viernes, 29 de octubre de 2010

Los académicos

Todo medio académico que se precie de tal desarrolla una micro cultura que le es propia y que se conforma a partir de normas explícitas así como de sus propios usos y costumbres. Por supuesto que existen comunidades académicas de muy diferente valor que se sitúan entre las que son propias de instituciones de excelencia y aquellas que en México conocemos como universidades patito

Ilustración: Margarita Nava
 Los aportes de los académicos al desarrollo nacional están fuera de discusión y  tienen lugar a través de las tres funciones clásicas de toda universidad: docencia, investigación y extensión o difusión. No es posible dejar de reconocer los aportes significativos que realiza la llamada comunidad académica en los diversos rubros del quehacer social.

Una vez señalado lo anterior, hay que admitir que tanto a nivel nacional como internacional es frecuente que surjan críticas hacia la academia por aquello que los que no la integran consideran privilegios excesivos en sus condiciones laborales así como por el carácter endogámico que se registra en algunos casos en que los cargos se han vuelto heredables. Otras críticas tienen que ver con la enorme distancia que a veces las separa del común de las gentes, con cierta petulancia en su forma de expresarse en registros casi inentendibles, por el carácter corporativo que adquieren sus reivindicaciones, etc.

La rotación de los funcionarios universitarios de un cargo a otro es el objeto de la crítica siempre aguda de Jorge Ibargüengoitia.

Últimamente he estado leyendo las notas periodísticas de las tomas de posesión de los nuevos funcionarios universitarios. Son muy interesantes, aunque, en general, adolecen de cierta monotonía. A tal grado, que casi se podría haber escrito una nota patrón, con espacios en blanco que se llenarían a última hora. El patrón iría más o menos así:
“El licenciado (nombre y dos apellidos) tomó ayer posesión del cargo de (por ejemplo coordinador de Recursos Intelectuales no Comunicables), en sustitución del licenciado (otro nombre), que ahora pasará a ocupar el cargo de (por ejemplo, secretario adjunto del Consejo de Revisión de Materias Optativas). El licenciado (el nombre del recién llegado) se mostró satisfecho con el nombramiento, calificó la misión que se le ha encomendado de “muy interesante”, opinó que la labor de su antecesor le parecía muy meritoria y declaró que pondría todo su empeño y todos los medios que estuvieran a su alcance, para lograr que el departamento que ahora tiene a su cargo cumpla de una manera adecuada con sus funciones. ‘Hay que avanzar’, dijo el funcionario, ‘porque el que no avanza, retrocede, y es humillante retroceder’. El licenciado (otra vez el nombre del recién llegado) había ocupado hasta ahora el puesto de (por ejemplo, jefe del Departamento de Paraninfos)”.

Por otra parte Guillermo Sheridan caricaturiza los viajes de trabajo que gozan algunos académicos (obviamente con cargo al siempre escaso presupuesto de la institución) así como al abuso por reiteración de una misma línea de trabajo.

