lunes, 21 de julio de 2025

Biblioteca busca su cauce

 

Se trata de un viejo proyecto que me propongo encauzar en los próximos meses y para ello necesito de colaboración. Tal vez tengas alternativas al respecto o conozcas a alguien a quien pueda interesar.

Se trata de la historia de una biblioteca, mi biblioteca.

La fui conformando en dos etapas.

La primera estuvo centrada en adquirir libros que apoyaran mi trabajo. Durante esos años fui reuniendo dos fondos centrados en educación, así como en desarrollo personal y comunitario. Eran mi apoyo para organizar charlas y talleres así como para reunir las compilaciones que he publicado.

La segunda etapa tuvo que ver con un peculiar proyecto: ir reuniendo libros que trataban de un amplio espectro de temas: gastronomía, deportes, historias menores, criminología, testimonios de médicos, crónicas citadinas, exilio español, manifestaciones de arte popular y muchos etcéteras.

La idea era conseguir un lugar donde instalar mi biblioteca y que estuviera al servicio comunitario. Me tenía confianza en cuanto a que los libros reunidos podían acercar a la lectura a quienes aun no eran aficionados a ella. Algo así como una biblioteca para lectores dispersos. Seguía soñando: tal vez podía formar parte de algún centro cultural, comunidad barrial, lugar de encuentro…

Fue así que durante años recorrí muchas librerías de viejo tanto en CDMX como en diversas ciudades y localidades de todo el país a donde concurría por razones laborales. Años de invertir dinero en adquirir textos que pudieran enriquecer mi proyecto de biblioteca.

De una vez lo digo: no tengo inventario, catálogo o similar del acervo bibliográfico. A puro cálculo estimo que deben ser entre 2.000 y 2.500 ejemplares. Cabe aclarar que varios están subrayados o marcados.

Así mismo preciso que no hay libros para niños. Muy poco de novela y poesía; fundamentalmente se trata de ensayo y crónica.

Pasados los años no conseguí (seguramente tampoco lo busqué con tanta dedicación) un lugar para instalar mi biblioteca.

Y como todo tiempo es llegado, entro en la etapa de definir qué hacer con mi biblioteca.

Pensado en voz alta me imagino que pudiera tener diferentes destinos:

·         * que sea adquirida por alguna empresa del rubro de medios de comunicación, ya que podría ser un importante apoyo para su programación así como para la formación de locutores;

·        * una biblioteca popular o casa de la cultura o casa de lectura de alguna comunidad donde interese desarrollar un proyecto vinculado a la lectura, mismo que ya tengo organizado con el título de “Leer para vivir”;

·         * alguna casa de retiros, cabañas, hostal… situado en un entorno natural donde haga falta una buena biblioteca;

·         * secretaría de cultura de algún estado o ciudad que quisiera instalar la biblioteca junto al programa “Leer para vivir”;

·         * universidad o centro de estudios superiores con cursos de licenciatura y posgrado que quiera innovar con un espacio para lectores dispersos;

·         * alguien que disponga de un lugar donde se pueda instalar la biblioteca a manera de librería de usados y orientación bibliográfica;

·      *   interesado en tener los libros y venderlos por MercadoLibre (o similar) con su debida comisión;

·         * persona o institución que después de conocer el acervo (se podrá visitar durante todo el mes de septiembre) quiera adquirir la biblioteca haciendo una oferta partiendo de una base mínima de $ 200.000 doscientos mil pesos).

Por último, quiero aclarar que si se concreta alguna de estas opciones (u otra que pudiera surgir) que se acerque a mi sueño, entonces haría la propuesta de ir junto con la biblioteca para iniciar el desarrollo del proyecto…

Desde ya, agradezco tu apoyo.

Un saludo afectuoso

 

 

Gerardo Mendive

julio 2025

 

gemendive@yahoo.com.mx

whatsapp 5541262798

martes, 15 de julio de 2025

Vidrieras nada inocentes


Hay personas que, a través de sus acciones, escritos, canciones, pinturas…, se nos han vuelto entrañables. En algunos casos como resultado de un descubrimiento personal debido a circunstancias casuales; en otros han alcanzado mayor difusión, constituyendo una especie de marca generacional.

