miércoles, 22 de junio de 2022

El escritor como notario

 

Algunos escritores no pretenden ahorrar en bondades y méritos a la hora de referirse a sus maestros; tal es el caso de Josep Pla cuando analiza la obra de Antón Chéjov.

Lo que me impresionó desde el principio fue la simplicidad de su escritura, el cuidado exacto de los detalles, el fabuloso interés por la cotidianidad de la gente -exactamente, de la gente modesta, pobre, gris, misteriosa (sin misterio apreciable), aduladora, envidiosa, que nace, vive y muere.

Es así como para Pla la sencillez en la escritura de Chéjov pone de manifiesto su autenticidad.

Su escritura es tan normal, tan cercana a las pequeñas cosas de la vida que a mí me parece que el escritor ruso ha contribuido como nadie a la destrucción del barroquismo literario y que esto lo ha hecho de una forma casi inconsciente y por razones de honorabilidad personal, es decir, por un afán de autenticidad y de verdad que se le han impuesto personalmente.

En su opinión el gran escritor ruso refiere a un amplio espectro de temas que constituyen la vida cotidiana de su tiempo.

En este aspecto no creo que haya precedentes: el alcoholismo, la superstición, el convencionalismo, la ignorancia, la sensualidad, el aburrimiento, el tedio, la manía de hablar, de filosofar, la pasión de la labia inseparablemente unida a la incapacidad para la acción, a la gandulería, a la inutilidad de la cultura, al patrimonio ficticio, a la ineluctabilidad del clima, al criticismo ciudadano, a la sucesión de los éxitos y los fracasos. A la nada absoluta y total.

Llegado a este punto, el escritor catalán sintetiza -a manera de homenaje agradecido- su opinión en relación con la obra del maestro. “Chéjov es el notario vastísimo de la Rusia de su tiempo. Fabuloso escritor, de un gusto exquisito, de una expresividad eficaz, cultísimo, sencillo, simple, real, que es lo más difícil.”

¡Casi nada!

martes, 14 de junio de 2022

Periodismo independiente

 

No sé desde cuándo se ha puesto en circulación la expresión periodismo independiente. Como tantas otras: fácil de decir, difícil de sostener por la vía de los hechos.

Como es de suponer, los periodistas al tiempo que son vocacionales y disfrutan su trabajo, también aspiran a vivir, a tener una fuente de ingresos que les permita una vida digna.

Es imposible pasar por alto que los medios suelen responder a intereses de sus concesionarios, accionistas o propietarios y ello -como es esperable- en muchas ocasiones restringe en forma notable la independencia de quienes laboran en los mismos.

También está el papel que juegan los anunciantes, aquellas empresas que se publicitan en el medio y con ello aspiran a que las desprolijidades en sus políticas internas, ni los efectos nocivos que pudieran tener sus productos alcancen notoriedad pública.   

Ni se diga las presiones que sufren los periodistas por parte de los gobernantes de turno, tan conocedores de la trascendencia de cuidar su imagen pública. Es por ello que Miguel Ángel Aguilar -entrevistado por Daniel Ramírez- sostiene que

La libertad de expresión no se consigue de una vez para siempre. Está sometida a todos los agentes imaginables de la erosión. El poder siempre ha querido cercenarla. No sólo el político, también el deportivo, el sindical o el religioso. Todo poder es evangélico y quiere difundir su buena nueva. Por eso, cuando se establece, lo primero que hace es crear una oficina de prensa.

Sabido es que se paga por publicar, pero también se paga por no publicar. Con ese objetivo el poder acciona su estrategia: pasar el chayote, el sobre, aceitar la mano o tener un detalle con quienes difunden (y en muchas ocasiones, interpretan) el acontecer nacional. Al decir de José Jiménez Lozano:

La dinámica es siempre la misma: entrar de “criado” en casa de “los grandes”, servirles y, más tarde, recoger el premio a “tus talentos”.

En síntesis -tal como reconoce la expresión que tanto se ha difundido- “nadie paga para que le peguen”; es así como la independencia queda en entredicho.

Cuando algún funcionario quiere cerrar la llave, acabar con los usos y costumbres, debe saber que se mete en serios problemas; Jiménez Lozano da cuenta de una experiencia a ese respecto.

G. me cuenta –y me muestra- que cuando X fue alcalde de una cierta ciudad descubrió un “fondo de reptiles” para periodistas y lo suprimió. Así que, en seguida, comenzaron ciertas campañas de prensa contra él: toda una pintura al odio.

Más tarde, X fue asesinado, y creo que se encontró a sus asesinos, que adujeron motivaciones políticas argumentadas en aquella campaña.

Es una “parábola” kierkegaardiana.

Así las cosas, los periodistas independientes deben ser reconocidos por su valentía, su honestidad, su dignidad, que en no pocos casos los ha llevado al extremo de perder su vida en el ejercicio de la profesión.

miércoles, 8 de junio de 2022

Momentos especiales

 

Hoy en la mañana venía caminando por rumbos de mi querido pueblo de Santa Cruz Atoyac y escucho que me llaman. Era el peluquero con el que concurro desde hace tiempo. (Un paréntesis necesario: el trabajo que le doy al peluquero es mínimo, creo que mantengo mi rutina de ir a su negocio como una forma de apoyo a mi autoestima). El encuentro casual fue una alegría para ambos. Me pregunta si este año dilaté más el regreso de mi rancho. Le digo que sí y que ello se debió a un problema de salud. Le cuento. Su rostro expresa solidaridad. Nos despedimos: “¡Cuídese mucho! ¡Échele muchas ganas! Y permítame darle un abrazo porque usted necesita estar fuerte y seguir siendo positivo”.