[...] Como en la selva, en la academia hay familias, especies y clases. Los académicos pueden, así, dividirse en las siguientes categorías: los que casi nunca hacen algo, los que nunca hacen algo, los que ya casi hacen algo, los que ya hicieron algo, los que ya hicieron algo y a la mejor hacen algo más, los que en ocasiones deciden pensar en que sería bueno hacer algo y los que jamás van a hacer algo, pero tienen buena nalga.
Tomemos por ejemplo al especimen maestro P., ejemplar cabal de la quinta categoría. Vive en un portentoso baobab definitivo "A" de tiempo completo y tiene todas las lianas en la mano. Hace unos catorce años se recibió de maestro con una tesis en la que discutía si un poema de Torres Bodet era un hai-ku. La tesis se llamaba "¿Un hai-ku de Torres Bodet?" Siete años después se doctoró con un trabajo titulado "Un hai-ku de Torres Bodet". Después escribió un ensayo que se llamaba "El amor, la ironía, la muerte y el paisaje y el estoicismo en un probable hai-ku de Torres Bodet". Esto era asombroso si se considera que el poemita tiene solamente 17 sílabas.
El trabajo este demostró sin dejar lugar a dudas que en ese hai-ku no había amor, la ironía era un tanto ambigua, la muerte apenas se vislumbraba entre la decimoquinta y la decimoséptima sílaba, el paisaje era sumamente abundante y el estoicismo era bastante agresivo. La capacidad autocrítica de P. lo llevó años más tarde a proponer un nuevo ensayo: "Un posible hai-ku de Torres Bodet: ¿amor, ironía, muerte, paisaje, estoicismo?", que apareció publicado en la página 788 de Contemporary Romance Language Literature Annual Review (LVC, winter, 1976) que edita la Universidad de Sandía, Texas.
[...] También pensaba en que Torres Bodet -que sabía que había servido para muchas cosas en su vida- jamás hubiera pensado que serviría también para alimentar durante tanto tiempo a una familia mexicana gracias a un hai-ku que ni siquiera estaba comprobado como tal.
Ese hai-ku era la cornucopia: cuando se puso de moda la crítica de los arquetipos, P. publicó un nuevo estudio de nueve cuartillas -el mayor de su vida- que le tomó dos años titulado "Entre Pegaso y Medusa: distensiones internas en un comprobado hai-ku de Torres Bodet". Para un congreso de hispanistas en Puerto Rico con todos los gastos pagados y que olía a izquierdismo pergeñó otro: “Superestructura y consumo en Torres Bodet: la producción estetizante del hai-ku" en el que demostraba que el poeta era reaccionario, burgués y ambiguo. Cuando se renovó la moda del psicoanálisis como instrumento de crítica literaria se encerró dos años y medio para redactar las tres cuartillas célebres "Ego y hai-ku: el escenario de una fobia (el caso Torres Bodet)". Poco después (tres años) P. atraído por la filosofía heideggeriana mostró al mundo su paper más reciente: "Esencia y substancia en poesía: la haikuidad (Torres B.)".
Sé de buena fuente que P. -hoy invitado a una universidad del noreste de los Estados Unidos por 40 mil dólares al año- no ha cejado y redacta una tesis de literatura comparada que se llamará "Torres Bodet y Virgilio: el hai-kú (posible) y la epopeya: una comparación". [...]

Existe un verdadero ranking de investigadores que tiene que ver con su prestigio nacional e internacional y que se encuentra vinculado en forma directamente proporcional a la cantidad de artículos publicados en revistas de reconocido prestigio científico. Ahora bien, lo que en principio puede constituir un criterio válido de clasificación y evaluación del rendimiento académico no está exento –en concordancia con los tiempos que corren- de corromperse por razones de mercadeo. A ello se refiere Gabriel Zaid.

