martes, 24 de marzo de 2020

Cuando todo se dice en pocas palabras


La vida no es fácil, menos aún en tiempos de apreturas materiales y emocionales. John Berger evoca de cuando niño la presencia de su madre por medio de breves pincelazos que lo dicen todo.

Se volvía para que no la viera llorar

¿A qué se debería aquella discreción materna? Surge la primera respuesta posible.

Puede que lo hiciera para no ponerme triste

Sabido es que en el terreno de las conjeturas, siempre cabe más de una

(…) pero también porque sus lágrimas la llevaban a otro tiempo, antes de que yo ni siquiera estuviera en sus pensamientos.

El niño aprendía que todo lleva su tiempo.

Yo esperaba mien­tras lloraba, como uno espera en un paso a nivel a que ter­mine de pasar un tren con muchos vagones.

Hasta que las lágrimas se iban y regresaban las palabras.

Al cabo de un rato se secaba las lágrimas y decía: Nos arreglaremos.

Pero para que ello fuese posible habría que hacer milagros en lo cotidiano.

Sólo tenemos que conseguir que un poco du­re mucho.

Todo parece indicar que lo consiguieron.

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