El espacio destinado a las
distintas secciones que integran un periódico depende del tiempo que se vive.
Así, es notable como la presencia de la nota roja ha ido desbordando los
límites que históricamente le fueran asignados, para hacerse presente en
secciones que antes le estaban vedadas, como deportes, sociales, cultura,
etc. Otro tanto sucede en los medios
radiofónicos y televisivos.
La explicación de ello,
entre otras causas, tiene que ver con que la vida en sociedad se ha vuelto
más violenta así como también con la
mercantilización de los medios. Carlos Monsiváis opina que “también intervienen
en este alarmismo la certidumbre de los editores (‘Escándalo es no vender’) y
la costumbre popular de unir ‘noticia’ y ‘espectáculo violento’.” Y es que al
decir del mismo autor, la nota roja “es nuestra catarsis elemental” y en ella “la
tragedia se vuelve espectáculo”.
Pero ello no debe conducir al
error de considerar que en épocas anteriores no hubo interés en estos temas.
Clara G. García García aclara el punto.
Desde
que existen medios de comunicación masiva, este conjunto de temas que ahora
conocemos como “nota roja” atrajo a lectores de todo tipo e incluso se
convirtió en un gancho para atraer la atención hacia esos medios y aumentar su
difusión. (...)
La
doctora María del Carmen Ruiz Castañeda, una de las pioneras del estudio de la
historia de la prensa en México, ha señalado que en la época colonial se
pegaban en las puertas de la catedral los edictos con que el Tribunal de la Fe , la Santa Inquisición ,
condenaba a muerte a alguna de las 43 personas que sentenció a lo largo de su
funcionamiento en la
Nueva España. Estos edictos tenían un característico sello
rojo, por lo que este color se identificó con este tipo de informaciones.
Desde hace mucho tiempo han
existido, y de hecho perduran aunque con otros nombres, periódicos verdaderamente
especializados en este rubro, como es el caso de Alarma! y Alerta. Dice
Rafael Barajas, El Fisgón, en su
libro Sólo me río cuando me duele. La
cultura del humor en México (México, Planeta, 2009), que en el habla
popular fueron apareciendo referencias a la crónica roja: "me podrá ir
mal, pero peor le fue al que salió en la portada del Alarma!". Y profundiza en la cuestión.
A
principios del siglo XXI, en el Distrito Federal se siguen publicando cuatro
periódicos de nota roja (La Prensa, El Sol de México, Metro y Ovaciones de la Tarde)
con tirajes enormes. Sin embargo, la publicación emblemática de la nota roja
nacional es la revista Alarma! que se
publicó de 1950 a 1983. En sus portadas esta revista publicaba, esencialmente,
fotografías espeluznantes de escenas escabrosas -cadáveres, cuerpos mutilados y
otras lindezas-, aderezadas con cabezales escandalosos que hicieron escuela: se
trata de frases sintéticas, contundentes y llamativas que apelan al morbo de
manera fulminante:
No me
mates papacito, no he hecho nada malo
Según El Fisgón ante la escasez de información truculenta la misma se
produce con la finalidad de no defraudar al público. “En el libro Picaresca de la nota roja, Miguel Donoso
Pareja refiere que con cierta frecuencia los redactores de la sección policiaca
inventan sus historias, ya sea porque escasean los hechos de sangre, por pereza
o por mera diversión (…)” y para confirmar el aserto recurre al testimonio de
su colega Pedro Miguel quien “afirma
haber conocido a un tipo que posaba para algunas fotografías de Alarma!”.
Guiados por El Fisgón es posible hacer un repaso de aquellos
titulares clásicos del género que, según Héctor de Mauleón, tiene afición por
las palabras esdrújulas.
En
su libro, Donoso recopila notas como esta, publicada en Alerta:
Mil
pesos le dieron por cada mano. Lástima que sólo tuviera dos. (…)
Por
supuesto, los mejores cabezales de las publicaciones de nota roja son los que
echan mano del humor negro:
Jugaron
futbol con su cabeza (quedaron 2-0)
Asesinó
a su madre sin causa justificada (…)
Le
dieron 14 puñaladas en un ojo y se teme que lo pierda
El
descuartizado era un hombre íntegro
Con
motivo de la muerte del luchador llamado El Santo, un ídolo popular: Se nos fue El Santo al cielo (…)
Le dio
27 balazos. Y dice que “fue sin querer” (…)
Una
fotografía muestra a una mujer joven que ha sido tasajeada a navajazos. Sobre
esta imagen se lee: Su novio la cortó.