En 1955, Eugene Garfield propuso la creación de un Science Citation Index, como un recurso heurístico que eludía las dificultades de los índices temáticos. En vez de clasificar y agrupar los artículos científicos referentes a un mismo tema (que es difícil), cada artículo sería referido a los artículos citados por el autor (cosa fácil). Los racimos de referencias darían el equivalente práctico de un índice temático. Este énfasis (que explica el subtítulo: "Citation indexes for science: A new dimension in documentation through association of ideas", Science, July 15, 1955) no ignoraba otras consecuencias. De cada artículo sería posible saber cómo fue recibido; cosa importante para matizar o descalificar sus aportaciones. Lo cual, de paso, funcionaría como un servicio mundial de recortes para los autores, a los cuales "les gusta ver qué se dice de sus trabajos". Además, permitiría medir la importancia de un artículo, de un autor, de una revista, de una institución, por la acumulación de citas.
Esto último produjo una revolución. Los refinados métodos estadísticos del beisbol, que permiten medir y comparar proezas deportivas, se aplicaron a la ciencia. El Institute for Scientific Information (www.isinet.com) creado por Garfield en 1964, vende esta información y ha tenido una influencia semejante al comité organizador de las competencias olímpicas. Es un centro mundial de referencia y contabilidad que, por el hecho de existir, induce cambios en la forma de competir. Tanto los avances milagrosos como los refritos mediocres se miden hoy por lo que tienen en común: el número de citas que generan. Lo cual ha desencadenado una multitud de trucos para inflarlas, porque la cantidad de citas influye en el nivel de ingresos de las personas y las instituciones.
No ha surgido un Lutero contra el mercado de estas nuevas indulgencias (lo más parecido a eso fue Iván Illich), pero abundan las críticas. Por ejemplo, a los artículos con veinte coautores, cada uno de los cuales, naturalmente, lo añade a su currículo, con beneficio también para la institución, cuya producción per cápita mejora. También se discute el significado de encabezar la lista (¿es un reconocimiento concreto de aportación dominante en este trabajo o es un derecho institucional, como jefe del departamento?). Circulan historias feas de quienes han comprado la mención derramando sus gracias sociales o corporales. Se inventan reglas mecánicas para filtrar a los que siempre aparecen como coautores, nunca como autores solos o encabezando listas. Se habla de los enjuagues del "me citas y te cito", de los golpes bajos de no citar trabajos con toda intención, de la exclusión sistemática de muchas revistas, sobre todo de países menos desarrollados. Se reconoce que los campos más trillados (donde hay miles de investigadores, no docenas), por este solo hecho, tienen más investigadores citándose unos a otros, en beneficio de todos. Se hacen estudios de los autores que aumentan su puntaje citándose a sí mismos. Según Blaise Cronin (The citation process: The role and significance of citations in scientific communication), Jon Wiener tuvo el humor de calcularle al propio Garfield su self-citation rate (un altísimo 79%). [...]
En la clerecía curricular, el respeto social, el ascenso burocrático, los ingresos y hasta la seguridad en sí mismos dependen de las citas favorables. Hay un rating de cada acto, persona, institución. Vivir es un perpetuo Juicio Final. No ser mencionado es peor que no haber nacido: sufrir la excomunión que anticipa la condenación eterna. Muchas menciones ridículas se explican por el deseo de sacar del limbo a quienes devotamente barrieron el laboratorio, mecanografiaron el escrito, ayudaron en tal o cual cosa. Y así como en las películas hay listas interminables de participantes, la mención concedida por simpatía o compasión puede volverse exigida, regateada, comerciada. Las disputas feroces por los créditos tienen algo de lucha desesperada por la vida, donde sobreviven los mencionados y desaparecen los demás.

Ya tiene tiempo que a las universidades han llegado los programas de estímulos por rendimiento y merecimientos académicos. En realidad el sueldo base suele ser reducido mientras que los ingresos mayoritarios se dan por la vía de extras o sobresueldos que son calculados en complejos cuadros que permiten discernir categorías, clases, grupos. Para permanecer en una misma categoría o ascender, es necesario mantener un buen ritmo de publicación de artículos que den cuenta del avance de diversas investigaciones. Sabido es que la cantidad no se lleva bien con la calidad, por lo que ya hace varios años circuló por Internet el siguiente documento de autor desconocido.

El paper, como se dice en inglés y en el argot internacional de la ciencia, es el medio básico que tienen los investigadores para dar a conocer los resultados de su trabajo y labrarse una reputación. Los papers son los artículos de las revistas científicas, y son sometidos al control severo de investigadores de cada tema específico antes de su publicación. [...]
En los circuitos electrónicos con los que los científicos de todo el mundo permanecen en continuo contacto a través de los ordenadores ha aparecido una guía anónima para traducir el significado de algunas de las afirmaciones más habituales en los artículos científicos. [...]
                  Cuando dicen:                                           Quieren decir:

Se sabe desde hace tiempo
No me he molestado en mirar la referencia original
Tres casos fueron escogidos para posterior análisis detallado
Los resultados en los demás casos no los entendía y los tiré a la basura
Aunque algo de detalle se pierde en la reproducción fotográfica...
A partir del negativo es imposible decir...
Probablemente para períodos más largos
No tuve la paciencia de comprobarlo...
Los valores más increíbles son los obtenidos por Fulanito
Era uno de mis estudiantes
Se sugiere...
parece ser que...
es posible que...
Creo que
Correcto dentro de un orden de magnitud...
Erróneo
Agradecemos a Fulano su asistencia en la realización de los experimentos y a Mengano sus interesantes comentarios
Fulano hizo el trabajo y Mengano nos explicó qué significa

El agradecimiento al sector académico por su compromiso manifiesto en trabajos de enorme valía e impacto en el bienestar y desarrollo social no pasa por desconocer algunos asegunes que le son inherentes. Claro que no faltará quien asevere que lo que en realidad sucede es que el autor de este artículo respira por la herida dado que no forma parte de la academia. Y tal vez, no le falte razón.

lunes, 25 de octubre de 2010

Podcast Duélete (sobre Sabines)

Lo entrañable de Sabines no son únicamente sus escritos sino su forma de actuar manifiesta en ciertos gestos hacia sus amigos, que constituían otro tipo de poemas. Silvia Tomasa Rivera narra su propia experiencia.

