martes, 24 de junio de 2025

Las cuentas de la vida

 

Úrsulo Moncayo, protagonista de la novela “Isla de Lobos” de David Martín del Campo, echa números en relación a la vida.

“Un hombre vive 70 años, si elude los síncopes cardiacos de los cincuenta y el cáncer de los sesenta. Digamos que hasta esa edad conserva en promedio la lucidez. Si restamos los diecisiete años que emplea en su formación escolar, nos quedan… 53 años, que en días son: 53 por 365, igual a 19 mil 345 días. Dejémoslo en 19 mil por los días que pasa uno enfermo en cama. A eso hay que restarle la tercera parte del tiempo que pasa un hombre durmiendo; nos quedan 12 mil 667 días. Dejémoslo en 12 mil por las siestas y sueños prolongados en la pereza matinal. ¡Ah, los domingos! Quitemos las vigilias de los séptimos días. Así, a ver, tenemos 53 años por 52 semanas, por 16 horas; entre 24 horas de la unidad día; restan… 12 mil menos 1837, son 10 mil 163. Dejémoslo en 9 mil días por las vacaciones, medios sábados, días festivos, puentes y crudas. También tenemos dos horas y media diarias empleadas en alimentarnos; una, por lo menos, en transportarnos; ocho de trabajo, en cinco días laborales; media hora diaria ocupada en el cuarto de baño; dos horas diarias cedidas a la familia, los amigos, el periódico, la copa y la televisión; y una hora diaria entregada al amor o su búsqueda. Tenemos…” (…)

Ya entrado en materia, proseguía con sus cálculos.

“89 horas por semana, que al año en días, son… Dejémoslo en 90 por el tiempo ocupado en subir escaleras y hablar por teléfono… 4 mil 680 horas al año, que en días son… 195 días al año, por los 53 años de lucidez, son 10 mil 335.”

Llegó el momento de cerrar la cuenta.

“Tenemos 9 mil que quedan, menos estos otros 10 mil 335… ¡menos mil 335 días!”

El resultado le causó estupor.

-¡Carajo! ¡Resulta que le salimos debiendo tiempo a la vida! -maldijo Moncayo (…)

Pero además a Moncayo hubo algo que no le pasó desapercibido

“Y para la creación, para el arte, para la aportación humana que cada uno podría ofrecer al mundo… ¡nada! Tal pareciera que solamente los burgueses tuvieran tiempo para el canto y las flores…”

Felizmente llega el consuelo:

-O los cínicos marginales, desde luego (…) Gracias a Dios.

martes, 17 de junio de 2025

Deseo incumplido

 

En algún momento de su vida Giovanni Papini hubiera querido ser escéptico, pero guiándonos por su testimonio queda claro que no lo logró. La persistencia de la duda y el derecho a la incertidumbre le impidieron llegar a ese resguardo.

¿Escéptico yo? No, desgraciadamente. Ni siquiera soy un escéptico. El escéptico es un hombre afortunado: posee una fe, la fe en la imposibilidad de la certeza.

Puede vivir tranquilo, y, si se le antoja, dogmático. Pero yo no. Yo ni siquiera creo en la vanidad de cualquier búsqueda, y ni siquiera estoy seguro de la inexistencia de la certeza. Entre las cosas posibles también está ésta: que la verdad se encuentre y que alguien la posea.

Porque finalmente se pregunta: “¿Qué quiere decir que yo no la haya encontrado y que yo no la posea?”

martes, 10 de junio de 2025

Recuerdo de una traición

 

A la hora de hurgar en la memoria aparecen episodios que no tienen mayor relevancia para otros, pero sí para uno. De eso da cuenta Juan Forn, destacado especialista en poner de manifiesto historias aparentemente menores.

El libro [Los oficios ajenos de Primo Levi] empieza hablando de la casa donde Levi nació y pasó toda su vida, salvo el breve y terrible interregno en que fue enviado a Auschwitz.

