miércoles, 3 de junio de 2020

Olor y mujer


Que los olores nos traen recuerdos, no es novedad para nadie. Algunos olores de la niñez quedan impregnados en la memoria para toda la vida. Los hay asociados a lugares, sabores, sensaciones y momentos; constituyen una provocación a la memoria.

Eso le sucedió a Andrés Trapiello quien en diversos pasajes de sus textos les concede un lugar especial; para muestra basta un botón.  

Al pasar junto al portal me ha venido un olor peculiar, entre guiso de coles y ozonopino, que ha sido suficiente para traerme a la memoria a aquella mujer (…) una de esas viejas solanescas, es decir, solitarias, avaras, dementes… Ésta se parecía a uno de esos maniquíes que pintaba Solana, desgreñada, medio ciega, fumando sin interrupción y no acertando nunca a sacudir la ceniza dentro de un platillo que tenía delante.

Y sigue la evocación que viene a cuento entre guiso de coles y ozonopino.

(…) la vieja sentada junto a la ventana, mirando a la calles, sin hacer nada, dejando que un sol invernal entibiara algo aquellos huesos. Cada vez que se llevaba el cigarrillo a la boca, sin atinar tampoco mucho, el humo se le metía en los ojos que le lloraban (…)

Gracias a aquel olor peculiar nos llegan noticias de aquella señora de tonalidad solanesca, figura de la España negra.

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