jueves, 4 de junio de 2015

El chantaje de la recamarera


No se trata de satanizar toda iniciativa empresarial pero cierto es que a veces ello se facilita en extremo.

Para ilustrar lo anterior nos referiremos a un ejemplo del pasado reciente. Hasta no hace muchos años era usual que en las habitaciones de muchos hoteles apareciera una tarjeta -de presentación estandarizada y que seguramente surgió de la mente de un “creativo”- que decía:

Estimado Huésped:
Las Toallas, Blancos y demás objetos que para su comodidad se encuentran en la habitación, están inventariados y cualquier faltante será cargado a la camarista responsable de este piso.
Ayúdenos a no lesionar la economía de una trabajadora que merece todo nuestro apoyo y respeto.
Atentamente.
La Gerencia

Está claro –lo contrario hubiese sido incalificable- que se trataba de lo que podríamos clasificar como “chantaje emocional preventivo dirigido a huéspedes de dudosa honestidad”. Pero de cualquier manera, ya tendría que estar claro que hay cosas con que no debería jugarse.

No faltará quien diga: -bueno pero esto es cosa del pasado.

Sí, concedido.

Lo que no es cosa del pasado en muchos centros laborales es la larga lista de: salarios indignos, trato inhumano, condiciones laborales inapropiadas (por ejemplo en este mismo espacio hemos aludido a la inexistencia de “la ley de la silla”), ausencia de prestaciones de ley, procedimientos discriminatorios (edad, maternidad, presencia, género) a la hora de la contratación, etc. Y la lista no pretende ser exhaustiva.

1 comentario:

Pancho Bustamante dijo...

En los estacionamientos de la cadena de supermercados gringa Kash n Karry hay carteles que dicen al cliente que devuelva el carrito donde uno cargó su compra al interior del local porque de esa manera se ahorrará mano de obra y esto contribuirá a mantener los precios bajos. O sea, que un monstruo corporativo me pide que trabaje gratis para él y a cambio me promete retribuirme con precios bajos, algo de lo que no tengo ninguna seguridad que así sea. Lo mismo sucede con las máquinas en que uno pesa los vegetales y en las que luego pone su compra y paga sin necesidad de una cajera. Yo voy a las cajas donde hay seres humanos porque protejo el trabajo de esas personas que veo y además porque sus patrones no me pagan a mí, que soy su cliente, el salario que se ahorran. Saludos