(…) en su recorrido desemboca en un cuarto donde se acumulan valijas y baúles de tiempos pretéritos. Levi encuentra allí la caja de su viejo Meccano y recuerda al instante su primer amor, una niña de nueve años llamada Lydia, recién operada de las amígdalas. Lydia debía guardar reposo y contemplaba a la distancia cómo jugaban los demás chicos en la calle. Uno de ellos, llamado Carlo, atraía especialmente su atención. Carlo tenía una versión del Meccano superior a la de Primo, pero si juntaban las piezas de ambos juegos, podían construir artefactos imposibles de lograr cada uno por su lado.

Así fue como Primo y Carlo aunaron esfuerzos para construir lo que regalarían a Lydia con motivo de su cumpleaños.

No sólo las piezas eran complementarias, también lo eran las mentalidades de ambos: los objetos que armaba Carlo eran simples, sólidos y pedestres; los de Primo eran más complicados e inventivos pero inestables, porque no tenía la paciencia de Carlo para ajustar bien cada tuerca. Primo sugiere a Carlo construir algo único para el cumpleaños de Lydia: algo que ni siquiera los manuales del Meccano enseñen cómo hacer. Carlo se inclina por un motor, un artefacto que funcione por sí solo. Primo acepta pero aspira a algo simbólico, que funcione como ofrenda de amor. Luego de mucho discutir convence a Carlo de que hagan un reloj, el reloj más hermoso jamás construido.

Carlo acepta a regañadientes el rol subalterno que tiene en la tarea, Primo siente que el amor inspira su audacia creativa.

Pero la competencia entre aquellos niños que buscaban impresionar a Lydia conducirá a la ruptura de aquella alianza.

Llega el cumpleaños de Lydia, Carlo cede a Primo el honor de entregar el regalo elaborado en conjunto. Cuando Primo intenta poner en marcha el reloj, el mecanismo fracasa miserablemente. Carlo da entonces un paso al frente y entrega a la cumpleañera el regalo que llevaba oculto debajo de su camisa: una bombonera, que Lydia recibe encantada y muestra con orgullo al resto de los invitados.

¿Por qué permaneció ese recuerdo de infancia, al cabo de tantos años, en la memoria de Primo Levi? Tal vez lo anotado por Rafael Argullol respecto a la traición pueda aclarar el punto.

Nada debilita tanto como la traición. Podemos permanecer fuertes ante el odio y la envidia, ante el dolor e incluso ante la muerte. Pero la traición nos vuelve frágiles e impotentes porque, con ella, irremediablemente se hunde un mundo: un mundo que nosotros mismos habíamos construido con la ternura y la seguridad de lo que se construye para siempre.

Y es que al decir de Mario Míguez -citado por Fernando Savater- “Traicionado el amor, ya todo es nada.”

lunes, 2 de junio de 2025

En Mirar-nos con ojos ajenos... estamos de manteles largos

 No están ustedes para saberlo ni yo para contarlo pero resulta que por estos días cumplimos cinco años.

El 3 de junio del 2020 dio inicio el programa Mirar-nos con ojos ajenos. Una invitación al análisis y la reflexión a partir de pedacitos de historia.

Vivíamos tiempos de inicio de pandemia y gracias al apoyo de un grupo de amigos decidí iniciar esta aventura, que no hubiese sido posible sin su generosa ayuda. ¡Muchas, muchas gracias!

La idea es muy simple: encontrarnos semanalmente en forma virtual a una reunión en la que durante 50 minutos desarrollo un tema y en los 10 minutos siguientes participan los asistentes que así lo decidan.

No se trata de un curso que requiriera continuidad ya que cada encuentro aborda cuestiones diferentes.

Las dos condiciones para llegar a las reuniones son: querer y poder hacerlo.

El programa no tiene una duración establecida y continuará en la medida que a) no lo impida alguna situación de fuerza mayor o b) ya nadie asista a las reuniones o c) me quede sin temas para presentar.

