Los mitos traen su mensaje para la época en que se
originan y en muchas ocasiones devienen en clásicos porque conservan su
vigencia al vencer al tiempo y al espacio.
Veamos como el de Edipo, representado en la tragedia
de Sófocles, es analizado por Pietro Emanuele en Los cien táleros de Kant. La filosofía
a través de los ejemplos de los filósofos (trad. Carmen Artal, Madrid, Alianza Editorial, 2006).
El argumento de la tragedia (Edipo Rey) es conocido. Yocasta y Edipo no saben que son madre e
hijo, por lo que se casan ignorando que cometen incesto. Pero un oráculo ha
profetizado a Edipo que matará a su padre y se casará con su madre. Resulta que
anteriormente los dioses habían prohibido tener hijos a su padre Layo. Por eso,
cuando nació Edipo, Layo se había desecho de él confinándolo a un pastor de
Tebas. Pero éste, conmovido, en lugar de abandonarlo a su suerte, lo había
dejado al cuidado de un tercero. A oscuras de todo ello, Edipo, ya adulto, mata
a Layo por una vulgar pelea en el camino y se casa con Yocasta. Así, sin
saberlo, la profecía se cumple.
A mitad de la tragedia la historia se tiñe de amarillo.
Tebas es devastada por una terrible pestilencia. ¿Cuál será la causa de la ira
de los dioses? Edipo, que mientras tanto se ha convertido en rey de Tebas,
consulta a todos los posibles informadores, entre ellos a un mensajero de
Corinto, sin saber que es el hombre al que el pastor le confió de niño. Pero
durante el coloquio el mensajero deja entrever la terrible verdad, que ha
originado la ira de los dioses. Edipo comprende que ha matado a su padre y se
ha casado con su madre, y del dolor se arranca los ojos, mientras Yocasta se
ahorca.
En
su estudio, Pietro Emanuele subraya el hecho de que en la actualidad –y buena
parte de ello lo atribuye a Freud- ha cambiado considerablemente la manera de
entender este suceso.
El lector moderno puede no comprender del todo su
desesperación. Es culpa de Freud: ha insistido tanto en decir que, en una fase
determinada de la vida, es natural sentir deseos incestuosos hacia el
progenitor del sexo opuesto, que hace parecer exagerado que Edipo llegue a
arrancarse los ojos. Como es sabido, Freud habló del “complejo de Edipo”, más o
menos latente en todos los individuos. Hoy tal vez Edipo, en lugar de
arrancarse los ojos, habría concertado una cita con el psicoanalista.
Cabe
agregar que Emanuele no está sólo en esta forma de interpretar la cuestión dado
que otros autores, entre ellos José Jiménez Lozano, lo acompañan. Afirma
Jiménez Lozano: “Edipo hoy sería psicoanalizado y reinsertado en la sociedad.
Pero no se sabe si volvería a ella ciego de todos modos.”
Un
planteo similar se pone de manifiesto en el diálogo entre Sabina –Lela Olin- y
Tomas –Daniel Day-Lewis- en La
insoportable levedad del Ser, citado por Leo Maslíah.
T.: -Estuve pensando en Edipo.
S.: -¿Cuál rey Edipo? ¿Dormir con la madre es la misma
clase de delito?
T.: -Cuando Edipo se dio cuenta que había matado a su
padre, sin saberlo, -¡sin saberlo!- y que dormía con su madre, y que debido a
sus crímenes la plaga azotó su ciudad. No resistió ver lo que hizo y se quitó
los ojos. Y se fue.
No se creyó inocente; creyó que debía castigarse.
Pero… nuestros líderes son como Edipo, pero se creían
inocentes. Al conocerse las atrocidades del período estalinista dijeron: no
sabíamos… no sabíamos que estaba sucediendo. Nuestra conciencia está tranquila.
Pero, la diferencia es, la gran diferencia es… que se quedaron en el poder.
S.: -Y tendrían que haberse quitado los ojos.
T.: Todo lo que digo es que la moralidad cambió desde
la época de Edipo.
En fin
que de Edipo vinimos a dar a la política porque es posible adaptar este diálogo
a situaciones que caracterizan a diversos regímenes políticos del pasado y del
presente.
¿Usted
que opina?
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