Ilustración: Margarita Nava
Puedes escucharlo en los podcast de este blog (a un costado de este texto) 
o bien aquí   I Tunes

viernes, 22 de octubre de 2010

"Qué pasaría si los mineros fueran..."

Admiro la valentía y lecciones varias que nos dieron los mineros chilenos. Celebro con alegría y emoción su rescate. Con el paso de los días no disminuye mi asombro ante la proeza. Sospecho manipulación, sin que ello implique mucha sagacidad de mi parte, en el manejo que algunos medios brindan al tema. 

Foto: La Tercera./ Armada de Chile
Denuncio la falta de espacio que esos mismos medios ofrecen a otras situaciones que lo ameritarían. Lo anterior daría para mucho pero ahora quiero detenerme en otro aspecto. La circulación de mensajes del tipo de "qué pasaría si los mineros fueran ...... (escoja una nacionalidad)". Ya me han llegado varios (mexicanos, uruguayos, argentinos, brasileros…) que cambian en su forma (personajes, instituciones, acontecimientos) mas no en su fondo. 

Al principio alguno de estos mensajes me hicieron reír, luego se me fue congelando la sonrisa al percibir en muchos de ellos: 
a)  descalificaciones gratuitas a organismos y personas que intentan contribuir a mejorar las condiciones de vida en nuestros países; 

b) alusiones clasistas y discriminadoras al por mayor; 

c) una vez más recurren a ciertos estereotipos construidos, no de a gratis, en relación a las supuestas características nacionales; etc. 
Pero lo que más me quita la sonrisa es el sentimiento sobre nosotros mismos en cuanto a que las cosas no se pueden hacer mejor, de que puedan concluir bien (como en la historia de los mineros chilenos). ¿Será que el enojo y el desaliento se transforman en una mueca de sonrisa frustrada? o lo que es peor, ¿estaremos claudicando al derecho a que las corrupciones, ineptitudes, mediocridades, arbitrariedades, exclusiones (y una larga lista de etcéteras), dejen de serlo? 

Me sumo a la causa de defender la alegría a la que convoca Mario Benedetti, pero aspiro a no hacerlo sobre nuestras desgracias cotidianas.

viernes, 15 de octubre de 2010

Homenaje a Magdalena

Los primeros tiempos de nuestro exilio voluntario fueron difíciles. Junto a mis amigos-hermanos, Fernando y Nelson, constituíamos una masa de extrañares. Nos sentíamos muy solos entre tanta lluvia cronometrada (como es la de ciudad de México en cierta temporada), entre tanto exiliado con justos títulos. Esos días se hacían eternos y vagábamos en busca de trabajos, amigos, lugares (¿para dónde quedará la rambla?). Alguien nos llamó los mormones de a tres. Nos movíamos simbióticamente unidos, teníamos miedo a perdernos. Como a las dos semanas se produjo la primera separación: yo me quedé en la Universidad Iberoamericana y ellos siguieron. La despedida constituyó un trance difícil, cuasi traumático.

Ilustración: Margarita Nava
En esas circunstancias conseguimos alojamiento. Dos compatriotas nos abrieron la puerta de su departamento y las compuertas de sus corazones. Se transformarían en entrañables amigos: Rubén (“El Canario”) y Julito. Ellos no tenían mucho tiempo en México, pero sin duda eran los iniciados. El departamento quedaba en el centro histórico (quinto piso por escalera) y en él fuimos conformando una comunidad -no exenta de discusiones y líos- que nos dejó huella a todos sus integrantes. 