En lo económico se contempla a) un aporte económico sugerido por reunión, al tiempo que se considera b) la situación de quienes pueden aportar algo, pero no la cuota sugerida y c) la de quienes no pueden aportar nada. Todos son bienvenidos.

También existen un grupo de patrocinadores (personas y empresas) que con su aporte mensual apoyan el programa. A ellos, ¡muchas gracias!

Cada semana se envía un recordatorio con los datos para ingresar a las reuniones que se llevan a cabo por medio de la plataforma Zoom. Quienes quieran recibir esa información deben hacernos llegar su dirección electrónica para incorporarla en el directorio. En la última semana de cada mes se envía el calendario temático del mes siguiente.

En estos dos años han participado personas que residen en CDMX, Querétaro, Cholula, Cancún, Monterrey, Estado de México, Guadalajara, León, Puebla, Pachuca, Baja California, Oaxaca, Chiapas…

En algunas ocasiones se han sumado asistentes que residen en Suiza, Estados Unidos, Argentina, Uruguay, Puerto Rico, España.

En estos cinco años hemos presentado más de 250 temas.

Las presentaciones son una suerte de collage que armo con textos de muy diversos autores. Los ingredientes son ajenos, la ensalada es mía. De esa manera organizo la presentación que voy leyendo y comentando en el momento de la reunión de los grupos.

Los horarios de reunión son martes 17 hr o jueves 12 hr (con el mismo tema).

Los horarios son de CDMX.

Muchas gracias a todos aquellos que participan en este espacio.

¡Felicitaciones compartidas por estos cinco años!

martes, 27 de mayo de 2025

Espacios de rebeldía

 

Sobran motivos para resistir ante tantas situaciones del mundo en que vivimos. Seguramente esta afirmación no es exclusiva de nuestro tiempo, pero en él adquiere carácter de urgencia.

Claro que existen quienes aceptan o se resignan a diversas realidades; principalmente por cuestión de privilegios o desconocimiento. Como lo decía Giovanni Papini: “(…) no hay señal más cierta de un espíritu mezquino que sentirse satisfecho de todo.”

Hace ya algunos ayeres Demócrito había dejado la advertencia: “(…) me río del hombre, lleno de estupidez (…) [que] se esfuerza por poseer cada vez más para ser cada vez menos.” Tal vez a ellos aludía León Tólstoi: “Algunas personas pasan por nuestra vida para enseñarnos a no ser como ellas.”

Y entonces se trata de resistir, de rebelarse.

Los caminos para hacerlo son muchos y no faltan las polémicas a ese respecto.

En esta ocasión no entramos en ello; nos limitamos a convocar a dos mujeres que dejaron huella en este terreno.

Es el caso de Anne Dufourmantelle  

(…) Porque el recurso interior pasa por la revuelta y la resistencia; suerte de ascesis anti-consumista, es una capacidad de entrar en resonancia con el mundo sin dejarse captar.

Así es como engañaremos esta soledad para ir a buscar una piel nueva, una mirada diferente que nos diga quiénes somos, liberándonos al mismo tiempo de ese lastre de ser uno mismo, aunque sea brevemente, incluso por un fragmento de noche.

Por su parte Doris Lessing conoció del enorme esfuerzo personal de ser rebelde, así como del sentido de intentarlo.

Ser rebelde lleva la vida entera,

borrarte los privilegios de la piel,

inscribirte en la soledad del desacuerdo,

dejar atrás a los usurpadores....

No hay premio a una rebelde

más allá de poder regar sus flores en el tiempo que apropia,

salir a dar de comer a las aves una mañana donde el capital devora, sonreír con los dientes maltrechos ante la desventura del desayuno, ser indigente en la casa que nadie sueña.

Las rebeldes saben de qué están hechos los premios,

rechazan los mendrugos que lanza la mano del opresor.

