viernes, 24 de diciembre de 2010

Rey

Ulises quien me lo contó. En la localidad de San Andrés, un poblado indígena en la sierra norte de Puebla, el maestro promovía que niñas y niños de primaria se expresaran a través del relato de narraciones orales.

Ilustración: Margarita Nava
San Andrés se encuentra en una zona extremadamente seca en que la sobrevivencia resulta complicada, al provenir de los escasos frutos de la agricultura. En aquel entorno de pobreza –y tal como suele suceder en las comunidades indígenas- la participación de los niños se centraba en historias acerca de sus antepasados, así como en relatos protagonizados por animales propios de la región. Sin embargo al momento de su intervención, un niño modificó este estado de cosas al emprender una narración que transcurría en torno a un rey. Mientras el cuento se desarrollaba, el maestro observaba por la ventana del salón aquellos desoladores parajes y se preguntaba a dónde iría a dar el citado monarca. Pues bien, el desenlace no presentó ningún tipo de inconvenientes para el pequeño cuentista que concluyó diciendo: “... y entonces el rey se levantó, dobló su cobija, se puso su sombrero y se fue a trabajar la tierra”.

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