Nelson bautizó a nuestro hábitat como la ameba tiñosa. La dieta era en base a Ron, Coca Cola, huevos fritos, milanesas -presumiblemente de carne de caballo- y plátanos. La vida en aquel entorno se puede definir como la vida de cinco damnificados. Había solamente una cama en buenas condiciones que indiscutiblemente pertenecía a Rubén por derecho de antigüedad pero que, como por lo general él trabajaba en las noches, eventualmente admitía nuevo inquilino. Otra joya de su mobiliario residía en un sillón de color inescrutable (al cual muchos años después Doña Perla arrancó su tonalidad original), en el cual dormía y permanecía Julio viendo televisión. Por último, en una cama desvencijada en la que se respetaba religiosamente el turno (que sólo era alterado por razones humanitarias en caso de enfermedad) dormíamos cada tercer día Nelson, Fernando o yo.

El orden y la pulcritud dejaban mucho que desear: si hubieran pasado las autoridades sanitarias sin duda nos hubieran clausurado el local y habrían procedido a la fumigación inmediata del mismo. A quienes nos tocaba dormir en el suelo nos tapábamos literalmente con diarios; los platos -sin lavarse, por supuesto- eran reusados en una suerte de mito del eterno retorno; la ropa (y me declaro precursor del método) era sumergida en una cubeta con agua y jabón, después de darle cinco vueltas para un lado y cinco para otro, se dejaba en remojo toda la noche; al otro día se colgaba y al secarse ya estaba pronta.

Se puede decir que cuando escaseaba el alcohol, abundaba la depresión y la nostalgia.Y un buen día se produjo el milagro. Magdalena tocó a la puerta del departamento. 

Ella había sido amiga de un uruguayo que vivió antes que nosotros en el mismo departamento y que ya se había regresado. Magdalena vivía con su hija y su padre en una vivienda muy humilde en las proximidades de La Lagunilla, por un rumbo que se las traía. Se decía que en su vida productiva, hasta no mucho tiempo atrás, alternaba el trabajo de prostituta con el de artesana (bueno, tal vez la prostitución también sea una rama de la artesanía). Hacía unas muñecas hermosas que vendía principalmente a extranjeros en la puerta de los hoteles de lujo en la Zona Rosa.

Ya había concluido su duelo por la partida de nuestro compatriota. Al ver nuestras condiciones de vida se impresionó tanto que decidió echarle una mano a estos cinco uruguayos en situación límite. Y es así como comenzó a hacerse presente con regularidad: un día barría, otro ordenaba, al siguiente lavaba los platos y finalmente -en lo que ya resultó una sofisticación- trajo unas plantas. Al concluir su trabajo que metamorfoseaba a la ameba y a nuestro estado de ánimo, se sentaba con nosotros a tomar mate y a escuchar a Gardel. Con el paso del tiempo le perdimos la pista.

Cada vez que paso por La Lagunilla o por la Zona Rosa voy observando rostros de mujeres intentando dar con ella. Hasta el momento no he tenido suerte.

¡Salud, Magdalena y gracias!

jueves, 14 de octubre de 2010

viernes, 8 de octubre de 2010

Los aviadores

Sabida es la existencia de quienes aun integrando una determinada nómina institucional únicamente se presentan en su lugar de trabajo para recibir el sueldo correspondiente. Llamarlos ausentistas es poca cosa porque de esa manera también se podría designar al que falta con mucha frecuencia pero tiene la delicadeza de asistir en algunas ocasiones. Tal vez en estos tiempos se los podría llamar trabajadores virtuales y no precisamente porque sean profesionales de la computación…

Ilustración: Margarita Nava

Desconozco lo que sucede en otras partes pero para el caso de Uruguay y Argentina existe un término específico para designarlos. Se les llama ñoquis y el término tiene su historia. 

Por aquellos rumbos rioplatenses, y siguiendo una tradición de la nutrida colonia italiana asentada en esas tierras, existe la costumbre de que los días 29 de cada mes (febrero está en desventaja, se advertirá con razón) se comen ñoquis, una variedad de pasta hecha a base de papa y que suele servirse con tuco o manteca y queso. Los supersticiosos agregan otro condimento a esta tradición: poner un billete debajo del plato para asegurar que no falte el dinero. 

Pues bien el otro ñoqui al que nos referimos, luego de haber dado faltazo durante todo el mes a sus responsabilidades laborales, registraba una asistencia ejemplar los días 29 en que pasaba a cobrar su sueldo. De ahí el parangón.