Una rebelde tiene como único premio la vida, porque de ella nadie se apropia, en ella nadie la usurpa,

porque es la única tierra propia de cada rincón donde duerme.

Su rebeldía alcanza siempre a cobijar el desánimo del progreso

y si de paso una rebelde tiene la alegría en soledad, ha vencido al mundo.

martes, 20 de mayo de 2025

Formas de ser

 

Referirse sin más a formas de ser seguramente deja mucho que desear en cuanto a precisión conceptual, pero manifiesta con claridad a lo que aludimos.

El asunto da para mucho: ¿cómo se constituye la forma de ser?, ¿qué tanto es lo que trae consigo la persona y cuánto lo que determina su entorno?, ¿hay solo una forma de ser o son varias las que pueden caracterizar a una misma persona a lo largo de su vida?...

Las preguntas abundan, las respuestas contundentes escasean.

Muchas son las clasificaciones propuestas que intentan dar cuenta de este amplio espectro; algunas simples, otras complejas. Ahora solamente me referiré a dos formas de ser que de alguna manera resultan antagónicas.

Con su maestría habitual Julio Ramón Ribeyro da cuenta de aquellas

(…) personas para las cuales ser simpáticas constituye su única profesión. Viven de su simpatía como otras viven de su ciencia medicinal, de su habilidad para el comercio o de su pericia en tocar la flauta.

Por su parte Marta D. Riezu alude a un individuo que viene en otra presentación.

Hay un tipo de persona terca, libre y con empuje para apartarse del discurso ortodoxo de su gremio. Ni siquiera se da cuenta, no funciona a la contra, solo hace lo que le da gana y cree en ello ciegamente. Alguien con esa mirada es casi invencible.

Sin duda existen formas de ser con las que nos sentimos más afines, mientras que otras nos provocan cierto rechazo.

Tal vez -podrían decir algunos especialistas- son maneras de proyectarnos.

martes, 13 de mayo de 2025

Porque hay de olores a olores

 

En alguna ocasión hemos abordado en este mismo espacio el tema de los olores (https://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.com/2021/04/un-paseo-por-los-olores.html).

Ahora volvemos a la cuestión porque, como veremos, también esto de los olores tiene su historia.

Irene Vallejo cuenta que “Los hombres santos entendieron el hedor como una medida de devoción ascética. Rechazaban el aseo para expresar su oposición al estilo de vida de los romanos.”

Es así como el (mal) olor pasaba a ser una medida de resistencia y Vallejo presenta un par de ejemplos más que ilustrativos. “Simeón el Estilita se negaba a dejarse tocar por el agua y “tan potente y hediondo era el hedor que resultaba imposible ascender aunque solo fuera hasta mitad de la escalera sin malestar”, pero también de la otra parte había medidas de resistencia ya que “algunos de los discípulos que se obligaban a llegar hasta él no podían subir hasta que se habían untado en la nariz incienso y ungüentos fragantes”.

En el otro ejemplo señala que “después de pasar dos años en una cueva, san Teodoro de Siqueón emergió ‘con un hedor tal que nadie soportaba estar cerca de él’.”

A estos anacoretas o monjes del desierto no les era posible predicar en cercanía: es más, ni siquiera querían hacerlo porque lo que procuraban era la soledad que les permitiera el encuentro con Dios.

Según Vallejo -citando a Clemente de Alejandría- había razones para aquellas costumbres.

Clemente de Alejandría escribió que el buen gnóstico cristiano no quiere oler bien: “Repudia los placeres espectaculares y los demás refinamientos del lujo, como los perfumes que halagan el sentido del olfato o las atracciones de los diversos vinos que seducen el paladar o las guirnaldas fragantes hechas con distintas flores que debilitan el alma a través de los sentidos”.

Concluye Irene Vallejo con una conclusión incontrovertible: “En aquel tiempo, el ‘olor de santidad’ era fétido.” Y tal vez alguien pueda acotar que en algunos casos no solo “en aquel tiempo”.

