martes, 17 de junio de 2025

Deseo incumplido

 

En algún momento de su vida Giovanni Papini hubiera querido ser escéptico, pero guiándonos por su testimonio queda claro que no lo logró. La persistencia de la duda y el derecho a la incertidumbre le impidieron llegar a ese resguardo.

¿Escéptico yo? No, desgraciadamente. Ni siquiera soy un escéptico. El escéptico es un hombre afortunado: posee una fe, la fe en la imposibilidad de la certeza.

Puede vivir tranquilo, y, si se le antoja, dogmático. Pero yo no. Yo ni siquiera creo en la vanidad de cualquier búsqueda, y ni siquiera estoy seguro de la inexistencia de la certeza. Entre las cosas posibles también está ésta: que la verdad se encuentre y que alguien la posea.

Porque finalmente se pregunta: “¿Qué quiere decir que yo no la haya encontrado y que yo no la posea?”

martes, 10 de junio de 2025

Recuerdo de una traición

 

A la hora de hurgar en la memoria aparecen episodios que no tienen mayor relevancia para otros, pero sí para uno. De eso da cuenta Juan Forn, destacado especialista en poner de manifiesto historias aparentemente menores.

El libro [Los oficios ajenos de Primo Levi] empieza hablando de la casa donde Levi nació y pasó toda su vida, salvo el breve y terrible interregno en que fue enviado a Auschwitz.

(…) en su recorrido desemboca en un cuarto donde se acumulan valijas y baúles de tiempos pretéritos. Levi encuentra allí la caja de su viejo Meccano y recuerda al instante su primer amor, una niña de nueve años llamada Lydia, recién operada de las amígdalas. Lydia debía guardar reposo y contemplaba a la distancia cómo jugaban los demás chicos en la calle. Uno de ellos, llamado Carlo, atraía especialmente su atención. Carlo tenía una versión del Meccano superior a la de Primo, pero si juntaban las piezas de ambos juegos, podían construir artefactos imposibles de lograr cada uno por su lado.

Así fue como Primo y Carlo aunaron esfuerzos para construir lo que regalarían a Lydia con motivo de su cumpleaños.

No sólo las piezas eran complementarias, también lo eran las mentalidades de ambos: los objetos que armaba Carlo eran simples, sólidos y pedestres; los de Primo eran más complicados e inventivos pero inestables, porque no tenía la paciencia de Carlo para ajustar bien cada tuerca. Primo sugiere a Carlo construir algo único para el cumpleaños de Lydia: algo que ni siquiera los manuales del Meccano enseñen cómo hacer. Carlo se inclina por un motor, un artefacto que funcione por sí solo. Primo acepta pero aspira a algo simbólico, que funcione como ofrenda de amor. Luego de mucho discutir convence a Carlo de que hagan un reloj, el reloj más hermoso jamás construido.

Carlo acepta a regañadientes el rol subalterno que tiene en la tarea, Primo siente que el amor inspira su audacia creativa.

Pero la competencia entre aquellos niños que buscaban impresionar a Lydia conducirá a la ruptura de aquella alianza.

Llega el cumpleaños de Lydia, Carlo cede a Primo el honor de entregar el regalo elaborado en conjunto. Cuando Primo intenta poner en marcha el reloj, el mecanismo fracasa miserablemente. Carlo da entonces un paso al frente y entrega a la cumpleañera el regalo que llevaba oculto debajo de su camisa: una bombonera, que Lydia recibe encantada y muestra con orgullo al resto de los invitados.

¿Por qué permaneció ese recuerdo de infancia, al cabo de tantos años, en la memoria de Primo Levi? Tal vez lo anotado por Rafael Argullol respecto a la traición pueda aclarar el punto.

Nada debilita tanto como la traición. Podemos permanecer fuertes ante el odio y la envidia, ante el dolor e incluso ante la muerte. Pero la traición nos vuelve frágiles e impotentes porque, con ella, irremediablemente se hunde un mundo: un mundo que nosotros mismos habíamos construido con la ternura y la seguridad de lo que se construye para siempre.

Y es que al decir de Mario Míguez -citado por Fernando Savater- “Traicionado el amor, ya todo es nada.”

lunes, 2 de junio de 2025

En Mirar-nos con ojos ajenos... estamos de manteles largos

 No están ustedes para saberlo ni yo para contarlo pero resulta que por estos días cumplimos cinco años.

El 3 de junio del 2020 dio inicio el programa Mirar-nos con ojos ajenos. Una invitación al análisis y la reflexión a partir de pedacitos de historia.

Vivíamos tiempos de inicio de pandemia y gracias al apoyo de un grupo de amigos decidí iniciar esta aventura, que no hubiese sido posible sin su generosa ayuda. ¡Muchas, muchas gracias!

La idea es muy simple: encontrarnos semanalmente en forma virtual a una reunión en la que durante 50 minutos desarrollo un tema y en los 10 minutos siguientes participan los asistentes que así lo decidan.

No se trata de un curso que requiriera continuidad ya que cada encuentro aborda cuestiones diferentes.

Las dos condiciones para llegar a las reuniones son: querer y poder hacerlo.

El programa no tiene una duración establecida y continuará en la medida que a) no lo impida alguna situación de fuerza mayor o b) ya nadie asista a las reuniones o c) me quede sin temas para presentar.

En lo económico se contempla a) un aporte económico sugerido por reunión, al tiempo que se considera b) la situación de quienes pueden aportar algo, pero no la cuota sugerida y c) la de quienes no pueden aportar nada. Todos son bienvenidos.

También existen un grupo de patrocinadores (personas y empresas) que con su aporte mensual apoyan el programa. A ellos, ¡muchas gracias!

Cada semana se envía un recordatorio con los datos para ingresar a las reuniones que se llevan a cabo por medio de la plataforma Zoom. Quienes quieran recibir esa información deben hacernos llegar su dirección electrónica para incorporarla en el directorio. En la última semana de cada mes se envía el calendario temático del mes siguiente.

En estos dos años han participado personas que residen en CDMX, Querétaro, Cholula, Cancún, Monterrey, Estado de México, Guadalajara, León, Puebla, Pachuca, Baja California, Oaxaca, Chiapas…

En algunas ocasiones se han sumado asistentes que residen en Suiza, Estados Unidos, Argentina, Uruguay, Puerto Rico, España.

En estos cinco años hemos presentado más de 250 temas.

Las presentaciones son una suerte de collage que armo con textos de muy diversos autores. Los ingredientes son ajenos, la ensalada es mía. De esa manera organizo la presentación que voy leyendo y comentando en el momento de la reunión de los grupos.

Los horarios de reunión son martes 17 hr o jueves 12 hr (con el mismo tema).

Los horarios son de CDMX.

Muchas gracias a todos aquellos que participan en este espacio.

¡Felicitaciones compartidas por estos cinco años!