Al llegar a México no me llevó mucho tiempo aprender que también aquí existe esa especie pero se le llama de otra manera: aviadores. Durante mucho tiempo, y con una persistencia digna de mejores causas, anduve siguiendo el origen de esta expresión con resultados adversos; hasta que se cumplió el dicho en  cuanto a que el que busca encuentra. 

Según Álvaro González Pérez, citado por Refugio Bautista Zane, en tiempos de la Revolución el gobierno del presidente Venustiano Carranza contrató a un grupo de aviadores estadounidenses para que lo ayudaran en tomar el control del país amenazado por diversos caudillos en diferentes rumbos. “Los pilotos extranjeros nunca fueron utilizados, pero, eso sí, cobraron puntualmente su sueldo. Por eso quedó como costumbre designar como aviadores a las personas que están en alguna nómina gubernamental, presentándose a las oficinas sólo el día de pago.” Refugio Bautista Zane amplía la información sobre este tema. 
La corrupción en la burocracia, ha sido una constante en la vida política de México. Frecuentemente se desvía dinero de las arcas del gobierno (y por tanto de los contribuyentes, ya que el gobierno no tiene dinero propio) para fines de lucro personal. A fines de los años treinta, por ejemplo, Gonzalo N. Santos menciona que realizó gestiones para que se diera un puesto de aviador a un recomendado suyo que participó en la campaña electoral con Ávila Camacho. Santos lo explica así: "Yo me encargué de que Caloca (el recomendado) ingresara a la 'Fuerza Aérea' parlamentaria (de aviador) con dos mil pesos de sueldo mensuales (equivalente al que entonces ganaban los diputados), el mismo día de nuestra llegada a México".
Aun cuando es posible reconocer avances en relación a gestiones de contraloría y transparencia institucional, no existen dudas en cuanto a que ñoquis y aviadores siguen existiendo, con la ventaja adicional de que los nuevos procedimientos administrativos que posibilitan depositar el sueldo en la cuenta del trabajador, evita la molestia de tener que concurrir los días 29 a cobrar los haberes. 

Por último, cabe agregar que este gremio –como tantos otros- se salvó de la maldición bíblica de tener que ganarse la vida con el sudor de la frente y lo convirtió en saberse ganar la vida con el sudor del de enfrente. 

No de a gratis estamos como estamos.

viernes, 1 de octubre de 2010

Las bicicletas están de vuelta

Somos muchos quienes evocamos con emoción aquella primera bicicleta que tuvimos y que nos acompañó en momentos muy felices de nuestra infancia. Qué alegría inmensa cuando, después de inevitables caídas y raspones, aprendimos a pedalear sobre las dos ruedas. Seguramente podemos describir color, rodada, frenos de varilla, sonido del timbre y otras cuantas cosas por el estilo de aquella bicicleta. La bicicleta es pues un objeto muy amigable, pero no se cometa el error de creer que siempre fue así.

Ilustración: Margarita Nava

Su uso comienza a popularizarse hacia fines del siglo XIX y, tal como sucede habitualmente ante los cambios e innovaciones, las resistencias no se hicieron esperar. Carl Honoré señala: “En la década de 1890, cuando se popularizaron las bicicletas, algunos temieron que pedalear velozmente contra la dirección del viento causara una desfiguración permanente, una ‘cara de bicicleta’.” Vaya a saber uno cómo sería esta cara de bicicleta.  

Según el mismo autor algunos moralistas no dejaron de oponer resistencia a ese invento amenazador para la tradición en las formas de andar (ya sea caminando o bien en carro de caballos) y corruptor de las buenas costumbres. “Los moralistas advirtieron que las bicicletas corromperían a los jóvenes, al permitirles tener citas románticas lejos de las miradas vigilantes de sus tutores.”

Estos moralistas coincidían –cabe aclarar que por muy distintas razones- en su oposición al uso de la bicicleta con algunos sindicalistas; Paul Tabori alude a este otro rechazo. 

Sería un error creer que la estupidez del burocratismo se limita a los funcionarios gubernamentales. Es enfermedad contagiosa, y puede florecer en cualquier organización que ejerza autoridad sobre las actividades humanas. Y se desarrolla particularmente en los sindicatos. 