En otro orden de cosas Marta D. Riezu repara en la importancia del olfato en un sentido amplio. “Todos tenemos olfato, pero para oler y entender historias hace falta un cierto entrenamiento. De entre todas las creaciones del hombre, es una de las más inasibles y frágiles.”

Situado en lo literal, comparte lo que sostienen algunas investigaciones en relación a que “cuando aún estamos dentro de nuestras madres y no podemos tocar, ver ni oír demasiado, nuestra nariz ya trabaja a destajo.”

También subraya la memoria del olfato a lo largo de nuestra vida. “Los aromas se atesoran de forma inconsciente y visceral; de ahí que, quince años después, pasemos por una calle, huela a nuestra guardería y paremos en seco de la impresión.”

Todos tenemos experiencias en esto de los olores que permanecen en nuestra memoria, y nuestras emociones, y que se hacen presentes nuevamente a la menor provocación.

martes, 6 de mayo de 2025

La serie completa de Breverías

Con la publicación de Breverías uruguayas (2025), se cierra esta serie compuesta también por Breverías españolas (2023), Breverías mexicanas (2024) y Breverías argentinas (2024).





Estas compilaciones han sido editadas en Madrid por la editorial Y griega, a quien mucho agradezco su interés en la propuesta.
Muchas gracias también a amigos y colegas que me han respaldado en este proyecto llevado a cabo.
Ojalá que las mencionadas publicaciones puedan ser de interés para algunos lectores.

martes, 29 de abril de 2025

Oficio complejo

 

Muchos son los motivos para que cierta información se constituya en secreto. La materia del mismo puede ser variada: una estrategia militar ya diseñada y próxima a llevarse a cabo, tener la primicia de una próxima devaluación de la moneda o del relevo de un personaje clave en el elenco político, hasta un simple chisme de menor entidad…

Por definición se trata de algo que no debe trascender; si así aconteciera -por lo menos parcialmente- dejaría de ser secreto.

Quien está en posesión de él no debe revelarlo; esa es la ley primera y única en este rubro. Sin embargo, todos sabemos por experiencia propia lo difícil que es cerrar la boca y aguantar la presión de lo que busca salir.

Las razones para develar (correr el velo de lo que debería estar cubierto) lo que debe mantenerse en reserva son diversas: ya no soportar la presión interior, confiar totalmente en el interlocutor con quien se comparte la cuestión, encontrarse bajo los efectos de algunos tragos que sueltan la lengua, ser transparente en demasía, querer destacar por rebote en virtud de lo que se da a conocer, afán de perjudicar la fama o prestigio de un tercero y muchos etcéteras.

Es curioso que la caracterización de quienes son garantía de discreción en ocasiones no es muy feliz que digamos: puedes confiar en mengana o fulano, ¡son una tumba!

Abel J. Fortunato sostiene que si se quiere que algo se sepa, debe atribuírsele la calidad de secreto: “El operativo debía realizarse en forma secreta, método comprobado como infalible cuando el objetivo es que se entere todo el mundo.”

Hay quienes establecen comparaciones en este terreno porque de acuerdo a su punto de vista existen nacionalidades entre las que no es recomendable confiar demasiado en este renglón, mientras que otras son más propensas a mantener secretos a buen recaudo. Afirma Matías Serra Bradford que John Berger “vivía en Francia, pero tenía especial debilidad por Polonia, porque los polacos respetan los secretos.”

Finalmente, para Luis Landero: “No hay nadie que no se lleve un secreto a la tumba, y no hay mayor gloria para un secreto que morir sin haber sido desvelado.”