Es el caso de la argentina María Elena Walsh. Compositora e intérprete de inolvidables melodías para niños (y no sólo para ellos) como “Manuelita la tortuga”. También autora de libros así como artículos publicados en periódicos y revistas.

En este momento nos referimos a uno de estos artículos titulado “¿Corrupción de menores?” publicado en Clarín (Buenos Aires) el 5 de abril de 1979. Aun cuando es innegable que en los años transcurridos desde su publicación hasta hoy se han dado cambios significativos, el texto no deja de tener vigencia.

Las jugueterías, en vidrieras separadas, ofrecen distintos juguetes para niñas y para varones. En Estados Unidos, no hace muchos años los lugares públicos estaban igualmente divididos “para gente de color” y “para blancos”. ¡Dividir para reinar!

A las nenas sólo se les ofrece -o se les impone- juguetería doméstica: ajuares, lavarropas, cocinas, aspiradoras, accesorios de belleza o peluquería. (…)

Los juguetes para varones sortean la monotonía y ofrecen toda la gama de posibilidades humanas y extraterrestres: granjas, tren eléctrico, robots, microscopio, telescopio, equipos de química y electrónica, autos, juegos de ingenio y todo lo que, en fin, estimula las facultades mentales.

¿A la nena no le gustan los animales de granja ni los trenes? ¿No sueña con manejar un coche? ¿No siente curiosidad por el microcosmos o el espacio? ¡Cómo la va a sentir si es cosa de la otra vidriera, la de Gran Jefe Toro Sentado Blanco!

Defensora de los derechos de las mujeres, María Elena Walsh veía -como se ha señalado- un estrecho vínculo entre el entretenimiento y el entrenamiento. “¿Es que el ejercicio de la razón y la imaginación pueden llevarla a la larga a desistir de ser una criatura dependiente y limitada, mano de obra gratuita y personaje ornamental? La respuesta es sumamente indiscreta.”

Aun así, confiaba en que niñas y mujeres contaban con una enorme fuerza de resistencia ante la presión social. “Por suerte, esta criatura vestida de rosa (…) es fuerte y rebelde, dotada de una capacidad de supervivencia extraordinaria. La nena, en muchos casos, renegará de la manipulación (…)”

Detrás de este aparente orden natural ve la acción nada inocente de quienes identifica como “aprendices de jíbaros”.

Toda criatura humana debe aprender a bastarse y cooperar en el trabajo hogareño y a cuidar, si quiere, su apariencia. Lo grave consiste en convencer a la criatura femenina de que el mundo termina allí. (…)

A la nena no se le permite formar su personalidad libremente: se la dan toda hecha, y aprendices de jíbaros le reducen el cerebro para luego convencerla de que nació reducida. La instigan a practicar un desenfrenado culto a las apariencias y a desdeñar su propia y diversa riqueza humana. La recortan y pegan par luego culparla porque es una figurita. La educan, en fin, para pequeña cortesana de un mundo en liquidación.

Y este artículo capicúa concluye con la pregunta formulada en el título: “¿No es eso corrupción de menores?”

Gracias, María Elena. Gracias, siempre.

martes, 8 de julio de 2025

Tiempo de cambios

 

Vivimos en medio de vicisitudes que ocasionan grandes transformaciones en diversos campos del acontecer. Es así que con frecuencia se alude a la incertidumbre, imprevisibilidad, desafíos y retos de nuestro tiempo. Tal vez estas consideraciones sean de las pocas que en lograr unanimidad.

Y sin querer restarle trascendencia a lo anterior, es posible advertir que en muchos momentos de la historia se ha vivido con esta misma convicción asociada a la irrupción de tiempos adversos. Al respecto Jorge Luis Borges señalaba: “Le tocaron, como a todos los hombres, malos tiempos en que vivir”.

Azorín representa una pequeña muestra de ello cuando en 1951 afirmara: “Difícil es en tiempos normales mantenerse ecuánimes (…); más difícil cuando el mundo anda, como ahora, revuelto, soliviantado.”

