La belleza y la inteligencia no siempre van juntas, lo que ha dado lugar a
polémicas recurrentes en cuanto a los motivos del amor, el enamoramiento y el
cortejo. Hace tiempo respecto a cierto varón que no era muy agraciado en su
físico, a manera de defensa alguien dijo: “…pero es muy lindo por dentro”. No
faltó quien hiciera una pregunta-propuesta: ¿y entonces por qué no lo dan
vuelta?
De tal forma que fijar la atención en otra persona solamente a partir de su presencia física ha recibido muchas críticas y Andrés Trapiello alude a la cuestión. “A las feministas les molesta que los hombres sólo miren a las mujeres por su belleza y no por su inteligencia.” Y enseguida aclara que coincide en ello. “Yo creo que tienen razón. A mí cuando estoy con dos mujeres no me mira nunca la guapa, sino la que va con ella, esa de la que se dice siempre que es muy buena persona, o muy simpática o que tiene unos ojos muy bonitos.” Y abunda en su experiencia a ese respecto.
Yo siempre he
visto que las mujeres guapas se iban con los hombres más jóvenes fuertes o con
más carreras o con más dinero, que siempre resultaban más divertidos porque
tenían más carreras, más dinero o porque nadaban mejor. En cambio no he visto
nunca a una mujer guapa mirando por gusto a un mecánico sólo porque ha
descubierto en él la expresión de que se pasa las noches estudiando a Leibniz o
recitando a Bécquer.
El tema queda abierto.
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