martes, 29 de abril de 2025

Oficio complejo

 

Muchos son los motivos para que cierta información se constituya en secreto. La materia del mismo puede ser variada: una estrategia militar ya diseñada y próxima a llevarse a cabo, tener la primicia de una próxima devaluación de la moneda o del relevo de un personaje clave en el elenco político, hasta un simple chisme de menor entidad…

Por definición se trata de algo que no debe trascender; si así aconteciera -por lo menos parcialmente- dejaría de ser secreto.

Quien está en posesión de él no debe revelarlo; esa es la ley primera y única en este rubro. Sin embargo, todos sabemos por experiencia propia lo difícil que es cerrar la boca y aguantar la presión de lo que busca salir.

Las razones para develar (correr el velo de lo que debería estar cubierto) lo que debe mantenerse en reserva son diversas: ya no soportar la presión interior, confiar totalmente en el interlocutor con quien se comparte la cuestión, encontrarse bajo los efectos de algunos tragos que sueltan la lengua, ser transparente en demasía, querer destacar por rebote en virtud de lo que se da a conocer, afán de perjudicar la fama o prestigio de un tercero y muchos etcéteras.

Es curioso que la caracterización de quienes son garantía de discreción en ocasiones no es muy feliz que digamos: puedes confiar en mengana o fulano, ¡son una tumba!

Abel J. Fortunato sostiene que si se quiere que algo se sepa, debe atribuírsele la calidad de secreto: “El operativo debía realizarse en forma secreta, método comprobado como infalible cuando el objetivo es que se entere todo el mundo.”

Hay quienes establecen comparaciones en este terreno porque de acuerdo a su punto de vista existen nacionalidades entre las que no es recomendable confiar demasiado en este renglón, mientras que otras son más propensas a mantener secretos a buen recaudo. Afirma Matías Serra Bradford que John Berger “vivía en Francia, pero tenía especial debilidad por Polonia, porque los polacos respetan los secretos.”

Finalmente, para Luis Landero: “No hay nadie que no se lleve un secreto a la tumba, y no hay mayor gloria para un secreto que morir sin haber sido desvelado.”

Pero también se puede percibir una fuerza en sentido contrario cuando alguien sintiendo cercano el fin de su vida, decide dar a conocer algo que mantuvo en silencio durante mucho tiempo. Algo así como un acto de liberación en el umbral con el fin de irse más ligero de equipaje.

martes, 22 de abril de 2025

Un mar de esperanza nostálgica

 

Su nombre llega como fragmento de un poema nostálgico: Rosalía de Castro. Presente en el sentimiento de tantos gallegos viajeros que traían su morriña a cuestas. Rosalía era, y es. voz del sentir de ellos.

Porque como dice César Antonio Molina no sólo cargaba con su tristeza “sino con la de todo el pueblo gallego. (…) Rosalía vivió en medio de una tristeza desesperanzada, exasperada por el dolor. Terror a las sombras y a lo oscuro, impaciente ante la angustia y desesperanzada de Dios.” Es por ello que agrega

[Álvaro] Cunqueiro la cree muy cerca del ateísmo y la incredulidad. “O fondo sin fondo do meu pensamento” o “Teño medo dunha cousa/ que vive e que non se ve”. Para Cunqueiro, Rosalía renunció a toda compañía y a toda salvación.

Por si fuera poco, Rosalía también renunció a la originalidad, escribía aun a sabiendas que no hay lugar para ella.

Bien sé que no hay

nada nuevo bajo este cielo,

que antes otros pensaron

las cosas que ahora yo pienso.

 

Y bien, ¿para qué escribo?

Bueno, porque así somos,

reloj que repetimos

eternamente lo mismo.

 

En uno de los extraordinarios artículos que Pere Gimferrer publicó en la prensa, nos permite asomarnos al espacio íntimo de Rosalía

El cuarto de la poetisa.

Podemos ver ahora este cuarto. No se trata, desde luego, de un cuarto habitado por alguien; se ha convertido en un museo, en un lugar de peregrinación. Desnudo, tiene un crucifijo que preside la cabecera de la cama, una cama decimonónica, de madera antigua, noble y severa. A los pies de la cama, en el suelo, hay un jarro grande con flores.

Ese crucifijo de cabecera plantea un interrogante acerca que vivió “desesperanzada de Dios”. ¿Hubo algún resquicio de fe en ella? Continúa la descripción de Gimferrer en relación a la habitación.

Pero lo que más llama la atención en esta fotografía que ahora miro, es la ventana. El cortinaje, solemne y translúcido, se abre -suspenso en la nitidez inmóvil del aire- a un vivísimo resplandor, que sólo presentimos, como algo compacto, vago y poderoso. Es la claridad del día en el paisaje exterior, tal como la veía la poetisa, con ojos ya mortecinos, en esta habituación donde murió, un regusto de luz en el silencio del atrio, prolongándose en la paz verdosa de los olivos.

Llegado a este punto, Pere Gimferrer alude al vínculo tan especial que unía a la poetisa con el mar, con su mar.

Rosalía de Castro era ya un ser desfalleciente cuando el 15 de julio de 1885, pidió que le trajeran un ramo de pensamientos, su flor más amada. Tenía el ramillete cerca de los labios, y sintió un ahogo; con la vista enturbiada dijo a su hija mayor: “Ábreme la ventana. Quiero ver el mar.”