Estos
haikus sangrientos son notables por
su humor, pero el encabezado clásico de Alarma!,
el que hizo escuela y marcó a varias generaciones de periodistas es el que,
parodiando el lenguaje del Ministerio Público, dice: Siguióla, violóla y matóla.
El humor negro hace su
aparición por todos lados pero en el caso de México adquiere características muy
propias, lo que ha interesado a diversos autores. Para Jorge Portilla, citado
por El Fisgón, "en México el
humor negro es cosa frecuente y los mexicanos ponen en obra esta actitud a
veces con maestría espeluznante". El Fisgón alude también a un conocido
trabajo de Max Aub así como a un programa radial del escritor Tomás Mojarro en
relación a esta cuestión.
Max
Aub, escritor español avecindado en México publica en 1956 Crímenes ejemplares, un libro hecho, según el autor, con “material
de primera mano”, recopilado en España, Francia y México, donde transcribe las
“razones” que llevaron a asesinatos y suicidios. Una parte muy importante de
estos textos acusa un claro origen mexicano, y en muchas de estas confesiones
se trasluce una actitud en extremo machista que da pie a un humor que no
sabemos si es o no voluntario:
-Pueden
ustedes preguntarlo en la Sociedad de Ajedrez de Mexicali, en el Casino de
Hermosillo, en la Casa de Sonora: yo soy, yo era, muchísimo mejor jugador de
ajedrez que él. No había comparación posible. Y me ganó cinco partidas
seguidas. No sé si se dan ustedes cuenta. ¡Él, un jugador de clase C! Al mate,
cogí un alfil y se lo clavé, dicen que en el ojo. El auténtico mate del
pastor...
(…) -Era
bizco y yo creí que me miraba feo. ¡Y me miraba feo! A poco aquí a cualquier
desgraciado muertito lo llaman cadáver...
A
fines del siglo XX el escritor Tomás Mojarro tenía un exitoso programa radial,
y uno de los segmentos más gustados se titulaba ¡Oiga usted por qué agrede el mexicano! En esta sección, el
escritor leía noticias policiacas publicadas en los diferentes periódicos del
país, algunas de las cuales estaban llenas de un humor siniestro, a veces
involuntario:
Un
tipo que mata a dos japoneses a mansalva porque, según confiesa a la policía,
"me caen gordos los chinos". (…)
Un
individuo hiere a balazos a las meseras de un café "pa' que aprendan a servirme el pozole como me gusta: con harta
cebolla, orégano y chile piquín".
-¡Lo
maté pa' que aprenda!
Una crítica reiterada en la
actualidad es que la prensa privilegia el trato con el horror al tiempo que las
buenas noticias son relegadas. Ello no es novedad tal como se observa en la transcripción
que realiza Carlos Monsiváis de parte de un artículo de 1829 publicado en El Sol y que aborda la misma cuestión.
De
los (impresos) que se publican en el día son muy pocos los que merecen aprecio
y producen un excelente efecto sobre el espíritu público. La mayor parte de los
que se vociferan por las calles y portales, son los más a propósito para que
beba el pueblo la crueldad y el deseo de sangre y de suplicios.
Es curioso que exista un
fenómeno de decoloración en que la nota roja se hermana con el amarillismo, término que -de acuerdo con
Monsiváis- “cunde a fines del siglo XIX, al propagarse las técnicas
sensacionalistas de los yellow papers
de la cadena Hearst”. Y concluye Monsiváis: “Como sea, el amarillismo es
tradición antigua en la prensa mexicana (…)”
"Alármala de Tos" Botellita de Jeréz
1 comentario:
El tiempo actual, con sus márgenes de violencia, supera al humor. Pero recuerdo que hace dos décadas conocí a unos cuates que formaban el Semanario de lo Insólito. Su talento al servicio de las historias más fantásticas era envidiable.
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