La Unión de Plomeros de Gran Bretaña, por ejemplo, lucha colectivamente contra las bicicletas. Ha prohibido estrictamente a sus miembros la concurrencia al trabajo en ese tipo de vehículo. Sir John W. Stephenson, secretario de la Unión de Plomeros, ha explicado la prohibición con la maravillosa lógica del burócrata:

Nuestra regla se remonta a los primeros tiempos de la bicicleta, cuando los empleadores ponían como condición indispensable que sus asalariados fueran al trabajo en bicicleta. El sindicato consideró injusto que sus miembros más ancianos se vieran obligados a andar en bicicleta. Y otros plomeros no comprendían la necesidad de gastar dinero en la compra de una bicicleta.
De modo que andar en bicicleta se convirtió en infracción a las normas sindicales, punible con una multa de 20 chelines, que se aplicaba a todo plomero que utilizara ese vehículo para ir al trabajo... sin que importara si el interesado estaba o no de acuerdo. Sin embargo, los ayudantes de los plomeros pueden utilizar bicicletas. Sólo les está prohibido a los oficiales plomeros... lo cual, naturalmente, es fruto de la perfecta lógica burocrática.

Seguramente al conocer estas resistencias surge la tentación de burlarnos de nuestros antecesores que se encontraban tan lejos de los grandes avances con que contamos en la actualidad. No obstante, conviene ser un poco más mesurado y preguntarnos cuáles serán nuestras resistencias de hoy que moverán a la risa a las generaciones que vengan después de nosotros.

Llegó momento en que la bicicleta pasó de ser juguete de nobles a medio de transporte e implemento de trabajo tanto para profesionales como para quienes desempeñaban otros oficios al servicio de la comunidad; C. Urzaiz se refiere a ello.   

El tiempo al correr trajo cambios fundamentales en el desempeño de la bicicleta dentro del marco social. De juguete de nobles un día pasó a ser medio de transporte útil e implemento de trabajo. Lo adoptaron primero los curas y los médicos de aldea para sus respectivas visitaciones al lado de la muerte, la cual, viajando por medios más expeditos, llegaba siempre antes. También la usaron algunos profesores que tenían arraigado el concepto de la puntualidad. Tras los profesores surgieron los carteros cuyo destino está tan ligado al artefacto, que éste se considera un símbolo del servicio postal. Y se sumaron los panaderos, -prodigio de equilibrio-, desafiando las leyes de gravedad y la lógica al llevar sobre la cabeza y en plena carrera sus canastas y globos de metal. Y por último llegaron los obreros para ofrendar al pedaleo del retorno los restos de su energía semiconsumida en las fábricas.

Se entiende -porque seguramente Urzaiz no ha tenido oportunidad de presenciarlo- pero en esto del equilibrio cometió una omisión de consideración; le faltó citar nada menos que a quienes se llevan el primer premio: los repartidores de periódicos. Para confirmar el dato alcanza con darse una vuelta en las primeras horas de la mañana por  Reforma y Bucareli, la llamada “esquina de la información” de la ciudad de México. Verdadero prodigio el que logran estos voceadores que pedalean manteniendo un equilibrio que desafía la ley de gravedad, transportando rascacielos de periódicos que llegan hasta donde se pierde la mirada.

El avance de la conciencia ecológica, más lento de lo que muchos quisieran,  está trayendo de regreso a la bicicleta. Son muchas las organizaciones civiles y gubernamentales que exhortan al uso de ese vehículo. Dicen los que saben que quienes aprendieron en su infancia a andar en bici no pierden nunca más esa habilidad, todo es cuestión de decidirse. Claro que no todas las ciudades presentan las mismas condiciones para que este regreso se vuelva realidad, pues ello depende –entre otros factores- del clima, las condiciones del terreno, la existencia de ciclovías, la cultura de respeto que tengan los automovilistas hacia quienes circulan en bicicletas, etc. Cuando los domingos de mañana se cierran ciertas avenidas a vehículos que no sean bicicletas son muchos los automovilistas que se quejan de semejantes incomodidades. La prepotencia de los cuadrúpedos sobre los bípedos es manifiesta, pero mal que les pese a los primeros las bicicletas están de regreso. Y esto recién empieza.