Horas más tarde voy a un café ubicado en un centro comercial de la zona. En casa tengo problemas técnicos con internet por lo que vengo a trabajar a este lugar. A mediodía tuve un encuentro virtual con colegas de Oaxaca. Hay muchos clientes en el café, hay algo de ruido y el audio de uno de los asistentes a la junta lo escucho con dificultad. Así lo comento en más de una ocasión. La reunión finaliza, logramos acordar lo necesario para un trabajo común que desarrollaremos con un grupo de médicos en unas semanas.

Al rato de terminar la reunión y mientras junto mis cosas para regresar a casa, se acerca un hombre joven. Estaba en el café junto a dos niños pequeños, supongo que sus hijos. Ante mi sorpresa me da una caja y me dice: “Escuché que tenía problemas para escuchar en la reunión que participaba y le compré estos audífonos para que los tenga y los use cuando lo requiera…” Al principio me quedé como en pausa. Reaccioné como pude, le agradecí mucho y le pregunté cuánto le habían costado para pagárselos. “De ninguna manera -respondió. Es un regalo”.

Las pequeñas grandes cosas de la vida.  

martes, 7 de junio de 2022

En Mirar-nos con ojos ajenos… estamos de manteles largos

 

No están ustedes para saberlo ni yo para contarlo pero resulta que por estos días cumplimos dos años.

El 3 de junio del 2020 dio inicio el programa Mirar-nos con ojos ajenos. Una invitación al análisis y la reflexión a partir de pedacitos de historia.

Vivíamos tiempos de inicio de pandemia y gracias al apoyo de un grupo de amigos decidí iniciar esta aventura, que no hubiese sido posible sin su generosa ayuda. ¡Muchas, muchas gracias!

La idea es muy simple: encontrarnos semanalmente en forma virtual a una reunión en la que durante 50 minutos desarrollo un tema y en los 10 minutos siguientes participan los asistentes que así lo decidan.

No se trata de un curso que requiriera continuidad ya que cada encuentro aborda cuestiones diferentes.

Las dos condiciones para llegar a las reuniones son: querer y poder hacerlo.

El programa no tiene una duración establecida y continuará en la medida que a) no lo impida alguna situación de fuerza mayor o b) ya nadie asista a las reuniones o c) me quede sin temas para presentar.

En lo económico se contempla a) un aporte económico sugerido por reunión, al tiempo que se considera b) la situación de quienes pueden aportar algo, pero no la cuota sugerida y c) la de quienes no pueden aportar nada. Todos son bienvenidos.

También existen un grupo de patrocinadores (personas y empresas) que con su aporte mensual apoyan el programa. A ellos, ¡muchas gracias!

Cada semana se envía un recordatorio con los datos para ingresar a las reuniones que se llevan a cabo por medio de la plataforma Zoom. Quienes quieran recibir esa información deben hacernos llegar su dirección electrónica para incorporarla en el directorio. En la última semana de cada mes se envía el calendario temático del mes siguiente.

En estos dos años han participado personas que residen en CDMX, Querétaro, Cholula, Cancún, Monterrey, Estado de México, Guadalajara, Puebla, Pachuca, Baja California, Oaxaca, Chiapas…

En algunas ocasiones se han sumado asistentes que residen en Suiza, Estados Unidos, Argentina, Uruguay, Puerto Rico, España.

En estos dos años hemos presentado más de 100 temas.

Las presentaciones son una suerte de collage que armo con textos de muy diversos autores. Los ingredientes son ajenos, la ensalada es mía. De esa manera organizo la presentación que voy leyendo y comentando en el momento de la reunión de los grupos.

Los horarios de reunión son martes 17 hr o jueves 12 hr (con el mismo tema) y miércoles 18 hr.

Desde este año también he incorporado ciclos temáticos los lunes a las 19 hr.

Los horarios son de CDMX.

Muchas gracias a todos aquellos que participan en este espacio.

¡Felicitaciones compartidas por estos dos años!

lunes, 6 de junio de 2022

Supuesto discutible

Hay frases que resultan inolvidables. Escasas palabras que permanecen en estado latente y que a la menor provocación reaparecen con fuerza.

Ejemplo de ello es lo que me sucede con la pregunta con que concluye una breve crónica de la que da cuenta Fernando Butazzoni.  

En 1983 u 84 yo estoy en Suecia y llega un escritor sudafricano, Breyten Breytenbach. Un poeta muy importante, blanco y de orígenes acomodados, que estuvo nueve años preso en las cárceles sudafricanas acusado de colaborar en la lucha contra el apartheid.

Butazzoni no desconocía las condiciones de aquellas prisiones.

Yo tenía alguna información sobre las cárceles sudafricanas, famosas por el horror. Hablo con él, un señor que estaba muy bien, y le pregunto cómo hizo para sobrevivir.

Y es entonces cuando aquella breve y estremecedora historia concluye con una pregunta. Una pregunta que sigue acompañando a Butazzoni y seguramente a muchos de los lectores de aquella historia.

Me dijo una cosa que me dejó pensando hasta hoy: “¿Y a usted qué le hace pensar que yo sobreviví?”.