Pero también se puede percibir una fuerza en sentido contrario cuando alguien sintiendo cercano el fin de su vida, decide dar a conocer algo que mantuvo en silencio durante mucho tiempo. Algo así como un acto de liberación en el umbral con el fin de irse más ligero de equipaje.

martes, 22 de abril de 2025

Un mar de esperanza nostálgica

 

Su nombre llega como fragmento de un poema nostálgico: Rosalía de Castro. Presente en el sentimiento de tantos gallegos viajeros que traían su morriña a cuestas. Rosalía era, y es. voz del sentir de ellos.

Porque como dice César Antonio Molina no sólo cargaba con su tristeza “sino con la de todo el pueblo gallego. (…) Rosalía vivió en medio de una tristeza desesperanzada, exasperada por el dolor. Terror a las sombras y a lo oscuro, impaciente ante la angustia y desesperanzada de Dios.” Es por ello que agrega

[Álvaro] Cunqueiro la cree muy cerca del ateísmo y la incredulidad. “O fondo sin fondo do meu pensamento” o “Teño medo dunha cousa/ que vive e que non se ve”. Para Cunqueiro, Rosalía renunció a toda compañía y a toda salvación.

Por si fuera poco, Rosalía también renunció a la originalidad, escribía aun a sabiendas que no hay lugar para ella.

Bien sé que no hay

nada nuevo bajo este cielo,

que antes otros pensaron

las cosas que ahora yo pienso.

 

Y bien, ¿para qué escribo?

Bueno, porque así somos,

reloj que repetimos

eternamente lo mismo.

 

En uno de los extraordinarios artículos que Pere Gimferrer publicó en la prensa, nos permite asomarnos al espacio íntimo de Rosalía

El cuarto de la poetisa.

Podemos ver ahora este cuarto. No se trata, desde luego, de un cuarto habitado por alguien; se ha convertido en un museo, en un lugar de peregrinación. Desnudo, tiene un crucifijo que preside la cabecera de la cama, una cama decimonónica, de madera antigua, noble y severa. A los pies de la cama, en el suelo, hay un jarro grande con flores.

Ese crucifijo de cabecera plantea un interrogante acerca que vivió “desesperanzada de Dios”. ¿Hubo algún resquicio de fe en ella? Continúa la descripción de Gimferrer en relación a la habitación.

Pero lo que más llama la atención en esta fotografía que ahora miro, es la ventana. El cortinaje, solemne y translúcido, se abre -suspenso en la nitidez inmóvil del aire- a un vivísimo resplandor, que sólo presentimos, como algo compacto, vago y poderoso. Es la claridad del día en el paisaje exterior, tal como la veía la poetisa, con ojos ya mortecinos, en esta habituación donde murió, un regusto de luz en el silencio del atrio, prolongándose en la paz verdosa de los olivos.

Llegado a este punto, Pere Gimferrer alude al vínculo tan especial que unía a la poetisa con el mar, con su mar.

Rosalía de Castro era ya un ser desfalleciente cuando el 15 de julio de 1885, pidió que le trajeran un ramo de pensamientos, su flor más amada. Tenía el ramillete cerca de los labios, y sintió un ahogo; con la vista enturbiada dijo a su hija mayor: “Ábreme la ventana. Quiero ver el mar.”

Allí habitaba un mar personal, solo de ella, porque “desde esta ventana no se puede ver el mar.”  Y entonces se impone la pregunta

¿Lo vio, quizá, con otra mirada, una mirada interior, más quieta y pura? Quizá, por dentro, esta mirada de la mente y del espíritu, en los instantes del tránsito a la muerte -pues ya no dijo nada más- se abrió a vivir con otra intensidad, con una duración distinta. (…)

Concluye Pere Gimferrer

¿Vio el mar Rosalía? El cuarto, ahora, está vacío, pero en las cortinas late, con la luz del día, el eco de la luz del agua en la playa perdida. Si cerráis los ojos, en el rumor de las hojas bajo el aire nítido y claro ¿no sentirés, muy hondo, como un murmullo de olas en este cuarto inhabitado?

Sí, es ese mar, su mar.

“O fondo sin fondo do meu pensamento”