Allí habitaba un mar personal, solo de ella, porque “desde esta ventana no se puede ver el mar.”  Y entonces se impone la pregunta

¿Lo vio, quizá, con otra mirada, una mirada interior, más quieta y pura? Quizá, por dentro, esta mirada de la mente y del espíritu, en los instantes del tránsito a la muerte -pues ya no dijo nada más- se abrió a vivir con otra intensidad, con una duración distinta. (…)

Concluye Pere Gimferrer

¿Vio el mar Rosalía? El cuarto, ahora, está vacío, pero en las cortinas late, con la luz del día, el eco de la luz del agua en la playa perdida. Si cerráis los ojos, en el rumor de las hojas bajo el aire nítido y claro ¿no sentirés, muy hondo, como un murmullo de olas en este cuarto inhabitado?

Sí, es ese mar, su mar.

“O fondo sin fondo do meu pensamento”

lunes, 14 de abril de 2025

Cuando de oler rico se trata

 

El tema de los perfumes llama la atención y mucho se ha escrito en relación a él (en ocasiones verdaderos tratados). No seremos excepción en este espacio, citando a dos autores.

En primer lugar, Dario Fo da cuenta de un diálogo que tuvo siendo niño con su abuelo y que comienza con un tópico muy conocido.

(…) ¿Nunca te has preguntado por qué las mujeres y ahora también los hombres se inundan de perfume cada vez más?

Para disimular los malos olores y el sudor rancio.

Pero a partir de aquí, el abuelo da otra plausible razón -verdadera jugada estratégica- de tal costumbre.

No exageres… además, echarse de vez en cuando un perfume delicado puede producir un efecto agradable, lo que molesta es el exceso, que se convierte en un disfraz nacido de la desconfianza en la producción de nuestras premiadas glándulas. El profesor Trangipane me contaba que ya en el siglo XVIII los nobles empelucados descubrieron que emanaban olores según sus estados de ánimo, legibles por la nariz como señales fáciles de descifrar. Entonces, para evitar que los demás descubrieran por medio del olfato el carácter, la personalidad, las emociones y la hipocresía, que apesta tanto que produce náuseas, preferían borrar cualquier mensaje con chorros de perfume.

Por otra parte, Marta D. Riezu valora su gusto por los perfumes como una suerte de compensación ante su falta de interés en beber alcohol.

Dios tuvo misericordia conmigo: soy abstemia, pero me concedió el gusto por los perfumes. La orfandad de una vida sin vino es compensada por el placer íntimo del perfume que, como la lectura, se metaboliza únicamente a solas.

La autora española, especialista en modas, comenta que “compra perfumes desde los quince años.” Y ella, que tanto sabe de marcas y elegancia, acepta que no hace muchos distingos a la hora de adquirirlos: “no tengo prejuicios; a veces, con los más comerciales uno se lleva sorpresas.”

Asimismo, evoca una imagen que la emociona. “Cuando el sábado tarde cojo el metro y va lleno de adolescentes salidos bañados en perfumes baratos, siento infinito amor por ellos, por su ansia de vivir y divertirse.”

Así pues, es posible apreciar la manera en que el perfume es utilizado tanto en defensa propia, como por expresión de cortesía hacia los demás. Y claro que no falta la intención de agradar a otros mejorando las credenciales de presentación.

miércoles, 9 de abril de 2025

Volvemos

 En agosto de 2022, gracias a la invitación de mi amigo Carlos Díaz a quien tanto agradezco, se abrió la inesperada posibilidad de publicar diversas compilaciones: una de anécdotas y cuatro de citas, que había ido reuniendo a lo largo del tiempo. 

Fue así que se publicaron: 

* "Anécdotas". Madrid, Fundación Emmanuel Mounier, 2022.

* "Breverías españolas". Madrid, Editorial Y griega, 2023.

* "Breverías mexicanas". Madrid, Editorial Y griega, 2024.

* "Breverías argentinas". Madrid, Editorial Y griega, 2024.

* "Breverías uruguayas". Madrid, Editorial Y griega, 2025.

Poner manos a la obra en ello me condujo primero a espaciar las entradas en este blog y luego a dejar de hacerlo.

Pues bien, llega el momento de regresar.

A partir de la próxima semana aquí estaremos con nuevas entradas.


lunes, 7 de abril de 2025

Breverías uruguayas

 

(...) una vez más fuimos al Almacén para elaborar esta compilación de citas que tienen algo en común: se refieren a Uruguay o los autores son uruguayos. Hemos dado con una pluralidad de voces -con las que no necesariamente coincidimos- que invitan a reír, a dolerse, a reflexionar… lo cual no es poca cosa.

En el entendido de que toda selección es subjetiva y arbitraria, buscamos a través de pinceladas que vienen de miradas curiosas, especiales, contradictorias, construir un collage de diversos rasgos de lo cotidiano.

Esta compilación forma parte de una serie de trabajos similares referentes a Argentina, España y México. No persiguen ninguna utilidad específica y si el lector encuentra alguna, sabremos celebrarlo.

De la introducción de "Breverías uruguayas". 

Gerardo Mendive, compilador. 

Madrid, Editorial Y griega, 2025.

En proceso de edición, disponible a partir de mayo 2025.