explorador polar Douglas Mawson –uno de nuestros
héroes nacionales- diera a sus hijos el consejo firme de no perder el tiempo
leyendo novelas: en vez de ello, les pidió que leyeran sólo obras de historia y
biografías para convertirse en individuos sanos.
Leys toma
distancia de las opciones de Douglas Mawson respecto a la lectura al tiempo que
se identifica con Ernest Shackleton.
Puesto
que Mawson sólo nos llevó hasta la Antártida también podría añadir (…) que yo
siempre he preferido el ejemplo de Ernest Shackleton (un hombre mucho más
grande). En la oscurísima profundidad del desastre, cuando todos los miembros
de su expedición tuvieron que aligerar el equipaje de todo lo que fuese
indispensable, él se negó a abandonar su amado ejemplar de las poesías
completas de Browning.
Concluye
Simon Leys con una sugerencia: “Alguien tiene que escribir algún día una tesis
doctoral sobre ‘El papel de la poesía en la exploración polar’ (…)”
Y
todavía hay quienes dicen que la lectura no sirve para nada.
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