Sin embargo, hubo quienes comprendieron que cambios y transformaciones lejos de manifestar decadencia social podían ser el anuncio de nuevas realidades más venturosas. Tal lo que se desprende de la conferencia “Defensa del tiempo presente” pronunciada por Alberto Lasplaces en el Centro Protección Chauffeurs de Montevideo en 1925.                                                                           

Podremos advertir que en nuestra época las ideas se discuten con empecinamiento y entusiasmo y que las muchedumbres se muestran indecisas ante distintas solicitaciones, sin saber qué camino tomar. Hay quien interpreta eso como un signo de decadencia, como la iniciación de un verdadero caos.

Lasplaces discrepa con esta manera de interpretar los acontecimientos.

A mí, al contrario, me parece muy bueno. La nuestra es una época de transición colocada entre un orden de ideas y realizaciones que ha cumplido ya con su misión histórica, y otro orden de ideas y de realizaciones que alborea apenas y del cual más o menos todos somos obreros e iniciadores.

Y propone una mirada diferente al distanciarse de quienes hablaban de ruptura en la disciplina social.

Los que se espantan de nuestra inquietud, de la agitación vibrante en que vivimos, nos censuran en nombre de la disciplina. Hasta ahora la disciplina no ha sido otra cosa que sometimiento involuntario de los más a las atentatorias imposiciones de los menos. A eso yo no le llamo disciplina sino despotismo. Lo que ansiamos y buscamos nosotros es una disciplina consciente y razonada, a la cual se adapte voluntariamente cada hombre.

Así pues Alberto Lasplaces saludaba en su conferencia de 1925 el advenimiento de esta nueva etapa que conduciría a una vida más plena. “La nuestra es una época de libre examen. De ahí que en todas partes se discuta, y haya choque de ideas y reñidos encuentros. Eso es vida. La disciplina como la entienden algunos sería acatamiento, silencio y tristeza, es decir, muerte.”

Ojalá que los cambios de nuestro tiempo también sean indicio del renacer de la vida.

martes, 1 de julio de 2025

Vocación ascética

 

En diversas oportunidades nos hemos referido en este espacio a Pacomio, conocido monje que vivió en el siglo IV. Fue así que conocimos una extraña historia en torno al vínculo del uso de capuchas con la cantidad de aceitunas ingeridas (https://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.com/2019/03/la-historia-de-pacomio-las-aceitunas-y.html). También nos aproximamos a las razones para la búsqueda deliberada de la fealdad (https://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.com/2020/06/la-busqueda-de-la-fealdad.html). Hemos incursionado en la materia guiados por J. Lacarriére, prestigioso especialista en el tema.

En esta ocasión, y con la misma conducción, nos asomaremos a las privaciones y destrato a que se sometía a los aspirantes a monjes con el objetivo de confirmar la fortaleza de su vocación.

(…) ¿cómo vivía un monje pacomiano? Ante todo, no se convertía en monje   quien quería. La disciplina ascética impuesta por Pacomio era de tal naturaleza que exigía poner a prueba la sinceridad y voluntad del candidato antes de ser aceptado en la comunidad. (…) se convirtieron en una especie de ritual, poco más o menos idéntico para cada candidato:

- cerrarle ante sus narices la puerta del monasterio;

- dejarle esperar varios días (diez días, según Casiano) a la entrada del monasterio, sin dirigirle la palabra;

- obligarle a prosternarse, echarse a tierra ante cada monje que entraba o salía, etc.

No vaya a creerse que allí acababa el fraterno hostigamiento a quienes solicitaban ser admitidos en la comunidad; continúa Lacarriére

Una vez sufrida esta primera prueba, el candidato era admitido al interior y confiado por algún tiempo al portero, luego a un “dueño de casa”. Allí, se continuaba el “test” de su voluntad y su desapego del mundo. Se le daban los quehaceres más repugnantes, a veces, incluso le escupían encima o bien no le prestaban atención, o se le anunciaba que su madre, su hermana, su hijo o su hermano estaba muriendo y le reclamaba, por ver si todo apego al mundo estaba bien muerto en él. Por supuesto, estas pruebas variaban según los casos. Dependían, por lo general, de la discreción del superior. Pero la disciplina y la obediencia, dado que son principios evidentes, inseparables de toda vida comunitaria, no merecen la pena de que nos detengamos más en ellas.

Lacarriére no lo menciona, pero es posible que con semejantes procedimientos de bienvenida, muchos aspirantes se regresaran por dónde habían llegado…